Eduardo Morali, sueño cumplido

La lucha por ser el ganador absoluto de Top Chef México ha llegado a su fin, no sin antes dar la última batalla, en la cual el chef Eduardo Morali se enfrentará en la cocina con el chef Rodolfo Castellanos, en donde pondrán a prueba su destreza, paciencia y sobre todo, su pasión por la comida.

Pero antes de la final que se transmitirá este domingo 15 de mayo a las 20:00 horas por Canal Sony, platicamos con el chef Eduardo Morali, y a manera de recuento, nos compartió lo que significó para él haber sido elegido entre cientos de cocineros para participar en este reality show gastronómico y de qué forma lo ha transformado como persona y como chef.

 

¿Cómo fue el proceso de selección?

Nos enviaron una invitación y mandamos un video casting.

Competimos contra 100 chefs aproximadamente y de ahí fueron seleccionando hasta que quedamos solo 16. Pero yo ya conocía el concepto de Top Chef, ya que viví 10 años en Estados Unidos, donde estudié Gastronomía, y desde entonces veía el programa y me fascinaba el formato, entonces cuando me invitaron, yo dije a mi me vale lo que pase yo voy, y me quiero quedar.

Porque para mí era mucho más importante participar en Top Chef que estar en otro trabajo, pero afortunadamente en ese momento yo ya estaba en Eloise, y tanto Abel como Laura me súper apoyaron para que fuera, la verdad es que en esa parte no me costó trabajo porque conté con su apoyo.

Pero en casa fue más complicado, porque no fue fácil dejar a mi mujer mes y medio y más sin tener contacto, porque el estar en Top Chef era estar sin celular y aislado, pero al final de cuentas mi esposa me apoyó porque sabía que era algo que anhelaba mucho.

 

Crédito: Canal Sony.
Crédito: Canal Sony.

 

¿Cómo recibiste la noticia de ser aceptado en el programa y cuáles eran tus expectativas?

Cuando me avisaron recuerdo que grité de la emoción, pues era algo que anhelaba mucho conseguir. En cuanto a mis expectativas, como ya conocía el formato, el tema de los retos me hizo saber a lo que me enfrentaría, y mi expectativa era llegar lo más lejos que se pudiera, la número uno era no salir en el primer programa y así todos los programas, era ir sobreviviendo un capítulo a la vez. Durar lo más que pudiera para que valiera la pena tanto esfuerzo.

Aunque yo sabía que alguien tenía que salir a fuerzas, yo nada más decía ojalá no sea yo. Y pues claro que mis expectativas abarcaban que los retos y la competencia fueran fuertes. Lo cual no estuve equivocado. Y ahora ya lo que quiero es ganarlo.

 

¿Cómo se rebasaron tus expectativas ahora que ves el resultado final?

Con toda las sinceridad digo que no hubo nada que no me gustara del programa, todo fue hecho con una calidad increíble, todos fueron súper profesionales, la verdad es que mis expectativas sí se rebasaron, porque la experiencia fue mucho mejor de lo que esperaba.

Y poco a poco viendo la calidad de la producción y de los retos, las locaciones fue decir ¡wow! Y había días en los que me preguntaba, ¿qué más difícil puede ser?, y al día siguiente llegaba Daniel Gruener (director del programa), y ponía algo mucho más difícil, y pues todos sabemos que Daniel es un genio, y la verdad merece todos mis respetos. Creo que Top Chef México está mejor hecho que el de Estados Unidos.

 

Crédito: Canal Sony.
Crédito: Canal Sony.

 

¿Cuál fue el reto que más recuerdas?

Creo que todos tuvieron su nivel de complicación, pero el que tuvimos en este penúltimo programa fue el más difícil de todos, ya que nos trasladamos a Yucatán y nos enfrentamos al reto de los cuatro elementos, desde ir a pescar y traer los productos frescos del mar, hasta llevarlos a la cocina y convertirlos en un delicioso platillo.

Para mí fue el reto más difícil de toda la competencia, porque fue muy confuso, estresante, demandante, y pues te estás jugando el pase a la final, por lo que se sentía mucha presión. Tuvo una mezcla de muchas cosas, de estrategia, de tiempos, de destreza, además dónde grabamos, el calor que hacía, el lugar era muy disperso, creo que eran muchas cosas difíciles en un solo reto.

 

¿Cuál fue el destino que más te conmovió durante la filmación?

La verdad es que fueron muy diferentes, pero el que más me movió fue el de San Miguel de Allende, por el mismo realy que se realizó. Pero para mí fue porque conocí lugares que nunca antes se me hubiera ocurrido ir como el rincón de Parangueo, como el Lago de Yuriria, son lugares que yo nunca hubiera visitado sino hubiera sido porque me llevaron.

Tenemos tantas cosas tan cerca de la Ciudad de México y no te imaginas lo fregón de cosas que hay y que no las conocemos porque no sabemos que están ahí. Además de que conocí los productos que tiene cada región y creo que es un elemento importante que hay que rescatar.

Si piensas en comida mexicana inevitablemente te vienen a la mente Oaxaca y Ensenada, a lo mejor nadie hubiera dicho Guanajuato o Yucatán, a pesar de tener una de las cocinas más ricas y fregonas del país.

 

Crédito: Canal Sony.
Crédito: Canal Sony.

 

¿A qué compañero o compañeros conociste mejor durante el programa?

Con los que más tiempo conviví por su puesto que el lazo de amistad fue mucho más fuerte, por ejemplo con Matteo, que a él no lo conocía, pero luego de estar más de un mes durante 24 horas viéndole la cara, igual que Rodo e Irving, fueron con los que terminé teniendo un clic especial, todos vivimos en diferentes ciudades, por lo que no los veo mucho, pero sabes quién realmente ya es tu cuate. Con Matteo conviví mucho y me llevé muy bien.

