Estas son las leyendas más famosas de Guanajuato Capital

Dicen que las calles subterráneas, los estrechos callejones y hasta las casonas coloniales de la capital guanajuatense están plagadas de leyendas y son, justamente, esas narraciones fantásticas las que muestran el rostro más misterioso y mágico de la ciudad. Te compartimos las más famosas leyendas de Guanajuato Capital y dónde vivirlas. Texto: Arcelia LortiaFotos: Charly Ramos, Unsplash y cortesía.

 

Las leyendas más famosas de Guanajuato Capital

 

Desde historias de amor con un trágico final hasta relatos escalofriantes que ponen la piel chinita, así son las leyendas de Guanajuato Capital. ¡Anímate a conocerlas!

 

Amor eterno en el Callejón del beso

 

Callejón del Beso

 

Cuenta la leyenda que Ana, una bella doncella española, se enamoró de Carlos, un apuesto minero novohispano a quien tenía que amar a escondidas desde su balcón, pues su padre era un hombre con muchos prejuicios sobre las diferencias entre clases sociales.

Cada noche, bajo la luz de las estrellas, Ana y Carlos, desde sus balcones, apenas separados unos centímetros, disfrutaban su amor. Pero una noche, cuando la luna iluminaba el callejón, el padre de Ana los sorprendió y, enfurecido, apuñaló con una daga a su hija. Carlos, atónito por lo que sucedía y con el dolor de ver a su amada muerta, se quitó la vida. Desde entonces, a esa estrecha y diminuta calle se le conoce como el Callejón del Beso, donde, dicen, los amores se vuelven eternos.

La tradición señala que las parejas que lo visitan deben besarse en el tercer escalón para gozar de 15 años de buena suerte, pero aquellos que no cumplan con esa vieja usanza experimentarán siete años de mala suerte. Por ello, esta es una de las leyendas de Guanajuato Capital más populares y conocidas.

 

El fraile de la Plaza del Baratillo

 

Plaza del Baratillo

 

Como ocurre en casi todas las leyendas de Guanajuato Capital, existen relatos en los que se incluyen a más de dos lugares de la ciudad. Así sucede con esta, protagonizada por un fraile humilde que iba caminando por la Plaza del Baratillo. De pronto, un hombre alcoholizado le dio un empujó sin disculparse, a lo que el fraile dijo: “que Dios te perdone”. Y siguió su camino.

El sujeto aquel, a pesar de su embriaguez, vio que el sacerdote no tocaba el suelo, más bien se deslizaba a cierta altura del pavimento. Pasaron algunos días y aquel hombre sufrió un accidente en la mina. Sintiéndose morir, imploró que le llevaran un sacerdote, pues quería contarle todo para poder morir tranquilo. Tras contarle aquella historia y un momento de silencio, el sacerdote, con una sonrisa le dijo: «ese era yo«. Aquella frase hizo que el moribundo se estremeciera de terror y con los ojos desorbitados, viendo fijamente al religioso, exhaló su último suspiro.

Cuentan que, entre las momias del panteón, está una que pertenece a aquel minero y conserva la expresión de horror en su cara, con los ojos desmesuradamente abiertos, pues aseguran que nadie pudo cerrárselos luego de su muerte.

 

Las comadres petrificadas

 

Sierra de Guanajuato

 

En una de las primeras vecindades de la capital guanajuatense, cuando aún la llamaban Real Ciudad de Guanajuato, cuentan que vivían dos amigas inseparables, famosas por comunicar todo lo que pasaba en el pueblo. Aquella amistad que parecía irrompible de pronto se vio en aprietos, pues ambas se enamoraron de don Juan de Barriada, un buen mozo que les juró amor a ambas. Los celos y el dolor hicieron que las amigas comenzaran una terrible riña de chismes. Un buen día, dicen que el diablo se les apareció y les dijo que estaba aturdido con tanto chisme, así que les pidió que se callaran, pero ellas no pararon y continuaron con los dimes y diretes.

Días después, los chismes continuaban, así que el diablo, enojado, las convirtió, primero, en ranas y luego, para recobrar el silencio, las petrificó. Dicen que, en el barrio de Pastita, allá en la sierra de Guanajuato, cuando el viento sopla fuerte, aún es posible escuchar el murmullo chismoso de aquellas comadres. ¿Habías escuchado esta, una de las más famosas leyendas de Guanajuato Capital?

 

El Cantador

 

Leyendas de Guanajuato Capital

 

El Jardín Porfirio Díaz es el escenario de otra de las leyendas de Guanajuato Capital, la de El Cantador, esa que narra la historia de José Carpio, un guanajuatense nacido en el barrio de Tepetapa que solía pasear por las calles de la ciudad entonando las melodías más románticas. Cuentan que cantaba tan bonito que, cada tarde, cuando José iba cantando por las estrechas callejuelas, la gente salía de sus casas para escucharlo. Un buen día, José dejó de cantar, pues su padre había muerto en un derrumbe en una de las minas.

Tras varios años de silencio, gracias al amor que una joven había despertado en El Cantador, como todos lo llamaban, la guitarra enmudecida volvió a sonar en el Jardín de las Flores. Así, comenzaron las noches de serenatas y aquel jardín se volvió tan famoso que hasta perdió su nombre y se convirtió en el Jardín El Cantador. Hoy, es uno de los sitios más visitados de la ciudad.

 

La calle del Truco

 

Calle de El Truco

 

A principios del siglo XVII, en una antigua casona ubicada en una pequeña y angosta callejuela que se abría justo a un costado de la Plaza Grande, todos los días en punto de las seis de la tarde, los guanajuatenses se reunían para jugar baraja. De hecho, el juego que predominaba esas tardes era conocido como El Truco, por ello, esa vieja y grotesca construcción era llamada la Casa del Truco, protagonista de una de las leyendas de Guanajuato Capital más intrigantes.

Uno de esos días, Martín Padilla perdió todo lo que poseía, incluyendo a su joven y hermosa esposa. Dicen que cuando Martín, acompañado de su contrincante, fue por ella para saldar su deuda, la joven mujer que, por cierto, tenía poco de haber dado a luz a su único hijo, al recibir la noticia, cayó muerta, sin explicación, en la sala de su casa.

Al día siguiente, cuando el pueblo se enteró de lo sucedido, exigió que aquella casa de juegos fue inmediatamente clausurada. Y así sucedió.

 

El Pípila, valentía única

 

Leyendas de Guanajuato Capital

 

Entre las leyendas de Guanajuato Capital destacan algunas cuyo origen se difumina con los hechos históricos. Lo curioso es que pocas tienen una fecha específica, como ocurre con esta, que aconteció el 28 de septiembre de 1810. Ese día, la historia del país y de Guanajuato cambió, pues la ciudad fue el escenario de la primera batalla de la lucha por un México independiente. Y es que ese día el ejército insurgente comandado por Miguel Hidalgo atacó a los españoles refugiados en la Alhóndiga de Granaditas, consiguiendo así su primera victoria.

Cuenta la leyenda que el triunfo también se logró por la valentía de un minero local llamado José de los Reyes Martínez, mejor conocido como El Pípila. Él se ató una gran piedra sobre la espalda para desviar las balas y abrió una brecha en las defensas españolas, quemando las puertas de la fortaleza.

Actualmente, la ciudad presume un monumento a El Pípila en una colina, desde donde es posible ver toda la panorámica.

 

¿Ya conocías estas leyendas de Guanajuato Capital? Aprovechando el viaje, también te invitamos a descubrir los 5 museos en la ciudad de Guanajuato que tienes que conocer.

 

 

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