Además de la belleza de sus playas y su exuberante naturaleza, Jamaica es rica en cultura y presume una cocina original, con materias primas que no se encuentran en cualquier despensa. Juan Pablo Montes visitó ese paraíso en el Atlántico para desentrañar la verdad acerca de la sonrisa perpetua de sus habitantes.

Qué habrán sentido los taínos, habitantes originarios de Jamaica, cuando vieron las carabelas llegando a Ocho Ríos, si acaso había alguien en aquella playa? ¿Y qué habrá pensado Cristóbal Colón cuando, en 1494, puso el pie en la tercera isla más grande del Caribe y se dio cuenta de que todavía no estaba en otro continente? Ésas son algunas de las preguntas que me hago mientras admiro el verde exuberante que cubre las numerosas montañas que conforman este lugar, al cual me cuesta trabajo no llamar paraíso.

Jamaica

Cuando llego a Kingston, la capital, percibo que, aun entre el asfalto, la selva tropical reclama lo que es suyo, decorando las calles con frondosos árboles por doquier. Este verde, aunado al azul del mar, conquistan desde el primer minuto en la isla. Con sus poco menos de 11 mil kilómetros cuadrados de territorio, éste es uno de los destinos preferidos de quien escapa del frío como Ian Fleming, el escritor inglés al que le debemos la zaga de James Bond. A su vez, él es tan admirado y querido en Jamaica, que los habitantes han nombrado diversos lugares como algunos de sus libros. De ahí que la que fue su casa, convertida hoy en un resort de lujo, sea conocida como Golden Eye.

Los británicos no son los únicos que se han enamorado de este rincón, donde parece que cualquier árbol que plantes crecerá sin ningún problema. Los japoneses también lo adoran por una razón muy especial: el famoso y codiciado Blue Mountain Coffee, uno de los mejores cafés del mundo. La razón por la que no se escucha mucho de éste en nuestro país, es porque Japón compra 80% de la producción, y lo demás se queda en la isla.

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En busca de este café emblemático jamaiquino me dirijo a Craighton Estate, parte de UCC Ueshima Coffee, una de las mayores importadoras de la isla, para un tour guiado por el experto Alton Bedward. Este hombre sabe casi todo acerca de una de las bebidas más cotizadas del mundo, y con tono sereno pero tajante, afirma: “Los mocha, frapuccinos, lattes, capuccinos, etcétera, son bebidas a base de café, pero no son café. Así como una tizana nunca podría ser un té”, mientras pone agua en una prensa francesa para infusionar granos de Blue Mountain Coffee.

Los cafetales fueron introducidos en el país en 1728, y no pasó mucho tiempo para que la gente se diera cuenta de las cualidades del terroir jamaiquino, en especial en las Blue Mountains, las montañas más altas de la isla, cuyos picos alcanzan los 900 y 1,500 metros sobre el nivel del mar. Su microclima fresco con lluvias abundantes y una combinación entre neblina y nubes frecuentes, aunado a varias horas de Sol y un suelo volcánico fértil, producen un café excepcional y diferente a todos. Muchos han tratado de replicarlo; los que más se han acercado fueron algunos cafeteros en Papúa Nueva Guinea.

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Según mi anfitrión, no alcanzan el nivel de perfección de este oro negro jamaiquino que es tan peleado en el país asiático.

La taza que Alton pone frente a mí, es aromática con notas a flores blancas y frutas tropicales como plátano, piña y mango. En boca es dulce aun sin azúcar, ligeramente ácido, pero sin amargor ni retrogusto. Curiosamente, casi tan rápido como cruza por mi paladar, su sabor intenso desaparece. Sobre el tostado, Alton me explica: “Hay un momento óptimo para éste, justo entre el grano güero (recién secado) y un tostado oscuro. Cualquiera de los dos extremos es malo: necesitas el punto preciso que solo un buen tostador te puede dar, y aquí tenemos a los mejores”.

Especiado dulzor

Jamaica fue colonia española de 1494 hasta 1655; por eso es común escuchar nombres como Ocho Ríos, Santa Cruz y Puerto María, hasta que en 1655 Inglaterra tomó posesión de la isla. Para explotar los cultivos de caña, los ingleses llevaron esclavos africanos, y casi al mismo tiempo llegaron pequeñas migraciones desde China e India. De ahí que el idioma oficial sea el inglés, pero cuando los jamaiquinos se comunican con otros locales, lo hacen en una lengua llamada patois, una especie de inglés reducido. Lo usan para comunicarse rápido, y es difícil de entender, aunque además de las palabras en inglés, incluyen algunas en español, francés, kwa (una lengua nigerocongolesa) y taíno.

Por supuesto, su gastronomía también es un reflejo fiel de este rico mestizaje. En ella se pueden reconocer preparaciones chinas, españolas, inglesas, africanas e indias, con toques de frutas nativas como yuca, plátano y piña, aunada a otros ingredientes que poco a poco se fueron produciendo en la isla.

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Para cenar y degustar sus platillos más representativos, me dirijo a Gloria’s Seafood. Ubicado en Port Royal, muy cerca de Kingston, éste es uno de los favoritos de los locales. La ubicación es ideal: con vista al mar. Esto también es una garantía de la frescura de los productos que usan. Al probarlos, es notorio que los pescados los acaban de sacar del agua, luego, los pasan por la parrilla y los sirven en la mesa.

Aquí degusto por primera vez el festival, un pan dulce frito que usan para la comida. Su sabor y apariencia es una mezcla parecida a la de un bolillo con un churro. Los locales consideran su comida bastante especiada y picante, así que usan este pan para equilibrar los sabores. La razón de lo picante viene de su chile favorito, el scotch bonnet pepper, una traducción aproximada sería chile gorro escoces, una variante del habanero.