A Fer Martínez yo ya lo conocía, y nos tocó convivir mucho rato, a él lo veo mucho más porque vive en la ciudad. También con José Miguel, aunque él es el amigo de todos, pero tiene una facilidad para caer bien, con sus ocurrencias, con él inmediatamente sentí una buen conexión. Y a Pía y a Adria también, pero creo que un grupo tan grande siempre tienes con quien más platicas, no porque los demás te caigan mal.

 

¿Qué aprendiste de ti que no sabías durante esta experiencia?

Entró un chef completamente diferente al que soy ahora, y creo que todos los que participamos podemos decir lo mismo, porque el estar ahí adentro te lleva al límite, por más que estés acostumbrado al estrés de la cocina y de un restaurante, no es lo mismo.

Es diferente el estrés que tienes antes de entrar a un reto porque no sabes lo que va pasar y eso es un poco de la parte en la que tienes que ser más fuerte mentalmente. Yo no sabía qué tan fuerte mentalmente era hasta que entré a Top Chef, y eso me di cuenta, qué tanto fui capaz de mantener la calma en momentos de mucha presión, y algo que te enseña el estar ahí adentro es hasta dónde eres capaz de llegar. Básicamente es encontrarte un poquito a ti mismo allá adentro, pues es una competencia contra ti y esa es la mayor enseñanza.

 

Foto: Especial.
Foto: Especial.

 

¿Cuál es el momento más feliz y más triste que has vivido en Top Chef?

Hasta ahorita los más felices han sido dos, cuando me eligieron para participar, y en el primer programa cuando me dijeron que me había salvado, esos han sido de los primeros momentos felices que he vivido en el programa.

Pero luego vino uno más feliz que fue cuando gané mi primer reto, cuando gané una prueba de fuego en el capítulo 10, y yo no lo podía creer, porque sentía que había sido como un sube y baja y creí que había llegado hasta ahí sin hacer nada, hasta que gané ese reto y me sentí muy feliz, hasta celebré.

Y el momento más triste, pues depende del resultado del programa, yo creo que cada vez que se iba alguien siempre era un momento triste, a final de cuentas es una competencia, pero con el tiempo vas sintiendo una hermandad, y cada vez que alguien se iba como que perdías parte importante de esa familia.

 

Tu experiencia en Top Chef resumida en una sola frase

Experiencia de vida, definitivamente, Top Chef es lo más difícil que he hecho en toda mi vida, creo que para muchos ha sido así, es una experiencia de vida, he participado en muchos concursos, pero este ha sido el más difícil de todos.
En cuestión de todos los factores que están detrás como el aislamiento, la presión durante 24 horas, engloba muchos aspectos y eso lo hace toda una experiencia de vida.

 

Rodolfo Castellanos, por amor al producto

Luego de 12 capítulos de Top Chef México, el camino ha llegado a su fin, y solo uno será el ganador de este reality show que ha metido a miles de espectadores a la cocina para vivir cada uno de los retos realizados por los chefs participantes, entre ellos Rodolfo Castellanos, quien es uno de los finalistas de la emisión gastronómica.

El chef Castellanos desea poner muy en alto el nombre de Oaxaca, lugar de donde es originario, y llevarse este domingo el título de Top Chef México, pero para ello tendrá que vencer en la cocina a su colega, el chef mexicano Eduardo Morali. Platicamos con el chef Rodolfo Castellanos sobre su experiencia de haber participado en Top Chef México y esto fue lo que nos compartió.

 

Crédito: Canal Sony
Crédito: Canal Sony

 

Experiencia Única

“Mi experiencia en Top Chef es algo muy padre que nunca había hecho. En mi vida profesional, me ha dado un poco más de confianza y he confirmado que el camino que decidí seguir desde un principio ha sido el adecuado.

El trabajo que hecho en el restaurante (Origen) ha dado frutos, pues manejo una filosofía de cocina bien definida. Además, el programa me dio la oportunidad de conocer a varios cocineros. Me quedo con un buen sabor de boca.

 

Amistad o competencia

Primero que nada son mis amigos, pero evidentemente es una competencia en la que todos queremos ganar y ahí está puesta nuestra atención. Sin embargo, pienso que la competencia es con uno mismo.

En cada reto, uno es quien decide qué hacer, quien se bloquea o quien experimenta y obtiene cosas que no sabía que tenía guardadas. Prefiero quedarme con la parte de la amistad, de haber convivido con personas a quienes admiro porque no son unos improvisados.

Todos tienen un gran trabajo recorrido e historias que contar, no estuvieron en la competencia por una fórmula secreta o una varita mágica. Ellos son profesionales en toda la extensión de la palabra.

 

Crédito: Canal Sony.
Crédito: Canal Sony.

 

Hombres vs. Mujeres

Los retos son subjetivos al final del día. Todos trabajamos por un objetivo y no es una cuestión de género, ellas son excelentes cocineras, pero el camino fue afortunado para nosotros y desafortunado para ellas.

Creo que no le robamos nada a nadie. Cada uno de los participantes fuimos a ganar la competencia y tuvimos la oportunidad de ejecutar los retos. Pero el que solo seamos hombres los finalistas, no quiere decir que seamos mejores ni peores que ellas.

No es una cuestión de género ni de capacidades, simple y sencillamente hemos sabido interpretar mejor los retos, nos ha ido bien y en la competencia todos somos iguales.

 

El reto más difícil

Cada uno de los retos tuvo algo de especial, desde reinterpretar la cocina de otros chefs hasta compartir con los compañeros. Todos formaron una experiencia única. Cada reto tenía cosas interesantes porque creo que la producción tuvo mucho cuidado en esos detalles.

