Si a un grano de trigo se le quita el salvado, queda el endospermo y el germen. El primero ofrece los nutrimentos necesarios para que del segundo pueda crecer una nueva planta. Estos nutrimentos son carbohidratos –principalmente- y proteínas. Cuando el endospermo se muele finamente, se obtiene harina. Pero si la molienda es más gruesa, entonces tenemos sémola, también conocida como cuscús.
Ocasionalmente, también se elabora a partir de cebada o trigo verde (que aún no alcanza la maduración). Pequeños, duros y de apariencia amarillenta, estos gránulos son en realidad muy fáciles de cocinar.
Solo hace falta colocar agua en una cacerola y si se desea, agregar un chorrito de aceite de oliva y sal. Luego se lleva al fuego y se calienta por unos minutos. Cuando rompe el hervor, se agrega la misma cantidad de cuscús que de agua. Tapar y reservar durante 5 minutos. Una vez que el agua se haya absorbido, esponjar con ayuda de un tenedor.
Se sabe que el cuscús pudo haber tomado su nombre de la palabra beberé seksu, que quiere decir redondeado, o del vocablo árabe kuskus, que significa comida. Es muy apreciado en países como Argelia, Túnez, Marruecos, Libia y otros del norte de África, donde se utiliza para elaborar diversos platillos tradicionales.
Usualmente, el cuscús se acompaña de vegetales cocidos, garbanzos y en ocasiones carne, aunque dependiendo la zona, también se puede preparar con ingredientes dulces. En Túnez se consume con pescado, o con tripas, hierbas y huevo cocido. En Argelia se sazona con ras el hanout, una mezcla de especias y se sirve con carne, pollo o pescado. Y en Marruecos, hay muchas recetas, además del cuscús con almendras y pasas.
Además del continente africano, el cuscús se consume en países europeos como España y Francia. En México se puede conseguir en supermercados, listo para cocinarse. ¿Qué esperas para probarlo?