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Aun así, para un mexicano realmente es una comida con un picor agradable, nada para huir. Delroy, mi guía en el recorrido, me cuenta mientras comemos: “En Gloria’s, a pesar de que la dueña ya falleció, la familia sigue cocinando como ella hubiera querido: platillos sinceros que son preparados al momento”. Por eso la recomendación es pedirlos una hora antes de llegar, para que al sentarse a la mesa, estén a punto de salir. La idea del restaurante es comida para compartir, así que, a menos que tengas suficiente hambre para comerte tú solo un pescado de por lo menos un kilo, conviene ir acompañado o pedir los camarones en curry de coco.

A la mesa llega otra especialidad, el brown stew fish, conocido así por una salsa que lleva, llamada browning. “Se elabora con azúcar caramelizada, que se quema un poco y luego se le agrega agua para lograr un terminado espeso y café que sirve para elaborar varias recetas. Las abuelas la elaboran en latas limpias porque sería un desperdicio de sartenes [risas]”, cuenta Delroy.

Con esta explicación, pienso que será dulcísimo, pero no, ya que la mezclan con cebollín, red bonnet pepper, ajo, jengibre, jitomates, salsa de soya y mantequilla, y la agregan al brown stew fish, lo que favorece una interesante mezcla de culturas al plato.

Orgánico es mejor

El plato más popular es el chicken jerk, seguido por el pork jerk. Para aprender a prepararlo, Delroy me lleva a Prospect Plantation, cerca de Ocho Ríos. La plantación de un poco más de 400 hectáreas era propiedad de sir Harold Mitchell, un escocés que la compró en 1936.

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NO TE LO PIERDAS

Prospect Plantation. Es famosa por todas las celebridades que desde los años 30 han ido a plantar un árbol, que tienen el nombre de la persona, el tipo de madera y el año en que se sembró. Las clases de cocina local son una de las actividades favoritas. prospect-villas.com

Appleton Tours. Uno de los rones más famosos del mundo es Appleton Estate, que se elabora con la caña que crece en la isla. En estos tours conocerás más de toda la tradición que hay detrás. appletonrumtour.com

Stush in the Bush. Es una granja orgánica propiedad de Chris y Lisa Binns, mejor conocidos como Stush y Bush. Aquí ofrecen tours por los plantíos, la oportunidad de sembrar lo que esté de temporada y una cena vegetariana o su ya conocida noche de pizzas. stushinthebush.com

Come See Jamaica. Como manejar por la isla puede ser complicado, es recomendable llevar un guía con automóvil que sepa maniobrar en las carreteras que unen las ciudades importantes. comeseejamaica.com

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Cuando sus amigos lo visitaban, él tenía la tradición de pedirles que plantaran un árbol en su propiedad, al que luego adornaba con una placa que indicaba la autoría de la siembra. De ahí que mientras camino por entre la vegetación, veo frente a la casa principal un enorme árbol de caoba con el nombre de sir Winston Churchill, y a unos pasos, el de Charlie Chaplin.

Ahí, en el patio de atrás de la casona, con la vista de un jardín botánico impresionante y el mar Caribe, nos recibe la chef. “¿Who is gonna be chef jerk?”, pregunta. La traducción en español sería más o menos: ¿Quién va a ser el chef torpe? Sin embargo, en Jamaica ser chef jerk significa estar encargado de cuidar los pollos en la leña. “Yo soy la chef Irie y les demostraré como hacer un jerk chicken como el de mi abuela… bueno, tal vez no tan bueno”. El pollo es lo primero que se prepara y la chef insiste en que se ahúme adecuadamente sin secarlo. Luego se cocina el jerk, una mezcla de especias que tiene dos ingredientes principales: pimienta gorda y red bonnet pepper. Además lleva clavo, canela, nuez moscada, tomillo, ajo y sal. El resultado es un plato delicioso y especiado, que es la pareja perfecta del festival, y un poco de arroz y frijoles.

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A pesar de que el verde intenso inunda cada una de las montañas de la isla, solo hay tres productores de frutas y verduras orgánicas. Uno de ellos es Stush in the Bush, una pequeña propiedad de Chris y Lisa Binns. Mientras caminamos hacia su huerto, Chris me platica en tono relajado el origen del nombre de la granja: “Stush en patois significa con clase o refinado, mientras que bush habla de la tierra. Así que Stush es mi esposa Lisa, que creció en las calles de Brooklyn y Bush soy yo, originario de Saint Ann, Jamaica”. De pronto, me llaman la atención sus pies descalzos, a lo que me dice que cuando va a Kingston, usa zapatos, pero aquí no le parece natural.

Chris profesa la religión rastafari, por lo que es un fiel creyente de que lo más importante es que todo se centre en el amor, como diría Bob Marley: One love. Al caminar entre sus verdísimos huertos, veo el fruto de esta filosofía en sus plantíos de arúgulas, jitomates y zanahorias de colores, entre varios vegetales. Además preparan conservas, en cuyas etiquetas incluyen un listado con los ingredientes que emplearon, siendo el primero amor y afecto.

Jamaica

A todos los visitantes, Lisa y Chris les ofrecen un tour por su granja, donde les explican cómo cultivan sus plantas, los cuidados que necesitan, además de que les dan la oportunidad de cosechar desde un tomate cherry hasta una lechuga francesa, que después forma parte de un rico banquete.

Éste comienza con chips de plátano frito que mezclo con un chimichurri al estilo Stush in the Bush: jengibre, aceite de coco, cilantro y azúcar mascabado. Es realmente exquisito. También es muy popular su salsa blow fyah elaborada con scotch bonnet pepper, perejil, aceite de coco y especias. “Lisa la diseñó, pues sabe que soy un amante del picante, y ha resultado todo un éxito”, asegura Chris. El festín continúa con una ensalada de lechugas aliñadas con una vinagreta de mango y maracuyá, seguido por ejotes salteados en aceite de coco, acompañados por papas y camotes asados con especias. Durante la comida hay aguas de estación como de naranja agria e hibiscus.

Mientras cae la noche, sigo maravillado del verde iridiscente jamaiquino que se complementa con el azul profundo del Caribe. Y me doy cuenta de que llegué en busca de la razón por la que los habitantes de la isla no paran de sonreír, pero ahora soy yo el que tiene una sonrisa imborrable en el rostro.

