La apremiante necesidad de modernizar sus modos de ventas es uno de los grandes retos que enfrentan los artesanos mexicanos, un sector que ha visto muy golpeadas sus ventas. Conversamos con algunos de ellos sobre su situación y las alternativas que han tomado para sortear la crisis. Fotos: Cortesía.
Artesanos mexicanos: guardianes de legados
La labor artesanal representa una importante –si no es que la única–, fuente de ingresos para muchas personas y familias en nuestro país , sobre todo en localidades con fuerte vocación turística. Y no solo eso.
El arte popular es considerado una expresión de las tradiciones, usos y costumbres de nuestros pueblos originarios. Son herencia viva (se enseñan de generación en generación), y para su elaboración se utilizan insumos locales. Por último, pueden ser considerados signos tangentes de su cosmovisión, con gran carga simbólica.
La conservación de este arte invaluable es muy importante, pero la actual pandemia ha puesto en jaque a las personas que se dedican a ello por la caída en las ventas, la poca asistencia de turistas a las plazas y la cancelación de las exposiciones de arte popular que se realizaban durante todo el año en diferentes partes de México.
Situación complicada
Alejandro Jacobo Pineda, quien lleva 28 años dedicado a elaborar catrinas de barro en la comunidad de Capula, Michoacán, señala que han visto una caída en sus ventas del 70%. “Los peores meses fueron marzo y abril del año pasado; en julio se nivelaron las ventas, pero en agosto y septiembre volvieron a bajar”. Los últimos dos domingos, su local, ubicado en la calle principal del pueblo, ha permanecido cerrado, ya que una de las medidas que se han adoptado en esa localidad es cerrar todo los fines de semana.
En Izamal, Yucatán, las ventas han caído más del 50%, indica José Corro Delfín, quien dirige la empresa Raíces Mayas, dedicada a elaborar muebles y objetos para decoración de interiores con fibra de henequén, fibra de tule, pasto y palma, entre otros. Él forma parte de un proyecto que integra a la comunidad maya yucateca Huhí, a quienes emplean para el cocido a mano de los maravillosos objetos que fabrican.
Antes de la pandemia, en su taller de producción trabajaban 55 personas (muchos desde hace 15 años); ahora, solo quedaron 27 personas. “Rotamos el personal para que unos trabajen una semana sí y otra no, con el fin de que nadie se quede sin ingresos”. Ante esta realidad, muchos se fueron a buscar otros trabajos. José, por su parte, ha tratado de diversificarse, instalando un pequeño café en la tienda donde su esposa prepara postres, y planea comenzar ahí mismo un restaurante boutique de cocina yucateca. Desafortunadamente, tuvo que cerrar una tienda que tenía en Cholula, Puebla.
Cierre de talleres
César Lucano, quien dirige el taller Alebrijarte, en San Pedro Tlaquepaque, Jalisco, asegura que a ellos les afectó muchísimo no poder ir a las expos artesanales que se organizan en otros estados. Él iba cuando menos a cinco, para ofrecer sus figuras surrealistas de barro y papel maché. “Nosotros sí tenemos ventas gracias a los clientes mayoristas y coleccionistas que nos compran con otros precios, pero muchos de mis conocidos cerraron sus talleres y se dedicaron a otra cosa, como vender tacos”. Asegura que el 50% de los negocios en su ramo cerró .
En esa localidad con alta vocación turística, el turismo ha bajado mucho, sobre todo el extranjero. Desde octubre, César decidió ya no recibir a nadie en su taller porque se está cuidando mucho del Covid-19; a veces, solo recibe a clientes suyos, previa cita. En su taller no tenía empleados, pero apoyaba a madres solteras o ancianos en algunos trabajos para ayudarlos en sus ingresos. Como bajó la venta, ya no puede apoyarles así, aunque se ha organizado con algunos amigos para regalarles despensas.
La pandemia como oportunidad
Amealco, Querétaro, de donde son originarias las tradicionales muñecas otomíes conocidas como Lele, ha visto muy afectadas sus ventas. “Del 100% que teníamos antes, ahora solo vendemos el 15%”, nos platica Silvia Pascual, de un colectivo llamado Dontxu, compuesto por 10 mujeres indígenas de las comunidades de San Ildefonso Tultepec y Santiago Mexquititlán. “La pandemia nos vino a cambiar todo, porque solo hacíamos muñecas y los turistas llegaban solos. Estábamos en una zona de confort. Pero nos dimos cuenta que no era así. Los primeros 15 días del confinamiento fueron los más difíciles; estábamos desesperadas, no teníamos como darle de comer a nuestros hijos”.
Y fue así que buscaron otras opciones de trabajo, como repartir gel antibacterial. En eso andaban, cuando se dieron cuenta de que podían dedicarse a la venta de cubrebocas hechos por ellas, con su técnica de bordado. Eso fue lo que las salvó, ya que hubo un boom de ventas y la demanda logró que la producción se extendiera a otras comunidades. “Lo malo es que ahora los chinos ya sacaron unos estampados y son más baratos. Nosotros cobramos el bordado a mano; no somos máquinas”, expresa Silvia.