El tiempo en cada uno de los retos fue esencial, pues la idea era terminar los platillos, y hubo ocasiones en las que me atrasaba, otras en la que debía elaborar cosas que nunca antes había hecho, sin embargo, traté de hacer mi mayor esfuerzo en cado uno de ellos y el trabajo no fue malo.

Recuerdo que el reto de la barbacoa fue exhaustivo. Tuvimos muchas horas de producción y de trabajo. El resultado no fue bueno para todos, pero aprendí a valorar y a respetar el trabajo de quienes hacen la barbacoa en la vida cotidiana. 

 

Crédito: Canal Sony.
Crédito: Canal Sony.

 

Representar a Oaxaca en Top Chef México

Ser representante de un estado que está orgulloso de su gastronomía es una responsabilidad muy grande, sobre todo porque estoy bajo la lupa de todo el mundo. La televisión nos da una ventana muy amplia que se abre a miles de personas y estoy consciente de que soy un oaxaqueño orgulloso de dar a conocer la cultura de su estado. Me gusta que se hable bien de Oaxaca y que las problemáticas del estado no afecten y que se hable de la riqueza de nuestros platillos.

El apoyo de la gente es muy importante, desde los clientes de mi restaurante hasta los que nos apoyan a través de las redes sociales.

 

¿Qué pasaría si ganas?

No sé, ha sido un camino muy largo en mi carrera. No empecé con el show de Top Chef. Sin duda ha sido un gran aparador para todos los participantes, pero todos tenemos una historia detrás. No fue por guapos o por guapas, sino por nuestra trayectoria y trabajo. Si gano, estaría muy orgulloso de que Oaxaca obtenga el premio y aprovecharía la repercusión mediática para crecer más y generar más empleos.

 

Foto: Especial.
Foto: Especial.

 

¿Cuál sería tu sentir si pierdes?

Creo que todos los participantes sabemos en qué nos equivocamos y qué hicimos bien. A nosotros nos llamaron por ser cocineros, porque representábamos un tipo de cocina y decidimos entrar al proyecto por una razón personal. Yo acepté estar en Top Chef porque quería conocer a los mejores cocineros de México y aprender de ellos y lo conseguí, y eso ya es demasiada ganancia. No me sentiría derrotado por no ganar, pues la experiencia ha sido inolvidable. Ganar o perder no cambia de ninguna forma mi trabajo como cocinero.

 

Aportación a la gastronomía oaxaqueña

En la cocina ya todo está hecho. La cocina oaxaqueña se ha construido a través del tiempo y está muy bien lograda. No necesita nada. Si como cocinero tengo que aportar algo a la gastronomía mexicana, es la promoción de los productos de mi estado.

Que se conozca a la señora que hace las tortillas, que se sepa quién recolecta los hongos, quién entrega la pesca. Trato de ser el canal para que todos estos productores se vean y la gente los conozca. Quiero ser el portavoz para que los productores de Oaxaca sean conocidos en todo el país y mis colegas utilicen los productos en sus restaurantes. Las manos oaxaqueñas deben conocerse en todo el mundo.

 

Matteo Salas, de alma mexicana

Nació en Milán, Italia, aunque su gastronomía se remonta a los recuerdos de su infancia en Valle de Bravo, Estado de México, cuando se formaba en la fila de las tortillas esperando la recompensa: una tortilla enrollada con un poco de sal.

Egresado de la carrera de Administración Hotelera y Restaurantera, en Francia, en el Paul Bocuse Institut, así como Artes Culinarias y Gestión de Restaurantes con especialidad en Alta Gastronomía y Productos Finos, su experiencia se desarrolla en restaurantes de Europa y, desde hace dos años, en Áperi ubicado en San Miguel de Allende, Guanajuato.

Tras saber de su expulsión del reality Top Chef México, le llamamos para tener sus primeras impresiones y esto fue lo que nos dijo:

“No me lo esperaba porque considero que hice mi mejor papel, mi menú era muy bueno y siempre me esforcé por ofrecer lo mejor de mí. Los jueces tienen sus preferidos y aunque no tuve una explicación de por qué salí, creo que me voy satisfecho de mi trabajo en el programa».

 

Aperi

 

Una experiencia personal

«Top Chef es una cosa aparte. Está el Matteo de Top Chef y está el Matteo real”. El éxito de Áperi no es por Top Chef, pues mucho antes ya existía un referente gastronómico en San Miguel de Allende. Top Chef no hará que el restaurante sea mejor o que yo sea mejor chef.

Lo que me dio el programa es una experiencia personal increíble que no tiene nada que ver con lo que hago en mi restaurante, porque en él tengo la libertad de trabajar con mis productos y con mis recetas.

Lo que me dio Top Chef no tiene que ver con mi camino en la cocina o en cómo he marcado el paso en la cocina mexicana actual con Áperi”. Top Chef representa y expone la cultura mexicana por medio de la gastronomía, es una gran producción y estoy muy orgulloso de ser parte de la primera temporada de este proyecto pero, para dejarlo más claro, a Áperi y a mí se nos conoce por mi cocina y no tanto por la televisión.

Eso es mucho más importante para seguir trascendiendo y para seguir esforzándome, aunque no esté frente a los reflectores».

 

APERI

 

Más mexicano que el chile

«Me encanta la tradición de los mexicanos para presumir la gastronomía familiar. Soy una persona de muchas raíces, porque me gusta estar con la gente, conocerla, aprender de sus costumbres. Soy mexicano de corazón pues nací en Italia pero crecí en México.

Aunque estuve algunos años en Europa, nunca perdí el contacto con México. Puedo decir que soy más mexicano que el chile, porque me falta muy poco para conocer toda la República. Me he dedicado a conocer el país durante casi toda mi vida.

Cuando regresé a México, una de mis metas fue dedicarme a conocer México: convivir con las cocineras tradicionales, conocer su trabajo, degustar sus platillos, ver cómo los presentan. Disfruto viajar por la sierra o visitar a algún destino ‘de mochilazo’.

