En los últimos años, el spritz se ha convertido en el coctel favorito de muchos, conquistando terrazas, bares y reuniones sociales con su sabor refrescante. Originario de Italia, este trago que funciona como aperitivo ha traspasado fronteras, adaptándose a nuevos gustos y tendencias, pero manteniendo su esencia: una bebida ligera, de esencia veraniega y refrescante. Sin duda, todo un éxito del marketing de bebidas. Fotos: cortesía y Unsplash
¿Qué es un spritz?
Para empezar, ¿qué es un spritz? Se trata de un coctel a base de prosecco (vino espumoso italiano, blanco y seco), amaro (un licor italiano amargo) y agua con gas, servido con hielo y decorado con una rodaja de naranja o una aceituna o alguna hierba aromática, dependiendo de la versión. Su característico tono anaranjado o rojizo (si se usa Aperol o Campari), lo hace inconfundible, mientras que su sabor equilibrado entre lo dulce y lo amargo lo convierte en un buen aperitivo.
Historia con raíces italianas
Aunque hoy es sinónimo de la dolce vita, el spritz tiene un origen más humilde. La historia de este coctel se remonta al siglo XIX en el Véneto, bajo el dominio del Imperio austrohúngaro. Los soldados austríacos acostumbraban a diluir el vino local con un poco de agua gasificada —spritzen, que en alemán significa rociar—, para suavizar su graduación alcohólica.
Con el tiempo, los italianos adaptaron la receta, añadiendo licores locales como el Aperol o el Campari, y así nació el spritz moderno.
La receta tradicional del spritz sigue una proporción sencilla: tres partes de prosecco, dos partes de amaro —como Aperol, Campari, Select o Cynar— y una parte de agua con gas. Se sirve en una copa de vino, con mucho hielo, y se adorna con una rodaja de naranja u otra garnitura, según la variedad.

¿Por qué gusta tanto?
En gran media, el gusto único del Aperol ha sido el responsable del triunfo contundente del spritz por el mundo. La receta de este bebida fue creada en 1919, en Padua, Italia, por los hermanos Luigi y Silvio Barbieri, inspirados por la tradición de los aperitivos. La fórmula final combinó una base de hierbas y raíces infusionadas con naranjas y otras especias secretas, para dar vida a algo que fuera refrescante y amargo a la vez.
El éxito de los spritz también radica en su versatilidad: son frescos, ligeros (generalmente tienen menos alcohol que otros cocteles) y combinan perfectamente con muchas preparaciones, como tapas, quesos, embutidos y un sinfín de entradas. Su sabor equilibrado —ni demasiado dulce ni demasiado amargo— lo acerca a un público mucho más amplio, y su tradición aperitiva —para abrir el apetito— lo convierte en el preámbulo perfecto para una comida, una cena o una reunión con amigos. Además, su estética colorida lo hace muy fotogénico.


Variedades de spritz
Aunque el Aperol spritz es el más popular, como bien ya dijimos, existen múltiples versiones, como el Campari spritz, mucho más amargo y con un color rojo intenso; el Cynar spritz que, elaborado con este licor de alcachofa, ofrece un perfil herbal y terroso; y Hugo spritz, una receta del norte de Italia, con licor de flor de saúco St-Germain y menta.
Otra versión que te puedes preparar en casa fácilmente es un Lillet Spritz, hecho con Lillet, el aperitivo francés por excelencia, creado desde 1872. Este vino fortificado macerado con frutas regala un suave dulzor, un aroma floral y un gusto frutal. Anota su receta: llena una copa de vino con hielo, añade 60 ml de Lillet Blanc ($326 pesos en La Europea) y 90 ml de vino espumoso. Completa con agua gasificada al gusto, mezcla suavemente para no romper la burbuja y decora con hojas de hierbabuena.

Hoy, el spritz, además de ser un coctel, es un símbolo de estilo de vida: relajado, social y disfrutable. Ya sea en una plaza de Venecia, en una terraza madrileña o en un restaurante en México, este coctel sigue (y seguirá) brillando como el rey de la happy hour. ¡Salute!
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