En la última década, la industria de las bebidas ha experimentado un giro hacia propuestas más saludables, impulsadas por consumidores cada vez más conscientes. En este contexto, el vino sin alcohol ha comenzado a ganar terreno, sumándose a una tendencia que ya transformó el mercado de cervezas y destilados. Fotos: Canva
¿Qué es el vino sin alcohol?
Aunque el mundo vinícola fue más lento en adaptarse, hoy esta categoría encuentra su lugar en anaqueles mexicanos, despertando curiosidad y, a veces, confusión. ¿Es vino o no lo es? ¿Qué significa «desalcoholizado»? ¿Realmente sabe igual?
Para empezar, no todo lo que se comercializa como “vino sin alcohol” entra en la categoría oficial de vino. De acuerdo con la Organización Internacional del Vino (OIV), la bebida debe tener al menos 8.5% de alcohol para ser considerada vino. Los productos que han pasado por procesos para retirar el alcohol, como la destilación al vacío, la ósmosis inversa o el uso de conos rotatorios, técnicamente no cumplen con esta definición.

A pesar de ello, muchos de estos productos nacen como vinos tradicionales que luego son desalcoholizados, conservando buena parte de sus características sensoriales.
¿El resultado? Una bebida que no busca imitar a la perfección al vino con alcohol, pero sí ofrece una experiencia similar. Entre los vinos sin alcohol, blancos y espumosos lideran en calidad, con notas frescas y una textura ligera.
Aunque aún no alcanzan la complejidad de sus contrapartes alcohólicas, su frescura y bajo aporte calórico —tan solo 10 Kcal por copa— convierten a los vinos sin alcohol en una opción atractiva para quienes desean moderar el consumo sin sacrificar rituales ni sabor. Cabe aclarar que una copa de vino con alcohol de 150 ml puede tener entre 100 y 300 calorías.

¿Hay vino sin alcohol en México?
En México, el consumo de vino sin alcohol comienza a consolidarse. Etiquetas como Le Petit Étoilé, Natureo de Bodegas Torres, Sinzero de Chile o las propuestas de Oddbird de Escandinavia ya circulan en tiendas especializadas y plataformas en línea. Estas marcas apuestan por una elaboración cuidadosa y técnicas modernas para conquistar a una audiencia diversa: desde personas abstemias hasta quienes simplemente desean intercalar bebidas sin alcohol entre copas tradicionales.

La evolución tecnológica ha sido clave en el despegue de esta categoría. Lejos quedaron los sabores planos y las notas a fruta cocida que caracterizaban a los primeros intentos. Hoy, los vinos sin alcohol o desalcoholizados incorporan botánicos, taninos y hasta pequeñas dosis de azúcar.
Así, podemos decir que la de los vinos sin alcohol no es una tendencia pasajera. El auge de productos “no/low” en el país refleja un cambio en los hábitos de consumo. Ya no se trata de abstenerse, sino de elegir. De acuerdo con diversas encuestas, ello se debe a que el vino sin alcohol permite seguir brindando, sin perder el control ni comprometer el bienestar.
De manera que, la próxima vez que pienses en abrir una botella, tal vez la opción más refrescante y ligera no lleve alcohol, pero sí toda la intención de disfrutar.
Por cierto, para quienes no beben alcohol, existe otra alternativa infalible: los mocktails. Aquí te contamos qué son y cómo surgieron.