Me gusta conocer a los productores y adentrarme en el México profundo de sabores y aromas que tenemos por herencia, que nos han legado los mexicanos del pasado.

Creo que no necesito ser una Diana Kennedy para ser curioso y conocer México a mí me enorgullece México y ser parte de él. Es un gran país y que faltan muchas cosas por hacer en varios rubros, pero debemos agradecer que tenemos una cultura impresionante.

Es nuestra responsabilidad darla a conocer y exponerla. Hay que querer esta tierra y ayudar a su gente, romper los límites y superar cada paso».

 

Matteo Salas

 

El juez más duro

«Las críticas o comentarios que recibí de Guillermo González Beristáin me dolían, porque lo admiro y lo respeto; me ayudaban mucho los comentarios de Martha Ortiz; sin embargo, para mí es más duro que me critique mi comensal, porque está pagando, porque espera buen sabor y un platillo exquisito. Si un cliente me llama y me dice que no le gustó la pasta porque no estaba al dente o porque estaba aguada, me preocupo. El cliente tiene sus fundamentos y los chefs tenemos errores.

Cuando trabajas por la gastronomía mexicana encuentras a los chefs (que fueron jueces) en los festivales, hay camaradería y respeto. Cocinamos a cuatro manos y compartimos las cocinas y la mesa. Con el comensal es diferente, ahí hay un compromiso de calidad».

 

Irving Quiroz, legado de sabor

El chef Irving Quiroz nació en una cuna en donde, literalmente, nunca faltó el pan. Sus padres tenían un negocio de panadería muy exitoso en Toluca, por lo que a los seis años ya vendía merengues y decoraba los pasteles que amorosamente preparaba su madre. Pasaron dos años más y el ahora autor del libro Panes mexicanos ya preparaba masas de hojaldre.

No fue sino hasta la preparatoria, cuando en una plática con la orientadora vocacional, supo que debería profesionalizarse y dejar lo empírico para poner las manos a la masa en lo que hoy es una trayectoria de más de quince años.

Egresado del Instituto Culinario de México, ubicado en Puebla, trabajó en dos lugares que le hicieron ganar la experiencia para convertirse en instructor a los 22 años, un momento en que los expertos panaderos lo cuestionaban sobre su juventud: “Bueno, yo tengo 23 años de ser panadero ¡qué me vienes a enseñar!”

 

Irving Quiroz

 

Años más tarde, y con el dinero de una liquidación, tuvo que decidir entre comprarse un auto o irse a estudiar a Francia. ¡Ya sabemos lo que pasó!

Durante un año estudió en una de las escuelas más prestigiosas de Francia y fue ahí donde aprendió la panadería mexicana. “En la escuela de Francia yo no aprendí a hacer conchas, ni bolillos, ni ojo de buey, ni campechanas, pero aprendí las bases de la panadería que son universales”.

Con sabor a México

Libro Panes mexicanos

Lo bueno de trabajar con Larousse es que es una marca que se vende sola; sin embargo, me dieron un libro de 70 recetas y tuve que dejar muchas fuera. El libro Panes mexicanos es un título que la gente podría esperarse, quizá por eso ya se reimprimió en tres ocasiones. “Fue un hit que no se lo atribuyo tanto al autor, sino a que es un libro de fácil consulta en el que las recetas sí salen”.

 

Un libro más

“En mi segundo libro me gustaría hablar de la panadería casera, de la panadería artesanal”. Hablar de la baguete, del croissant, la focaccia, del bretzel, del bagel, porque soy un panadero que hago pan de todo tipo y para todos los gustos.

 

Panes Mexicanos

 

El pan más difícil

Para mí el pan más difícil del mundo es el bolillo. Es un pan que requiere todo tu tiempo, porque si se pasa de fermentado, si no le das el corte al momento o si no lo horneas a la temperatura adecuada, tendrás un bolillo feo. Un mal bolillo es el que está muy bonito por afuera pero cuando lo pruebas es “puro aire y no tienen sabor”. Son panes que hacen de prisa en los supermercados, para los que utilizan aditivos y se vean enormes; sin embargo, nos saben ricos. “Un buen bolillo es crujiente, lo cortas sin problema y al olerlo, huele a fermentación”. Yo creo que un bolillo no lo hace cualquiera. Un buen bolillo se hace con harina, agua y sal, sin ningún otro aditivo.

 

Su pan favorito

A mí me encantan las conchas. Creo que es un pan único. Si le preguntas a los mexicanos cuál es el pan más importante de México todos te van a referir a la concha. Me parece que la concha es un pan muy rico, es muy fácil de hacer y delicioso.

 

El pan que no le gusta hacer

La campechana es un pan muy complicado, muy difícil de hacer. “Yo digo que es el hojaldre de los pobres, porque es una masa de manteca, harina, sal y agua”. La dejas reposando y luego tienes una mezcla de manteca con harina, la untas y con un palito le tienes que dar vueltas y vueltas. Aunque, sin duda, es una genialidad hacer una masa hojaldrada a partir de un palito. Es un pan que los panaderos ya no quieren hacer porque es muy frágil, que la gente no paga y que es complicado de hacer. Sin embargo, aunque no me gusta hacerlo “cada que doy una demostración de panadería me gusta preparar campechanas porque son únicas en el mundo».

 

Pan mexicano

 

Sobre las panaderías de cadena

Me gustan mucho. La industria de la panadería ha resurgido gracias a esas grandes cadenas. La industria del pan tuvo mucho daño por los supermercados y esas cadenas grandes que utilizan harinas preparadas y a donde al panadero le pagan por destajo y no por calidad. El panadero de barrio ha desaparecido. Esas cadenas que hacen mucho pan me sorprenden, porque siempre hay filas. “Yo no puedo vender una concha de 20 pesos porque la gente no me la compraría, por eso está bien que haya conchas de seis pesos. La panadería es democrática y debe a ser para todos”.

