El estado de Colima es la quinta entidad federativa más pequeña del país, pero es grande en experiencias y diversidad. Con distintos ecosistemas y microclimas, tiene mucho que ofrecer. Aquí te traemos algunas experiencias para que disfrutes de las zonas aledañas a su capital y a Manzanillo, su puerto principal. Texto: Mariana Pérez / Fotos: Hernando Rivera, Cortesía y Unsplash.
Comala: un pueblo nada fantasma
En su novela Pedro Páramo, Juan Rulfo describe a Comala como un pueblo fantasma de murmullos, sombras y soledad. Nada más alejado de la realidad. La verdadera Comala, a menos de media hora de la ciudad de Colima, es tranquila y alegre a la vez, y su visita constituye un excelente plan para un fin de semana.
Pasea en sus calles empedradas y disfruta de sus fachadas blancas con techos de teja y su herrería con diseños del artista comalteco Alejandro Rangel Hidalgo. Al llegar a la plaza principal, disfruta de las vistas del quiosco y de la Parroquia de San Miguel del Espíritu Santo, antes de adentrarte en los portales en busca de artesanías y de probar los tres imperdibles de este Pueblo Mágico: café, pan y ponche de sabores como maracuyá, granada, guayabilla, cacahuate, almendras y más.
Colima al natural: ríos, volcanes y orquídeas
Colima tiene volcanes que han marcado su identidad y playas que conquistan turistas, además de sitios poco conocidos en los que el verde de la naturaleza llena los paisajes y los corazones de quienes los habitan. El primero de ellos es el Centro Ecoturístico Póksika, en el Municipio de Coquimatlán, a 40 minutos de la ciudad de Colima.
Andrés Preciado, fundador de este centro ecoturístico, muestra los efectos de vivir en contacto con la naturaleza, pues posee un rostro generoso y un espíritu sereno. De miércoles a domingo, te recibe en su paraíso con una comida a la sombra de los árboles, acompañada por el murmullo del agua. La luz y el internet se sustituyen aquí por una hamaca para descansar y un río para nadar.
A la mesa llegan productos regionales con la mejor sazón. Los chacales —langostinos de río disponibles en temporada de lluvia—, se sirven en un tradicional caldo o al tamarindo, mientras que los chihuilines —peces endémicos— se preparan al ajo. ¿Para cerrar la experiencia con broche de oro? Un ritual guiado por la agencia de turismo Tesoralma que invita a conectar con agradecimiento con los elementos naturales.
Otro espacio que definitivamente merece una visita es el orquideario Viveplants, en Manzanillo. Su acertado lema es “orquídeas producidas con amor” pues si algo distingue a su fundador, Fidel Selvas, es la pasión y conexión con la naturaleza con las que dirige el lugar y que transmite en las visitas guiadas.
Aprenderás mucho sobre la producción y ciclo de vida de la familia de plantas más grande del mundo —30 mil especies de orquídeas en la naturaleza y 70 mil cruzas hechas por el ser humano—, pero sobre todo, verás a estos magníficos seres vivos con otros ojos. “Es una planta muy evolucionada, con un nivel vibratorio muy alto”, afirma Fidel.
Actívate con una clase de surf de remo
En la playa La Boquita, Manzanillo se encuentra la tranquila Laguna de Juluapan, en donde puedes iniciar el día deslizándote en el agua sobre una tabla, con remo en mano, mientras disfrutas del hermoso paisaje a tu alrededor. ¿Nunca has practicado surf de remo o SUP (del inglés stand up paddle)? No hay problema, las enseñanzas de Manzanillo Surf & SUP harán que sea bastante sencillo y disfrutable.
Para la sed y el apetito
Como en cualquier destino mexicano, para conocer realmente a Colima hay que llevarse a la boca los platillos tradicionales. Entre los favoritos de los colimotes están el tatemado de cerdo, las enchiladas dulces y la sopa de pan. ¿Y los productos regionales? No te vayas sin comprar sal de la Laguna de Cuyutlán, considerada entre las mejores del mundo.
Y si a pie de carretera o en las plazas de pueblos y ciudades te encuentras con bebidas tradicionales, no dudes en probarlas. Nuestras favoritas son la tuba (savia de palma de coco fermentada a la que se añaden cacahuates) y el tejuino (un preparado con masa de maíz, piloncillo, canela y vainilla al que se le añade limón y mucho hielo). Las dos son muy refrescantes, ideales para el calor.
Otra bebida que siempre es bienvenida en el clima colimota es la cerveza, especialmente si es una cuyo perfil ligero está inspirado en las playas del Pacífico, como Cervecería de la Costa. Acude a alguno de sus siete puntos de venta en Colima, prueba sus seis estilos de cerveza y lleva tu favorito en botella, vaso o envase rellenable. ¿Lo mejor, además de su sabor? Su precio accesible. ¿Lo segundo mejor? Si el termómetro supera los 35 ºC a las 14:00, lanzan una promoción de 2 x1. Amarás los días calurosos.
Por último, no es posible hablar de la gastronomía de Colima sin mencionar al chef Nico Mejía, un apasionado de los sabores y productos de su tierra, así como de las historias que se cuentan a través de los platillos. El resultado de esa pasión es una colección de libros (cuatro, hasta el momento) que representan una travesía culinaria por distintas regiones del estado.
Además, en Manzanillo tiene dos restaurantes imperdibles: a La Sal, el chef Nico le llama “un restaurante de experiencia de vida” y en él están presentes los sabores de Colima que han marcado sus historia personal. La tostada de pozole seco, las enchiladas dulces y el dulce de manzana de coco figuran en el menú. Por su parte, Casa Rangel es un restaurante que abrió sus puertas este año y su inspiración es la cocina internacional.
Por estos y otros motivos más, no cabe duda que Colima debe estar en la lista de destinos por conocer –o al que regresar una y otra vez– de todo viajero de corazón. ¿Lo único que te podría hacer falta cuando visites el estado? Tiempo para conocer todo lo que ofrece.
Y para seguir inspirándote a recorrer Colima y otros estados de México, aquí tienes algunos de los mejores destinos culinarios del país.