Juan Pablo Montes viajó a Jamaica por cortesía de la Oficina de turismo de Jamaica.

Jamaica

Información de viaje

Jamaica es una isla ubicada en el mar Caribe. Forma parte de lo que se conoce como las Antillas Mayores, junto con Cuba y la Isla de Santo Domingo, donde se encuentran Haití y República Dominicana. El clima es cálido y húmedo durante todo el año, aunque en las montañas es un poco más fresco.

Cómo llegar

American Airlines (aa.com) vuela de la Ciudad de México a Kingston vía Miami. Vuelo redondo desde $619 USD.

RECURSOS

La página de la Oficina de Turismo de Jamaica (visitjamaica.com) tiene opciones diversas para realizar en la isla, desde gastronomía hasta aventura.

Dónde quedarse

Jamaica Pegasus Hotel. Uno de los más reconocidos de Kingston, aun más después de la visita de Barack Obama a la isla, ya que se hospedó en él. Justo está siendo remodelado para darle una imagen más actual. Deluxe room desde $154 USD. jamaicapegasus.com

Grand Bahía Príncipe Jamaica. Está ubicado sobre las playas de Montego Bay, y la suya es una de las más grandes. Las 812 habitaciones son Junior Suite, con tina de hidromasaje y vistas del Caribe. Junior suite superior desde $264 USD. bahia-principe.com

Dónde comer

Gloria’s Seafood. Es un clásico de la isla, donde se ofrece lo mejor del mar al tenerlo a simples pasos de distancia. A pesar de que Gloria ya no vive, su familia se encarga de que toda la comida se prepare con el mayor respeto posible y según los métodos tradicionales. gloriasseafood.com

Picasso. Está ubicado dentro del resort Grand Bahía Príncipe, y por lo menos tres cenas en éste, u otro de los restaurantes a la carta del hotel, están incluidas. Aquí encontrarás sabores internacionales como la pechuga de pollo en salsa de azafrán y whisky. (Ver Dónde quedarse).

San Diego es mucho más que una ciudad fronteriza. Al sur de California, una vibrante escena de cerveza artesanal hace de este lugar un paraíso soleado para los aficionados de la bebida, narra Elsa Navarrete, quien la define como radiante y efervescente. Fotos: Charly Ramos.

En San Diego se hace cerveza, y mucha. Es un asunto serio, casi una religión y, literalmente, un estilo de vida. La percepción (justa o no) de una ciudad no tan interesante ha cambiado por completo, debido en gran parte a su vibrante cultura cervecera. Ubicada en la costa suroeste de Estados Unidos, en California, brilla con luz propia y atrae como si de un imán se tratara a amantes de esta bebida y de la vibra playera.

San Diego

A 24 kilómetros de Tijuana, San Diego llegó a catapultarse como una ciudad a la que solo se cruzaba para buscar trabajo, surtirse en los outlets, llegar a Gaslamp Quarter, básicamente la zona de entretenimiento, o como una importante sede naval. Ahora, la frontera más cruzada en el mundo, con gente y cultura fluyendo diariamente, también se promueve como destino binacional para que los viajeros exploren en un solo itinerario ambas ciudades y la región llamada Baja (Ensenada y Valle de Guadalupe).

En esta ocasión toca recorrer San Diego y sus barrios abarrotados de cervecerías; para ser exactos, 114 según la asociación de San Diego Brewer Guild. Recién salgo del aeropuerto y un día soleado me recibe. Los meteorólogos (y yo, tras mi primera impresión) están de acuerdo con que es un lugar bendecido por un clima perfecto, con una temperatura media de 22ºC. Un paisaje montañoso como telón de fondo y 112 kilómetros de playas, que miran hacia el Pacífico, resultan buen augurio para esta misión bebible.

San Diego

El reino de las India Pale Ale

Como buen representante de la relajación californiana, aquí la gente va en sandalias los 365 días del año. Aunque sea la octava ciudad con mayor número de habitantes en el país, se percibe un ritmo bastante pausado entre las calles de sus más de 100 barrios. Quizá el de mayor crecimiento sea North Park, y el más ecléctico. Pasó de ser un lugar residencial deteriorado a uno vigorizado con restaurantes, tiendas independientes, galerías, departamentos nuevos y casas viejas restauradas. Desde su corazón, en el cruce de la calles 30th y University Avenue, alcanzo a ver un letrero con el nombre de la zona que brilla ininterrumpidamente. “La mayoría de los barrios tienen un arco de bienvenida. Es una muestra de orgullo por el lugar donde vivimos”, me dice Edna Gutiérrez, representante de la Oficina de Turismo de San Diego, quien, aunque nació en Mexicali, lleva ya 20 años viviendo en estos parajes.

“Aquí viven muchas familias jóvenes que salen a comer o tomar algo”, continúa esta enamorada de su ciudad. Así llegamos a Waypoint Public, fundado por John Pani y Brian Jensen, una dupla de veteranos en la industria de la hospitalidad y, por supuesto, aficionados a la cerveza. Desde el exterior, gracias a que los ventanales no tienen vidrio y solo está el marco (una moda por el barrio), se alcanza a oír el bullicio de este asediado gastropub.

“Drink LoCal” es un mensaje pintado sobre una ilustración del estado de California; decora una de las paredes junto a otros carteles que dicen “Beerfornia”. Se respira un ambiente muy local y justamente aquí se profesa el acto de maridar la comida con una amplia selección de cervezas californianas: más de 100 embotelladas y 30 de barril. Aunque el menú cambia cada estación, nos recomiendan sus clásicos. Pero antes, hay que lograr una misión que parece imposible: decidirse por una cerveza. “El estilo por excelencia de San Diego es la India Pale Ale, conocida como IPA”, me orienta Edna ante la encrucijada.

Cerveza San Diego

Esta variedad, de tradición inglesa, se caracteriza por ser una pale ale espumosa con un alto nivel del alcohol y lúpulo. Su creación se remonta al siglo XVIII, cuando los cerveceros británicos tenían que superar un problema: la cerveza no se conservaba bien en los largos viajes por el océano hacia la India. Y las armas para evitar esta caducidad fueron el alcohol y el lúpulo.