Adecuarse a los tiempos
Silvia acepta que es hora de modernizarse. “Tenemos que entrarle”, afirma, y con eso se refiere a las redes sociales y a la venta por internet, un medio mínimamente utilizado por los artesanos antes de la pandemia.
Esta simpática mujer otomí ya está utilizando las redes sociales (FB: @dontxu.lele) y el WhatsApp (448-105-8410) para promocionar sus muñecas, las cuales pueden ser personalizadas. Allí mismo recibe el pedido y de acuerdo al lugar, se cotiza el envío para enviarlo por un servicio de mensajería.
En el caso del michoacano Alejandro Jacobo, actualmente están trabajando con la Secretaría de Turismo de Morelia en la creación de una página para la venta en línea de sus artesanías. El piloto ya se lanzó (artesanosmorelia.mx) y su objetivo es acercar a los 53 artesanos mexicanos con el cliente directo. “Me han contactado para pedirme precios. Esperemos que sí nos ayude a llegar a más personas a nivel mundial. Tengo fe en que así será”, dice. En la página, aparece la foto de cada artesano, su especialidad, su teléfono y correo electrónico.
Modernizar las ventas
César Lucano asegura que también se vio obligado a entrar al mercado por internet y está armando una página de ventas en línea con un amigo porque es complicado. Por ahora utiliza sus redes sociales personales (FB: clucanosiordia; IG: lucanosiordia) para dar a conocer sus piezas y venderlas; las manda a domicilio por paquetería. “Ya he enviado a varios estados de la República Mexicana y al extranjero, aunque fuera del país mucho menos porque sale muy caro el envío y es un show en la aduana«. Antes de la pandemia, el 70% de lo que hacía se lo vendía a extranjeros.
Algo interesante que César nos comentó es que trató de entrar a Amazon de Estados Unidos, pero que uno de los requisitos es que todos los objetos deben verse igualitos, “…porque buscan lo producido industrialmente algo que jamás sucederá con una artesanía».
José Corro también cambió la imagen de su página web: raicesmayas.mx. “Nos reinventamos. El mundo está cambiando; los artesanos mexicanos necesitamos vernos más profesionales para hacer sentir seguros a los compradores”.
Apoyos gubernamentales
Con respecto a la ayuda gubernamental, los artesanos mexicanos comentan que ha sido, sobre todo, en promoción y en la compra de algunas de sus piezas; esto último a través del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).
En el estado de Zacatecas, el gobierno local destinó una partida presupuestaria para darle un apoyo económico a los artesanos, además de ofrecerles cursos de capacitación en redes sociales y venta en línea, asegura Rosa Campos Álvarez, subsecretaria de Desarrollo Artesanal estatal.
Esta dependencia, en julio del año pasado, lanzó la tienda en línea zacatecasartesanal.com, donde se exhiben piezas de más de 100 artesanos del estado y en la que las puedes adquirir pagando con cualquier tarjeta de crédito, para recibirlas en tu hogar.
Llamado urgente
Pero aún hay estados donde los artesanos piden al gobierno que los apoye de alguna manera, como en Jalisco, donde César Lucano indica que deberían brindarse cursos, diplomados, difusión y espacios para venta. “Aunque el problema es que la mayoría de los artesanos no tienen ni internet; son personas de la tercera edad, muy cerradas”.
Él nos platicó que el año pasado, cuando empezó la pandemia, Fonart les compró piezas a varios artesanos, para ayudarles. “Ellos han estado apoyando mucho con cursos digitales, aunque lo malo es que todo se avisa por e-mail y WhatsApp, por lo que muchos se quedaron fuera por tratarse de personas de edad avanzada”.
José, de Raíces Mayas, trató de solicitar un apoyo económico al gobierno, pero no le creyeron que era artesano por su apariencia (paradójicamente, él ha trabajado en ese tema para tener acceso a desarrolladores inmobiliarios y los vean como personas profesionales), y porque no le ofrecía seguridad social a sus trabajadores. “Eso requiere más dinero, y por eso no nos dieron el apoyo”. Tuvo que pedir prestado a personas de confianza. Afortunadamente, la Secretaría de Turismo estatal sí lo ha apoyado con promoción.
Aprender de la adversidad
Por último, Silvia Pascual agradece el apoyo que el gobierno de Querétaro les ha ofrecido en cuestión de promoción. “Que ellos nos avalen nos ayuda a vender, porque comunican que somos confiables”.
“Como artesanos mexicanos, debemos perderle el miedo a actualizarnos, a tomar cursos de capacitación. Así es como hemos salido adelante. Dontxu, que significa ‘muñeca’ en otomí, siempre está de pie, no se cae; ella aprende cosas nuevas de cada situación”.
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