 

Un mensaje para los nuevos chefs

Yo invitaría a los nuevos chefs a que se conviertan en pasteleros, hacen falta muchos. El consejo que les daría es que no se conformen con lo que les enseñan en la escuela, aunque ésta sea la mejor. Les recomiendo que lean, que vayan a restaurantes, que aprendan del mundo. “Antes solo quien tenía dinero podía irse a estudiar a Francia. Hoy, con la revolución digital, puedes leer libros o tomar cursos en línea”. Mi consejo es que se atrevan a ser diferentes.

 

Irving Quiroz

 

Top Chef un salto en su carrera

Cuando me invitan al programa era un momento crítico en mi vida, porque dejo de trabajar para Theurel & Thomas, que se había convertido en mi escaparate. Dejé de ser un chef de escuela para convertirme en un referente gastronómico nacional.

Cuando me quedo sin ellos, no sabía qué hacer con mi vida. Estaba en la disyuntiva de si me regresaba a Toluca, si ponía una pastelería en Puebla o se me iba a la Ciudad de México y entonces se presentó Top Chef. Top Chef fue una buena decisión.

Al ser pastelero, sabía que tenía pocas posibilidades de ganar. No obstante, “antes de ser pastelero, fui cocinero, por lo que puedo preparar un buen mole, puedo hacer una buena paella, puedo hacer un buen arroz”.

Trabajo mucho en restaurantes porque asesoro cocinas. Si llega un atún me atrevo a deshuesarlo. Soy bravo, soy valiente. Es claro que encuentro una diferencia entre el Irving antes y el Irving después de Top Chef. No soy mejor cocinero ni soy mejor persona. Soy el mismo pero la gente me ve más. Eso, para lo que yo hago, es importantísimo.

“Espero que sea importante en mi vida futura, pero también espero no marearme con los primeros tres escalones, porque aún tengo que subir una escalera muy grande. Espero que nunca se escuche de mí como un chef mamón o creído”.

 

Lula Bistro, arte al plato

Desde una perspectiva estética, la propuesta de Darren Walsh es un ejemplo brillante de la cocina de vanguardia. En Lula Bistro crece con cada platillo que crea, con el fin de generar sensaciones únicas en sus comensales. 

Producción: Elsa Navarrete/ Fotos: Charly Ramos/Maridaje: Miguel Ángel Cooley. 

El chef irlandés Darren Walsh deconstruye y experimenta sin sacrificar el sabor como si de un arquitecto orgánico se tratara. Imitando visualmente a una obra, el propietario de Lula Bistro crea platos arquitectónicos que deleitan el gusto, pero también la vista. Aunque sus logros van más allá, al ser uno de los primeros chefs que se aventuró a ofrecer una cocina distinta en Guadalajara.

 

Lula Bistro

Su fascinación por la gastronomía se remonta al oficio de su abuelo. Desde los cinco años le emocionaba la idea de que con solo juntar algunos ingredientes, jugar con ellos y hornear, se obtenía un alimento tan básico como el pan. Verlo trabajar en las mañanas se convirtió en el sustento de su amor por los fogones. Por otro lado, su papá, que era arquitecto, le heredó un gusto artístico y su experiencia en restaurantes con estrellas Michelin le implantó el ADN de la perfección.

“Cada día es diferente, pero los platillos tienen que salir y saber igual. Son 24 horas de excelencia”, comenta Darren mientras recuerda lo que aprendió a lado de Gordon Ramsay en L’Aubergine (Londres) y otras valiosas enseñanzas con Daniel Boulud en Daniel (Nueva York). “La mejor escuela que debe tener un cocinero para ejercer el oficio profesionalmente, es un restaurante con disciplina, casi de corte militar”, prosigue.

 

Papillon

En la Gran Manzana a los 25 años no solo abrió Papillon, su primer restaurante, sino que también conoció a la tapatía Clara Lozano, quien hoy en día es su socia. “No sabía nada de México, nunca lo había visitado. Bastó escuchar cómo hablaba de su país para enamorarme de la gente, de sus colores, comida y productos”, afirma este chef quien, al pisar tierras mexicanas, se sintió como en una tienda de dulces. Fue tal su inspiración que decidió emprender un nuevo proyecto en la Perla de Occidente.

En 2011, levantó la cortina de Lula Bistro, y rápidamente —tomando en cuenta el reservado panorama culinario de la ciudad— se convirtió en un lugar asediado por comensales curiosos. Aun así, al principio le fue difícil: casi nadie sabía qué eran las estrellas Michelin, y encontrar cocineros fue todo un reto. Durante el primer año, él sacaba todo el mise en place, y para la hora del servicio entraban dos personas más. Hoy esa situación es diferente: cuenta con dos cocineros de Guadalajara y los demás vienen de diferentes partes del país. “Esto es lo que más me entusiasma, que recién egresados o practicantes quieran aprender lo que se hace aquí”, dice orgullosamente. 

 

Distinción Bohemia

No solo se jacta de ser el primero en Guadalajara donde sucedió este fenómeno, sino que también su propuesta arriesgada le valió la Distinción Bohemia como mejor restaurante y chef de la capital jalisciense, tras seis meses de haber abierto. En esos años, apenas Latina aparecía con un estilo más innovador, pero Darren cuenta que estuvo prácticamente solo en una ciudad donde los restaurantes no ostentaban el nombre de su chef.

No obstante, ahora bulle una movida culinaria encabezada junto con él por Antonio de Livier, Paco Ruano, Nico Mejía y Poncho Cadena, entre otros.