 Por fin logro elegir, y llega a la mesa una pinta de The Pupil, una IPA de la cervecería sandieguina Societe, con 7.5% de alcohol y una espuma cremosa que la hace lucir muy apetecible. Emanan sus aromas tropicales y cítricos mientras le doy un sorbo al brebaje de color oro. Un ligero amargor resinoso (parecido al de un palito de madera) invade la boca. Es rica, refrescante y hasta relajante. La sonrisa es instantánea: me parece perfecta.

“Nos han dicho que la cerveza no es buen acompañante. Se equivocan. Puede maridar desde un postre de chocolate hasta una ensalada”, dice el chef Caleb Ayres, mientras me enseña que en la carta todos los platillos cuentan con un maridaje sugerido. Así, armonizo mi cerveza con mejillones y pork belly. Una compleja explosión de sabores realza la frescura del marisco y la consistencia jugosa de la carne. “Una especie de responsabilidad culinaria surgió al tener tantas cervezas de gran calidad”, concluye Caleb.

San Diego

Dos décadas de historia

Mientras la mayoría de los turistas suelen moverse en Gaslamp Quarter, el distrito más histórico y famoso por su oferta de diversión, los locales y foodies se dirigen a Little Italy, una zona con historia que cada vez crece más. Hace muchos años solía ser la casa de pescadores italianos, quienes abrieron varios restaurantes. Entre ellos, Filippi’s Pizza Grotto, que empezó en 1950 como una pequeña tienda y ahora es uno de los lugares más queridos. El barrio sigue siendo uno de los favoritos para ir a comer, pero ahora están naciendo espacios con otro tipo de comida, como Ironside Fish & Oyster, con su cocina de mar y bar de ostiones, y Bracero, del chef tijuanense Javier Plascencia, quien sirve nueva cocina mexicana con productos locales.

Gracias a la fiebre cervecera, la mayoría de las marcas cuentan con gastropubs donde ofrecen visitas guiadas, salas de degustación, restaurantes y la oportunidad de conocer este oficio más de cerca. Bajo un cielo resplandeciente, entre las calles de Little Italy, encuentro el de Ballast Point, pioneros en esta oleada junto a Stone y Karl Strauss; actualmente las más grandes en San Diego. “Muchas cosas interesantes están sucediendo, y muchas son gracias a los que empezamos hace 20 años”, apunta Yuseff Cherney, uno de los propietarios. “Ya tenemos tiempo haciendo esto. No se trata de una moda pasajera”. Su historia empieza cuando entró a trabajar a Home Brew Mart, una tienda que recién abría Chris White en 1992, con quien después se asoció para fundar Ballast Point cuatro años más tarde.

Ahí aún venden granos de diferentes cereales, levaduras, lúpulos y las herramientas necesarias para hacer cerveza en casa. De hecho, muchos de sus clientes vienen desde Tijuana. Otra de sus locaciones es Miramar. Se trata del más grande de sus cuatro conceptos, al tener un amplio restaurante con patio incluido justo a lado de la fábrica. “¿Hasta qué punto una cervecería se considera artesanal?”, le pregunto al ver el volumen de producción. “Sí hay un límite: seis millones de barriles al año, pero sobre todo radica en que no cambien los propietarios ni las recetas”, responde en seguida, mientras me sirve una IPA con habanero. Toda una maravilla, y más si se marida con platillos de carne.

Cerveza San Diego

Los sandieguinos son comensales abiertos y ávidos de nuevas versiones para satisfacer su paladar. Finalmente fue así como se enamoraron de la cerveza. “Los productores empezamos a añadir más lúpulo para sorprenderlos con los sabores de las IPA”, agrega. En este oasis, que también tiene lugar para una selección de vinos, la carta es muy descriptiva. De tal forma que sabrás lo que estás pidiendo. Divididas en lúpulo y más lúpulo, ricas en malta, frutales y especiadas, y frescas y brillantes, las cervezas son insignia, de especialidad o en investigación y desarrollo.

En los últimos años, las cervecerías de San Diego han ganado concursos internacionales. Sí, existe la Copa Mundial de la Cerveza. Y Ballast Point, superando a los destinos tradicionales de elaboración, como Alemania y Bélgica, ganó este certamen en 2010 con su Calico Amber Ale. “Esto se debe a la pasión de los trabajadores y que ellos pueden experimentar”, agrega Yuseff.

Los efluvios de la cerveza se vuelven adictivos. Por lo que no hay tiempo que perder para seguir probando diferentes opciones, y más aún cuando estás pisando una de las nuevas capitales de la cerveza artesanal. El Parque Balboa y sus caminos verdes es uno de los planes favoritos para quien viaja y vive en San Diego. El parque urbano más grande de Estados Unidos, y uno de los más fotografiados desde hace 100 años, aloja 15 museos, numerosas galerías de arte, cinco teatros, extensos jardines y, desde hace un año, al gastropub Panamá 66. En la plaza del Museo de Arte, este local recibe a aquellos que requieren recargar energía a través de 12 cervezas locales de barril y un menú de comfort food.

Cerveza San Diego

En todas las mesas hay pintas, copas tulipán y vasos lagers rebosantes de los brebajes. Unos cristalinos, otros turbios; color oro, ámbar, cobre e incluso negro opaco. El mundo de estilos es inmenso: va más allá de “clara” y “oscura”. Además de las IPA, también disfrutan manufacturar belgian ales —un giro al estilo clásico belgian—, de trigo, stouts, session beer —cerveza “de diario” de baja graduación alcohólica, perfecta para la hora de comer durante la semana—, lagers y sour beer (aciduladas).

“La industria produjo 600 millones de dólares y generó 6 mil 203 empleos”, apunta Kevin Hopkins, director de San Diego Brewers Guild y propietario de la cervecería Mother Earth. Comemos un beeramisu, bebemos una Black House de Modern Times para resaltar las notas de café y chocolate del postre y platicamos sobre lo importante que resulta esta industria para los habitantes. “Cuatro cervecerías de San Diego están entre las 50 mejores en Estados Unidos”, añade orgullosamente.

Vistas y sabores ilimitados

Con un clima mediterráneo que permite una agricultura favorable durante prácticamente todo el año, San Diego cuenta con materia prima de calidad y de temporada proveniente de granjas sustentables como Chino y Suzie’s que, con 56 hectáreas y 100 productos —entre vegetales, hierbas y frutas—, tiene como misión cultivar, educar e inspirar.  Además de contar con tours privados, Suzie’s está presente en los farmers’ markets que se instalan en la mayoría de los barrios. En Little Italy, el Mercato es todo un éxito.

La gente se lleva pescados, mariscos y vegetales hiperfrescos los sábados, mientras que en North Park y Hillcrest se dan cita también food trucks en jueves y domingo, respectivamente. Por su parte, en Ocean Beach, los miércoles, los vendedores comparten espacio con bandas en vivo.

Cerveza San Diego

Surtirse en estos lugares es una filosofía vital para los chefs, como Meredith Maneé, quien está al frente de 1500 Ocean del archiconocido Hotel del Coronado. Ella tiene además su propio huerto donde cultiva 20 hierbas, fresa, melón, sandía y acelga. “Los vegetales y pescados así de buenos no necesitan mucho tratamiento”, argumenta Meredith. La carta del restaurante es corta y responde a la estación del año. A la luz de las velas, opto por el menú de degustación. Sus platos parecen sencillos, pero desvelan sabores sorprendentes sustentados por la frescura del mar y la tierra. Mis favoritos son el pulpo con vegetales rostizados y los ravioles de langosta con salsa de coco y albahaca.

Antes de irme, Edna quiere mostrarme La Jolla, una de las zonas más adineradas y con las mejores vistas hacia el Pacífico. Llegamos a la llamada La Jolla Cove, en donde decenas de leones marinos posan en la caleta y a lo lejos los surfistas esperan la mejor ola. Ésta es una parada obligatoria. Es un área ideal para comer con vista al mar, como lo ofrece George’s at the Cove, un aclamado restaurante que incluye, en realidad, tres destinos gastronómicos en uno. Elegimos nuestra experiencia y pasamos a tomar el almuerzo en la terraza con una panorámica imponente del océano. Un fulgurante azul rey con manchas turquesas inunda nuestra vista, mientras el sabor franco de unos buenos tacos de pescado —especialidad de la ciudad— se desborda en el paladar.

Llevo cinco días deleitándome con una gran variedad de cervezas bajo los efectos hipnóticos de los días más soleados y de vistas hermosas del Pacífico. Los suficientes como para darme cuenta de que aquí la vida le sonríe a sus productores y bebedores. Activa y rebosante de proyectos: así es San Diego.

Elsa Navarrete y Charly Ramos viajaron a San Diego por cortesía de San Diego Tourism Authority (sandiego.org).

Cerveza San Diego

INFORMACIÓN DE VIAJE

San Diego se encuentra en el extremo suroeste del estado de California, haciendo frontera con Tijuana. Cualquier época del año es buena para visitar esta ciudad, pues goza de un clima mediterráneo seco, con una temperatura media de 22°C. Los meses más calurosos son agosto y septiembre.

Cómo llegar

Volaris (volaris.com) cuenta con vuelo directo de la Ciudad de México al Aeropuerto Internacional de San Diego. Vuelo redondo desde $280 USD.

Recursos

San Diego Tourism Authority (sandiego.org) es el portal oficial de turismo y brinda útiles consejos de qué hacer, dónde quedarse y cómo planear tu viaje. En Discover America (discoveramerica.mx) descubre más información de éste y otros destinos de Estados Unidos.

No te lo pierdas

Parque Balboa El parque urbano más grande de Estados Unidos. Tiene desde un zoológico hasta una increíble colección de museos y jardines.

Más playa En Mission Beach y Mission Bay podrás disfrutar de diferentes actividades como kayak, navegar en velero, stand up paddle y kite surfing.

Parques temáticos También encontrarás diversión en Sea World y Legoland, a 30 minutos del centro de San Diego.

Monumento a Cabrillo Los lugareños (y los sabios visitantes) acuden a esta puntita de tierra para contemplar vistas insuperables de la ciudad y el Pacífico.

Quartyard En East Village, este nuevo espacio al aire libre se compone de food trucks, contenedores que funcionan como gastropubs, mesas comunales y un patio para mascotas.

San Diego

DÓNDE QUEDARSE

Hotel del Coronado Este mítico hotel que abrió en 1888 no solo es uno de los edificios de madera más grandes de California, sino que desde 1977 fue reconocido como Hito Histórico Nacional. Con una decoración victoriana, aloja 679 habitaciones al pie de la playa, siete restaurantes y un acogedor spa. Es la opción ideal si lo que se busca es una escapada familiar, incluyendo mascotas, gracias a su portafolio de actividades como paseos en bicicleta y kayak, y clases de surf y stand up paddle. Victorian Room desde $450 USD. hoteldel.com

The Lafayette Desde que abrió sus puertas en 1946 ha funcionado como hotel boutique. Conservando ese aire retro pero divertido, hoy en día es perfecto para pasear en North Park y alojarte en un bungalow completo. Parte de la experiencia es su piscina que, ambientada por djs, aloja fiestas y conciertos. Otro punto a su favor es Hope 46 y su cocina americana clásica. Manor king desde $150 USD por noche. lafayettehotelsd.com

Grande Colonial Inaugurado en 1913, este recinto de corte clásico ofrece una excelente relación precio-calidad en sus 93 habitaciones, además de que su locación es inmejorable. Asentado en La Jolla, está a unos cuantos pasos de las playas, tiendas y el Museo de Arte Contemporáneo. Village View King desde $260 USD por noche. thegrandecolonial.com