En sintonía con su personalidad rigurosa y minuciosa, uno de sus mandamientos se resume en: “Cocina, cocina y cocina. Y cuando pienses que ya sabes, sigue cocinando”. En aras de una evolución constante, no le gusta definir su estilo ni darle origen; más bien, lo que busca es transmitir la pasión que vive a diario y romper paradigmas. “En el momento en que esté conforme, puedo perderlo todo. En un mundo tan lleno de oportunidades, necesitas seguir moviéndote”.

Dentro de un amplio loft, con una decoración neutra y sencilla para evitar distracciones innecesarias, se sirve un menú de degustación a cada uno de los comensales. En todos ellos, desde cinco hasta 22 tiempos, se cuida hasta el mínimo detalle: sabores, aromas, textura, altura y composición. “Se conciben como si fueran un plato en diferentes bocados, por lo que debe tener armonía de principio a fin”.

La vida diaria, las estaciones, los ingredientes locales y el arte son su fuente de inspiración, mientras que la sal de mar y el aceite de oliva son imprescindibles en su cocina, así como la pasión y la paciencia. Buscando la perfección, sabiendo que nadie es impecable, basa su filosofía en el cuidado de los pequeños detalles durante todo el proceso creativo, en el cual primero piensa, luego dibuja y por último cocina.

Desde que abrió sus puertas en la ciudad de San Diego California, el restaurante Bracero Cocina de Raíz ha causado una gran impresión entre cada uno de los comensales que han tenido la oportunidad de saborear sus originales platillos que tienen un sello muy característico, todos son de origen mexicano.

Esta es la consigna que ha procurado cumplir al pie de la letra el chef Javier Plascencia, encargado de dirigir a un gran equipo que comparten su amor y pasión por la comida.

Fotos: Charly Ramos. 

 

Javier Plascencia

Ha sido tanto el éxito de Bracero, nombre inspirado en el programa que llevó a miles de mexicanos a trabajar en los campos de Estados Unidos, que a pocos meses de su inauguración, ahora se encuentra nominado a Mejor Restaurante

Nuevo por los premios James Beard Awards, los cuales reconocen a nivel nacional en los Estados Unidos, a restaurantes, chefs, sommeliers y escritores culinarios, entre otros, que hayan tenido un desempeño de excelencianominación que tomó por sorpresa al chef mexicano.

 

Javier Plascencia

 

“No nos lo esperábamos la verdad, la nominación fue una sorpresa. Cuando inauguramos el restaurante estuvo muy bien pensado, desde el nombre, sobre todo por la carga que tiene, por lo que quisimos hacer comida muy nuestra, por eso trabajos con mucha gente local que tiene huertos, lo que llamó mucho la atención de la gente.

Además, de la carta de vinos, que todos son producidos por mexicanos, entonces se dio todo, lo que me ha dado mucho gusto”, dijo el chef Javier Plascencia en entrevista telefónica con Food and Travel.

 

Bracero

Para el chef mexicano no existe un secreto para el obtener el éxito, pero si hay un elemento básico para obtener tan buenos resultados en un restaurante y el reconocimiento internacional sería la pasión por el trabajo.

“Desde la primera semana que abrimos, se sintió el compromiso de todo el equipo. La mayor parte de las personas que conforman el equipo son mexicanos, o que ya llevan viviendo muchos años en Estados Unidos, pero son mexicanos. Entonces todos dan lo mejor de sí, esa pasión que caracteriza a los mexicanos, es lo que nos ha hecho llegar alto”, compartió el chef.

 

Bracero

 

Uno de los rasgos que caracterizan los platillos servidos en Bracero es que solo se preparan con productos locales, ofreciendo a los comensales los alimentos más frescos, lo que se ha convertido en uno de sus sellos más respetados y valorados por el público.

 

Experiencia y conocimiento

“Gracias a la experiencia y conocimiento que tenemos de la gastronomía de California, y de que sabemos lo que busca la gente para comer. Por ello, utilizamos solo productos locales, y esta cercanía que hay con la frontera, nos hizo pensar en alimentos que fueran del gusto tanto de la gente que está dentro y fuera de la frontera, además de contar con el apoyo de los productores, creo que eso fue la clave para tener una propuesta gastronómica sólida», dijo el chef Plascencia.

En cuanto a los platillos insignia de Bracero, el chef mexicano nos contó que el que más a sorprendido a los comensales de San Diego, California, han sido los escamoles, ya que sin bien muchos de los comensales saben mucho de cocina, no están muy familiarizados con la comida mexicana.

«Lo escamoles han llamado mucho la atención, ya que es un platillo conocido en México con el que los comensales de San Diego se sorprenden mucho, y se han vuelto locos con este platillo, lo que nos da mucho gusto, pues si bien son personas que no conocen mucho de comida mexicana, saben de cocina, de sabores y texturas», compartió el chef.

 

Bracero

 

 

James Beard Awards

Para Javier Plascencia, la gastronomía mexicana está a la altura de cualquier otra en el mundo, ya que ha sido un largo camino recorrido que la ha llevado en la actualidad, a que en todo el mundo se habla de ella.

“La cocina mexicana está muy al nivel de todas las cocinas internacionales, ya que no solo en la Ciudad de México, sino en diversos estados de la República, hay muchos chefs poniendo en alto el nombre de nuestro país, por eso en casi todo el mundo se está hablando de ella», aseguró el chef mexicano.

Ante esta importante nominación a los James Beard Awards, que se llevarán a cabo el próximo 2 de mayo en la Lyric Opera de Chicago, Javier Plascencia espera seguir representando como hasta ahora a la gastronomía mexicana a nivel mundial.