San Diego

DÓNDE COMER

Ironside Fish & Oyster Perfectamente diseñado en un ambiente marítimo y con una barra sorprendente que es el alma del lugar, esta nueva joya de Little Italy ha sido un éxito. El chef Jason McLeod tiene el gusto de servir ostiones de su raw bar, rollo de langosta y cualquier pescado entero horneado. ironsidefishandoyster.com

Waypoint Public En este gastropub se marida el menú de temporada con la amplia selección de cervezas: más de 100 embotelladas y 30 de barril. Aunque la carta cambie cada estación, no te pierdas los clásicos: po’boy de ostras fritas, cazuela de mejillones con pork belly y hamburguesa de cerdo deshebrado y huevo frito. waypointpublic.com

Underbelly Lo primero que salta a la vista es la fila de personas esperando a ordenar para después pasar a la barra. Con dos locaciones, en Little Italy y North Park, su propuesta concisa ha marcado tendencia: ramen y cerveza. Combinación infalible: la sopa con huevo, dumplings y brisket junto a una Broceanography Pilsner. godblessunderbelly.com

1500 Ocean Ubicado en el Hotel del Coronado, la chef Meredith Maneé ofrece una cocina de sabores eclécticos que combina productos locales, hierbas y vegetales de su huerto, y especias. Abierto solo para cenas, el menú de degustación con maridaje es excelso. (Ver Dónde quedarse)

Panama 66 Este lugar al aire libre es una de las mejores formas de recargar energía después de recorrer el Parque Balboa a través de alguna de sus 12 cervezas de barril, vinos californianos o cocteles. Su menú es corto pero consistente, e incluye sándwiches fríos, calientes, ensaladas y su versión beeramisu, hecho con cerveza stout. panama66.blogspot.mx

Ballast Point Cuenta con tres locaciones más, pero en Miramar ofrece un restaurante amplio con patio incluido a lado de la fábrica. En este oasis encontrarás una carta descriptiva donde sabrás todo acerca de la cerveza que estás pidiendo. Marida con pork belly y duraznos en balsámico, cupcakes de carne y los flat breads. ballastpoint.com

Nine-Ten Consagrado a la nueva cocina californiana, este sofisticado bistró se aloja en el hotel Grande Colonial. El chef Jason Knibb y la repostera Rachel King crean platillos estéticos experimentando con texturas. Platos sugeridos: sashimi de hamachi, callos de hacha con vegetales de la granja Chino y el sorbete de ciruela. (Ver Dónde quedarse)

George’s at the Cove Con una vista envidiable al mar, su terraza es el lugar para almorzar en La Jolla. Empieza con un ceviche, sigue con los famosos tacos de pescado y termina con una cemita. georgesatthecove.com

Su carne jugosa y suculenta es una justa combinación de los gustos dulce y ácido, con un toque de umami, por lo que es una fruta versátil, dice Juan Pablo Montes.

Imagínate por un momento que los jitomates no existen. ¿Cuántos platillos serían distintos o ni siquiera existirían? ¿Cuál ingrediente hubieran agregado al inventar la ensalada caprese? Olvídate del pan tomate, de algunos tipos de pizza, de los jitomates deshidratados, de varios tipos de salsas, también de la sopa minestrone y un sinfín de recetas más que nunca se habrían preparado. Y también adiós a las tortas ahogadas, al fideo seco y todo aquello que se haga llamar “a la mexicana”. Así de importante es esta fruta… Sí, fruta.

La historia del jitomate no se podría contar sin la de su hermano: el tomate verde. Como ocurre en muchos sitios fuera de México, a lo que en nuestro país se le llama jitomate, afuera se le conoce como tomate, y claro, cuando vienen a México y piden un tomate, les entregan una pequeña bola verde cubierta por una cáscara. Por supuesto, de inmediato surgen las explicaciones sobre uno y otro.

La razón es que los dos miembros de la familia de las solanáceas tienen la misma raíz lingüística, así como usos semejantes en la dieta. El término genérico proviene de la palabra náhuatl tomatl que significa objeto gordo, y parte del verbo tomaua: parecer gordo. En náhuatl, se suelen usar diferentes prefijos para identificar variedades del mismo fruto como xaltomatl, donde xalli es arena, que se usaba para los tomates verdes plantados en arena; xicotomatl —donde xictli es ombligo—, que se refería a tomates con el centro sumido, y el miltomatl, que básicamente es el tomate de la milpa.

Por su parte, el jitomate no siempre fue el ingrediente popular que es hoy. En Mesoamérica, el cultivo más frecuente y antiguo fue el de tomate verde, domesticado hace más de siete mil años, según datos obtenidos de la excavación en el sitio de Zohapilco, en el valle de México, donde se encontraron semillas carbonizadas que datan del 5090 a.C.

Su hermano rojizo en realidad es originario de la región andina de América del Sur, particularmente de Perú, Ecuador, Bolivia y Chile. Se cree que su llegada a Mesoamérica fue a partir de aves migratorias que traían las semillas, pues no hay ningún tipo de registro que indique influencia humana en su distribución, de manera similar a lo que ocurrió con el cacao. A diferencia de los andinos, que no encontraron utilidad a la planta, las culturas mesoamericanas empezaron a ocuparlo en su dieta, aunque les era mucho más placentero el sabor ácido del tomate verde.

Así que es fácil asumir que la palabra jitomate proviene de la palabra xitomatl, comprobando que el tomate fue primero. Se pensaba que el prefijo provenía de la palabra xiuitl (hierba), aunque ahora se cree que es más probable que parta de la palabra xipehua (desollar o descortezar). Los indígenas primero consideraban al tomate verde con su cáscara natural y el jitomate era la fruta sin la cubierta.

Los conquistadores no hicieron tal diferencia entre el uno y el otro, por lo que se quedaron solo con la palabra tomate.