 

Dani García, gastronomía andaluza

Durante Madrid Fusión, este cocinero andaluz con dos estrellas Michelin afirmó que sus restaurantes reflejan su esencia, lo que fue, lo que es y lo que seguirá siendo, cuenta Cecilia Núñez

 

El sabor como protagonista

Soy del sur de España, donde impera una cocina tradicional. Mantenemos esa línea y la unimos a la vanguardia, a la técnica, a la filosofía y al concepto, pero sin perder el sabor. Para nosotros lo fundamental son los sabores: que sean muy reconocibles. En ese caso, seguimos siendo fieles a lo que hemos sido siempre.

 

El brillo de Marbella

En una población sumamente pequeña de 100 mil personas —aunque en verano se multiplique por tres, gracias al turismo— es una barbaridad que haya cuatro restaurantes con estrellas Michelin: tres con una y nosotros con dos.

Así que podemos inferir que a nivel de alta cocina estamos muy bien cubiertos, pero a nivel de tradición también, con todos esos chiringuitos en la playa que tienen mucha fuerza en España, y también en el mundo.

 

Chef Dani García

 

Narrar un cuento

Ofrecemos una carta llena de juegos y contrastes con los sabores tradicionales y vanguardistas de la gastronomía andaluza. BiBo es mi esencia, lo que he sido, soy y espero seguir siendo. Tomo las cosas de mi tierra siempre como base, y lo que he ido aprendiendo en los rincones del mundo que he visitado. Mi carácter es lúdico y también es disciplinado, y creo que eso se refleja en los platillos.

 

Lo esencial es invisible al ojo

Un menú no solo son los platillos; también el servicio, la atmósfera, la amenidad de las recetas y la historia que cuentas. Ahora, servimos un menú basado en El principito, donde dejamos saber que el sabor es invisible al ojo: es vital dentro del mundo gastronómico ese punto gustativo.

 

Inspiración en casa

La mayor inspiración en nuestros platillos es Andalucía, pero también viajamos mucho, y eso hace que conozcamos más ingredientes y nuevos sabores que añadimos a nuestro recetario, pero, sobre todo, los usamos para potenciar lo nuestro.

 

Chef Dani García

 

Andalucía para devorarse

Me gusta mucho la forma de comer en Andalucía: esa manera de tapear, ir de bar en bar, comiendo en barras… Eso es muy andaluz y muy sevillano. En Sevilla es obligatorio ir a probar los embutidos y el pescado frito que, aunque no le llegue el mar, es algo típico.

 

El mundo para saborear

He ido a muchísimos lados, pero podría mencionar México, Perú y Japón: son tres países que me motivan, que tienen mucho que aportar y que creo que son los que más han influido en todos los sentidos en cualquier cocina. El mundo es grande y, en ese sentido, hay miles de destinos impresionantes que disfruto visitar en un recorrido gastronómico, pero Tokio y Nueva York son dos ciudades a las que me gusta ir cada año.

 

Entre Medellín y Roma con Jean Michel Lorain

Para conocer los sabores de un país, hay que acudir a sus mercados. Ese sitio lleno de colores e ingredientes donde los habitantes realizan sus compras y se relacionan con los comerciantes, incluso creando lazos íntimos. Food and Travel acompañó a Jean Michel Lorain, chef francés del restaurante La Côte de Saint Jacques que brilla con dos estrellas Michelin; en su recorrido a dos mercados emblemáticos de la Colonia Roma.

Jean Michel, chef originario de la región francesa de la Borgoña, caminó entre los laberintos de sabores del Mercado Medellín y del Mercado Roma. Comenzamos presentándole al chef  la base alimentaria mexicana: el maíz.

Justo enfrente del Mercado Medellín se encuentra una tortillería tradicional, donde se realiza, desde el proceso de nixtamalización y molienda, hasta la creación de la tortilla. Ahí observamos el ritmo constante de ocho trabajadores del maíz. Todos esperábamos probar el aroma que flotaba en el aire. Fue el chef Jean Michel Lorain el primero en darle una mordida al clásico taco de tortilla con sal.

 

Jean Michel Lorain

 

Los colores encendidos del Mercado de Medellín ya estaban ejerciendo su fuerza de atracción, así que comenzamos a recorrerlo sin prisa y con tiempo para que el chef descubriera cada ingrediente local. Jean Michel Lorain, me cuenta que el platillo que más le sorprendió fue el mole, por lo nuevo y extraño que le parecía.

Pero otro  ingrediente que logró también seducirlo, fue el que más comemos los mexicanos: el chile. Jean Michel se dejó llevar por su curiosidad y definió el aroma de cada uno de los chiles que se le presentaba; el chile pasilla le pareció “sweet”, el chile mulato  “smokey” y el chile morita le recordó al pasilla pero un poco más “spicy”.

 

Jean Michel Lorain

 

Debido al interés del chef sobre el mole y su preparación, degustamos las pastas de tres de sus tipos: oaxaqueño, almendradito y pipián rojo. Los sabores entre uno y otro fueron tan diferentes que fue necesario preguntar sobre cómo experimentar con la pasta original para modificarla y llegar a una receta propia.

Caminábamos entre los pasillos del mercado, mientras nos explicaban que muchos de los comerciantes son familias y generaciones que han estado ahí toda la vida, por eso existen personas famosas entre ellos, como El yucateco, dueño de un establecimiento cuyos productos son del sureste mexicano.

Ahí encontramos el achiote y las salsas de habanero. Para mi sorpresa, Jean Michel Lorain se animó a probar la salsa y la definió como picante pero tolerable. Además, los chapulines le causaron tal sorpresa, que regresamos sobre nuestros pasos para que se llevara algunos hasta Borgoña.

 

Jean Michel Lorain

 

Al adentrarnos más, llegamos a un área esotérica, donde el chef se emocionó al encontrar el ajo negro que usó esa misma noche como ingrediente en su isla de caviar,  el primer tiempo que sirvió para la cena en la embajada francesa en el marco de Good France, evento organizado para promover la región de Borgoña en Francia.