Los carnosos jitomates les parecieron encantadores a los españoles, y se cree que se les menciona en muchos de los escritos. El jesuita José de Acosta, quien viajó por México y Sudamérica durante el siglo XVI, se expresó de ellos como “frescos, jugosos y grandes”. Bernal Díaz del Castillo, en su libro La verdadera historia de la conquista de la Nueva España, narra el paso de los conquistadores por Cholula en su camino de lo que ahora es Veracruz hacia Tenochtitlan, y de cómo los indígenas se la pasaban “tratando de matarnos cada día y comer nuestras carnes” y “tenían las ollas listas con pimientos, tomates y sal…”, por lo que se tratan de posibles referencias a jitomates.

Al final, los españoles se llevaron tanto al jitomate del género Lycopersicon como al tomate verde del género Physalis. Debido a la gran variedad, optaron por las especies más comunes: L. esculentum var. esculentum y Physalis philadelphica. Básicamente, el tomate verde normal y el jitomate bola, aunque el segundo no era tan terso como ahora. En Europa, ningún país quiso comerlos en un principio, y los españoles los usaban como ornato.

Lee el artículo completo en nuestra edición de septiembre o en su formato digital.

RECETAS Y FOTOGRAFÍAS TOMADAS DEL LIBRO THE TOMATO BASKET DE JENNY LINFORD. FOTOS: PETER CASSIDY ($17.50 USD, amazon.com.mx). 

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Gazpacho and Bloody Mary prawn cocktail Ensalada de jitomates, melón y queso feta    Mermelada de jitomate a la vainillaFiletes de trucha

Filetes de trucha a la plancha con salsa vierge

 

Deleita tu paladar con esta exquisita receta de Filetes de trucha a la plancha con salsa vierge, en la que los jitomates son los protagonistas.

 

Porciones: 4 porciones

Ingredientes:

  • 4 filetes de trucha salmonada de 150 g c/u
  • Sal y pimienta, al gusto
  • Un poco de mantequilla
  • Papas a la mantequilla, para servir (opcional)

 

Para la salsa vierge

  • 350 g de jitomates maduros
  • 1 echalote pequeño, pelado y picado finamente
  • 2 cdas. de hojas de estragón fresco, picadas finamente
  • 2 cdas. de hojas de perejil fresco, picadas finamente
  • 2 cdas. de hojas de albahaca fresca, picadas finamente
  • 4 cdas. de aceite de oliva virgen extra
  • 1 cda. de vinagre de vino tinto
  • Sal y pimienta, al gusto

 

Procedimiento:

  1. Para la salsa vierge, colocar los jitomates en agua hirviendo por un minuto; luego transferir a un recipiente con agua fría con hielos. Retirar la piel, cortar a la mitad los jitomates, retirarles las semillas y picar la pulpa en cubos.
  2. Mezclar el jitomate picado con la cebolla, el estragón, el perejil, la albahaca, el aceite
  3. y el vinagre. Sazonar y dejar reposar durante 15 minutos para permitir que los sabores se incorporen.
  4. Precalentar la parrilla del horno a fuego medio. Colocar los filetes de trucha en una charola para hornear cubierta con papel encerado. Sazonar con sal y pimienta y untar con un poco de mantequilla. Hornear durante 5 minutos, hasta que estén cocidos.
  5. Verter sobre cada filete un poco de salsa vierge y servir con papas a la mantequilla o la guarnición elegida.

 

Maridaje Food and Travel:

Vino blanco francés, notas cítricas, herbáceas y de miel.

Sugerencia: Château Pont de Brion Blanc, Molinari

Mermelada de jitomate a la vainilla

 

Si no has probado la mermelada de jitomate, atrévete a prepararla, te fascinará.

 

Porciones: 1.3 kg apróximadamente

Ingredientes:

  • 1 kg de jitomates maduros
  • 1 kg de azúcar refinada
  • 6 g de pectina en polvo
  • El jugo de 2 limones recién exprimidos
  • 1 vaina de vainilla, abierta a lo largo, remover las semillas

 

Procedimiento:

  1. Hervir los jitomates y cortar en trozos grandes (reservar el jugo). En un tazón grande, colocar los jitomates picados con su jugo y mezclar con el azúcar, la pectina, el jugo de limón, la vaina y las semillas de vainilla. Cubrir y dejar macerar por dos horas. Colocar un tazón pequeño en el refrigerador (éste se utilizará para comprobar la textura de la mermelada posteriormente).
  2. Transferir la mezcla de jitomate a una sartén y calentar a fuego bajo. Revolver constantemente, hasta disolver todo el azúcar. Subir el fuego y dejar hervir. Cocinar de 6 a 10 minutos.
  3. Comprobar la textura; apagar el fuego y colocar un poco de mermelada en el tazón refrigerado. Dejar reposar por 30 segundos y presionar la mermelada con una cuchara. Si la superficie de la mermelada se arruga, está lista. Si no, continuar hirviendo a fuego bajo y probar de nuevo cinco minutos después.
  4. Una vez alcanzado el punto deseado, retirar la sartén del fuego y dejar reposar por 15 minutos. Retirar cualquier capa que se haya formado en la superficie. Guardar en frascos esterilizados con tapa cuando aún esté caliente.
  5. Mantener en un lugar fresco y seco de 4 a 10 semanas antes de comer. Una vez abiertos los frascos de mermelada, mantener en refrigeración.

Bloody Mary con camarones

 

Aprende a preparar esta deliciosa receta de Bloody Mary con camarones, en el que el ingrediente principal es el jitomate.

 

Porciones: 8 porciones

Ingredientes:

  • 14 jitomates cherry
  • 1 ½ cdas. de vodka
  • 1 dash de salsa Worcestershire
  • 1 cdta. de salsa Tabasco
  • 2 cdas. de mayonesa
  • 2 cdtas. de puré de tomate
  • 300 g de camarones cocidos y pelados
  • 1 cda. de apio, picado finamente
  • 1 cda. de pimiento amarillo o rojo, picado finamente
  • ½ lechuga romana, picada
  • Cebollín fresco, picado, para decorar
  • 8 vasitos tequileros o copas martineras

 

Procedimiento:

  1. Cortar una pequeña cruz en la base de cada jitomate. Colocarlos en un recipiente hermético junto con el vodka, la salsa Worcestershire y la salsa Tabasco. Tapar y dejar macerar en refrigeración por al menos 6 horas, o durante toda la noche. Luego, cortar cada jitomate marinado a la mitad y reservar.
  2. Colocar la mayonesa y el puré de tomate en un tazón grande; revolver bien. Añadir los camarones, los jitomates, el apio y el pimiento.
  3. Poner una capa de lechuga en cada vasito o copa, repartir la mezcla de camarones en partes iguales, decorar con cebollín y servir.