Como última parada en el Mercado Medellín, fuimos a Cremería Lupita un local que vende productos lácteos, ahí nos dieron a probar cuatro diferentes quesos: el Chihuahua, Oaxaca, Cotija y de Chiapas. Siendo los primeros dos los favoritos de la mayoría, incluyendo al chef, quien comenzó a preguntar en qué se usaban principalmente.

 

Jean Michel Lorain

 

De ahí, nos fuimos a la faceta más contemporánea del concepto de mercado, el Mercado Roma, ubicado en la calle de Querétaro 225. La diferencia entre ambos espacios, uno tradicional y el otro vanguardista, fue una de las primeras cosas que el chef notó, sin embargó mencionó que los pasillos angostos le parecían una constante.

Ahí  empezamos con un pozole con maíz de Pátzcuaro y carne de puerco, al que prefirió sin limón; continuamos con la clásica torta de milanesa y una de bacalao, acompañada de agua mineral y un licor de chiles secos.

Las grandes mesas de madera del Mercado Roma fue donde disfrutamos de los últimos momentos en los que el chef agradeció por el recorrido y el acercamiento a los productos mexicanos. Nos dijo que la próxima vez sería nuestro turno de conocer la Borgoña, y le tomaremos la palabra

 

Chef Arturo Fernández, guardián del sabor

A base de honestidad con el producto, de perseguir la perfección y ampliar los horizontes de la oferta gastronómica, Arturo Fernández solo busca una cosa: sorprender a sus comensales en Raíz, donde todos los ingredientes tienen el gusto de lo que son.

Recientemente decidió exportar todo el concepto a la zona de Polanco y así acercarse a sus comensales más asiduos. Sea cual sea su dirección, lo que consiguió Arturo Fernández en la cocina de Raíz, trabajando hombro con hombro con su joven equipo, fue loable.

 

Instituto Coronado

Hablamos de un chef que ha logrado posicionar a un restaurante que, operado al 100% por alumnos del Instituto Coronado en la cocina, requería para muchos de sus comensales salir de la Ciudad de México en dirección al norte del Área Metropolitana.

En una zona improbable para muchos, en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, Arturo y su socio abrieron este proyecto hace seis años con la idea de ser un restaurante de barrio, al que los vecinos fueran y del que se sintieran orgullosos.

“La gente de acá también se lo merecía”, dice refiriéndose a las sobrias ofertas gastronómicas que había en ese entonces. Aquella intención traspasó las barreras de la “limitada” ubicación para convertirse en una suerte de restaurante destino, que ahora se abre nuevos horizontes.

¿El secreto detrás del éxito? “Pasión y compromiso”, replica. El primer encuentro de este chef con la cocina proviene de las copiosas comidas familiares, de llegar de la escuela y saber qué había de comer con solo percibir los aromas de lo que cocinaba su mamá o su abuela.

 

Grupo Ambrosía

Con este gusto comilón, su amor por el oficio solo se fue afianzando; con apenas 11 años, preparaba recetas frente a la cámara de video de su papá como si de un programa de televisión se tratara. Originario de una familia de cocineros, decidió ser el primero en hacerlo de manera profesional. Así, estudió Administración Restaurantera, al tiempo que se enrolaba en Grupo Ambrosía, para trabajar ahí durante 14 años.

Su currículum incluye una pasantía tanto en elBulli, de Ferran Adrià, como en Hoffman, una escuela con restaurante, donde las clases consistían en estar en la cocina y sacar el servicio. Hoy en día podría parece más familiar este concepto, pero en aquellos tiempos se trataba de un modelo interesante por seguir, y más si el restaurante ostentaba dos estrellas Michelin.

Tomó la idea de ahí para emprender su propia aventura culinaria.

“Lo que buscamos es que la gente se vaya más contenta de lo que llegó”, declara con ímpetu. Raíz: Cocina de Estaciones está lleno de detalles, y sorprende con todo lo que coexiste ahí dentro. Desde la cocina a la vista de todos tras un ventanal hasta un huerto con 140 variedades —entre hierbas, frutas y vegetales— que sigue la esencia estacional del lugar, pasando por una sede de Espaisucre. Se aliaron con esta escuela de postres emplatados liderada por Xano Saguer y Jordi Butrón para servir versiones creativas con productos mexicanos. “A México le faltaba algo así, porque la pata flaca de la gastronomía ha sido por mucho tiempo el área dulce; aun en los menús de degustación faltaba trabajo”, afirma.

Con un estilo pulcro, trata de no manipular mucho el producto. “Mi cocina la denomino honesta, sin reinterpretaciones ni deconstrucciones”, dice Arturo, quien tiene como máxima respetar el sabor de los ingredientes. Aunque existen platillos estrella, como el oro negro (sopa de frijol y queso Oaxaca) y el lomo de robalo, la carta se cambia 80% cada temporada, además de que se imprime a diario, porque juega con lo que hay en el mercado.

 

Chef Fernández

Al chef Fernández le gusta trabajar con verduras, hierbas, brotes y flores, aunque considera al aguacate como el rey de su cocina: “Lo defino como sublime, no hay que hacerle nada”.

En ese sentido, una de sus directrices es servir productos que sean el ABC del paladar del mexicano: aguacate, maíz, pan, sal… Busca que la gente se sienta cómoda con la faceta contemporánea de la gastronomía. En el capítulo de proteínas, confiesa que su propuesta está cargadita al mar, pero siempre hay opciones de pluma, pelo y mucho cerdo.

Y más allá de la materia prima, disfruta cultivar el lado artesanal y perfeccionista que exige el oficio junto a su equipo, al cual no enseña, sino comparte.

Producción: Elsa Navarrete / Fotos: Charly Ramos / Maridaje: Miguel Ángel Cooley.