 

Maridaje Food and Travel:

Vino blanco italiano, buena acidez, seco, notas frutales y herbáceas.

Sugerencia: La Valentina Trebbiano d’Abruzzo DO

¿Eres vegetariano y cada que son las fiestas patrias solo te encuentras con pozole, pambazos, birria y gorditas? No te preocupes más, ya que con esta deliciosa receta de chiles en nogada con soya, celebrarás como se debe la Independencia de México, pues disfrutarás a lo máximo de este platillo tradicional sin perder su original sabor.

 

Ingredientes

  •  6 chiles poblanos
  • 1 taza de soya molida texturizada
  • 2 cucharadas de cebolla
  • 2 jitomates
  • 1 ajo
  • perejil
  • 2 duraznos
  • 2 manzanas
  • 2 peras
  • 1/2 cucharada de membrillo
  • pasas
  • 4 almendras
  • 1 plátano macho
  • 3 huevos (opcional)
  • Sal y pimienta
  • 2 cucharaditas de aceite de soya
  • 2 granadas
  • 1/2 lata de leche condensada
  • 1/4 de crema fresca
  • 1/4 de nuez
  • 2 cucharaditas de brandy
  • Canela

 

chilen en nogada con soya

 

Preparación

  1. Poner aceite de soya en una cacerola y freír cebolla, ajo y jitomate. Ya que esté bien sazonado, agregar la soya texturizada (previamente hidratada y exprimida) y la fruta.
  2. Freír el plátano picado y agregarlo, ya que esté todo perfectamente mezclado, agregar las pasas, almendras, perejil, sal y pimienta.
  3. Para la nogada, poner todos los ingredientes en la licuadora y molerlos.
  4. Rellenar los chiles con la preparación, bañar con la nogada y adornar con la granada. ¡Ya estás listo para disfrutar el sabor de México!

Chile en Nogada

 

Descubre la receta secreta del Mesón de la Compañía y deleítate con este platillo poblano de temporada.

 

Porciones: 8 porciones

Ingredientes:

Chiles

  • 8 pzas de huevo
  • 4 pzas de chile poblano, asado y pelado
  • 1 pza de granada roja, desgranada
  • 200 gr harina
  • ½ lt de aceite
  • 1 bouque perejil

 

RELLENO

  • 1kg jitomate en cubos
  • 1 pza de cebolla picada
  • 3 dientes de ajo picado
  • 250 gr de durazno criollo, pelado y en cubos
  • 250 gr de manzana panochera, pelada y en cubos
  • 250 gr de pera lechera, pelada y en cubos
  • 100 gr de almendras, fileteadas
  • 100 gr de pasas
  • 150 gr acitrón o biznaga, en cubos
  • 1 taza de azúcar
  • 1 pza de canela
  • 2 cda de sal
  • 250 gr de carne de cerdo picada
  • 250 gr de carne de res picada

 

NOGADA

  • 1pza de queso fresco de cabra
  • 1 lt de leche
  • 150 gr de azúcar
  • 1 pza de canela
  • 500 gr de nuez de castilla limpia
  • ½ caballito de jerez
  • 3 cda de vainilla

 

Procedimiento:

  1. En una cacerola agregar aceite y freír el ajo, después la cebolla. Añadir el jitomate, luego la manzana y dejar freír por 4 minutos, agregar la pera freírla por 3 minutos y luego el durazno por 3 minutos, después agregar la canela, azúcar, pasas y acitrón. Agregar la sal y las almendras. Freír en una sartén aparte ambas carnes, una vez dorada, agregar a la cacerola del relleno y dejar hervir por 15 minutos más, mezclando ocasionalmente. Abrir un poco los chiles para retirar las semillas, de preferencia al chorro de agua esto detendrá la cocción, secarlos perfectamente. Rellenar con el relleno, enharinar y reservar. Batir las claras hasta obtener picos y agregar las yemas, al final colocar una pizca de sal y de harina y seguir batiendo lentamente. Cubrir los chiles con el huevo y freírlos en una sartén precalentada con aceite. Freír el chile por todos lados hasta obtener un color dorado, escurrir y reservar. Limpiar la granada y deshojar el perejil.
  2. Colocar todos los ingredientes de la nogada en la licuadora y moler hasta obtener una salsa de consistencia cremosa y dulce. Finalmente para servir colocar el chile en un plato, cubrir con la salsa de nogada y decorar con la granada y el perejil.

Éste es un platillo clásico de Jalisco, que se cree se inventó hace unos 85 años. Cuenta la historia que un día Luis de la Torre llegó a su casa y solo había un trozo de pan, frijoles refritos, un poco de carne de cerdo y salsa de jitomate. Tomó todo y se hizo un bocado para quitarse el hambre. Le gustó tanto que le pidió la receta de la salsa a su esposa (el secreto de todo), y después se dedicó a venderlas.

Torta Ahogada

Don Ignacio Saldaña trabajó para el señor De la Torre, y aún hoy hace las famosas tortas ahogadas en su negocio El Güerito, sobre la calle de Madero, en el centro de Guadalajara. El platillo consiste de un birote salado (una especie de bolillo denso), frijoles machacados, carnitas de cerdo y las dos salsas, una de jitomate y otra de chile de árbol. “Bien ahogada” significa que se mete en la salsa de chile hasta que dejan de salir burbujas, y “medio ahogada” que solo se baña la mitad en dicha salsa. Hoy en día hay muchas versiones: algunos añaden cebollas desflemadas, col o incluso cambian la carne por alguna otra como pollo o camarones. ¡Buen provecho! Checa más breves de comida en la edición impresa de Food and Travel México.