Con una formación de artista plástico, un paladar privilegiado, una carrera autodidacta y muchas ganas de consentir a sus comensales, el chef Alfredo Villanueva encontró su destino en las cocinas de Monterrey, desde donde impulsa y fortalece, a través de su restaurante Romero y Azahar, la escena gastronómica del norte del país.

Fotos: Charly Ramos. 

Platicamos con él sobre gastronomía, sus aportaciones al medio culinario y el papel de los foodies dentro de una comunidad.

 

¿Qué has ido aportando desde la propuesta de Romero y Azahar a la escena gastronómica de México y de Monterrey en particular?

Creo que la primera aportación es hacia lo más cercano, es como ese cliché llamado “apostolado familiar”; lo veo desde esa analogía: ofrezco una propuesta gastronómica que involucra todo lo que tengo en mi entorno.

Mi cocina es sencilla y contundente, trata de generar platillos con los ingredientes que se le van presentando, buscando lo goloso, lo suculento…

 

 

¿Y qué aportas desde tu oficio de cocinero?

La aportación clara a mi entorno es buscar la suculencia, de alguna forma algunos cocineros la perdemos de vista por la forma, por buscar la estética, por buscar el asombrar a nuestros colegas y no al comensal, no a nuestros seguidores verdaderos. Romero y Azahar sí es un parteaguas.

 

¿Qué significa ser un parteaguas a nivel gastronómico?

Nuestra cocina no está vinculada a ninguna otra influencia de la ciudad. No seguimos ninguna regla pero nos inspiramos en las diferentes cocinas en las que trabajé.

He estudiado, he leído demasiado, he preguntado demasiado, los viajes ayudan muchísimo… Hacer conciencia de cada bocado, de tu proceso histórico…. Cada sabor es bien honesto.

Nada está forzado, porque todo lo que está en el menú yo lo probé en algún momento de mi historia en el que alguien me influyó.

 

 

¿Crees que el comensal en Monterrey se ha transformado? ¿Es más arriesgado, más curioso últimamente?

Hay tendencias, como en todas las ciudades, pero sí creo que hay más curiosidad. Hay más gente queriendo probar más cosas. Hay más oferta, más ambición…

Ven a los restaurantes como un concepto que genera status, y por lo mismo de pronto siento la escena gastronómica más confundida que hace unos años.

 

¿En qué sentido?

En general, la sensación es la de que todos son foodies, todos creen que saben, pero no como antes, antes estaban seguros de lo que les gustaba.

Ahora ya les asombran otras cosas que ya no es la cocina, la suculencia de lo que te digo. Es tanta información que desinforma, y también desubica. Pero creo que es un proceso que se va a acomodar en Monterrey como se acomodó en España, por ejemplo.

 

Este año, se cumplen 22 años de la apertura de Los Danzantes, restaurante ubicado en la Plaza Centenario de Coyoacán. Una propuesta culinaria que inspira al disfrute de la gastronomía mexicana y al deleite de los paladares más exigentes que, desde el 15 de mayo y hasta al 11 de junio, celebra su Temporada de Bichos. Fotos: Cortesía y Laura Otero. 

Desde hace más de 18 años, Los Danzantes presenta en su festival de bichos una oportunidad para acercar a los comensales a la tradición ancestral de comer insectos que se remonta al siglo XVI, con el Códice Florentino, el cual describe a más de 96 especies de insectos que fueron parte de la alimentación de los mesoamericanos.

Bichos

De la gran variedad de especies comestibles que existen en México, 549 de las 2,000 existentes son nativas y se encuentran en los estados del centro, sur y sureste del país. Escamoles, gusanos de maguey, chapulines, jumiles, xamués, hormigas chicatanas y chinicuiles, son algunas de las especies que podrás disfrutar durante la temporada.

Para esta temporada, Los Danzantes ha preparado un festín que te estará esperando con las antenitas bien paradas, para que lo disfrutes desde la cabeza hasta las patitas. Pierde el miedo y disfruta de una ensalada de bichos con chilapitas, que es una combinación de granos de elote y frijol con calabaza y jitomate cherry, guisados con un toque de mantequilla, acompañados con chinicuiles y chapulines dorados.

Bichos

Continúa con un arroz con bichos, que ya se ha convertido en un clásico de Los Danzantes y que es una fiesta de sabores llevada al plato, pues encontrarás una combinación de gusanos de maguey, escamoles, chapulines y caracoles de jardín recolectados en Tlaxcala.

Si el estómago te permite más, no pierdas la oportunidad de disfrutar de un exquisito tuétano a las brasas relleno de una mezcla de escamoles con epazote, servidos sobre una cama de arena de milpas. Su sabor y textura te harán tocar el cielo.

Bichos

Cierra con broche de oro y atrévete a pedir el postre. La recomendación es el volcán de chocolate con chapulines –que te servirán calientito- y que viene acompañado de helado de avellana sobre fruta cristalizada. La combinación es perfecta y te dejará con un grato sabor de boca.

Para el maridaje, puedes pedir un mezcal que ya es tradición en este restaurante del sur de la Ciudad de México, aunque, si eres de los que prefieres experiencias placenteras, puedes optar por el vino mexicano de Hugo D’Acosta quien, desde el Valle de Guadalupe, ofrece una carta de vinos que amalgama muy bien con los insectos que llegarán a la mesa esta temporada.

Bichos

Dónde: Plaza Jardín Centenario 12, Coyoacán Centro. CH: Desde $450.00 MXN. losdanzantes.com

 

La temporada de pícnics ha llegado, así que prepara estas nuevas versiones de los clásicos favoritos de Louise Pickford. Son fáciles de hacer y están llenos de sabor.

Fotos: Ian Wallace

Producción y estilismo de alimentos: Louise Pickford

Maridaje: Miguel Ángel Cooley.

La cocina hidalguense es un tesoro que resguardan sus mercados, sus pueblos y su gente. Sin embargo, a pesar de su riqueza en ingredientes y sabores, hasta ahora nadie se había planteado llevarla a la mesa de un restaurante de alta gama. Por ello, y tras pasar una temporada fuera del país, el reconocido chef Aquiles Chávez ha regresado a México para establecerse en el estado de Hidalgo. Que además de ser hogar de su nuevo proyecto, es el lugar que le dio parte de su inspiración para dedicarse a ser cocinero. Mientras aprendía los secretos culinarios de su abuela durante su infancia:  Pachuca, la capital del estado, fue el lugar elegido para abrir las puertas de Sotero Cocina de Oficio. Un nuevo espacio en el que los sabores hidalguenses de antaño se reinventan para dar lugar a platillos con un toque contemporáneo, confeccionados con los mejores ingredientes de la región y la técnica de un chef con una gran trayectoria y su equipo de cocineros expertos. Por supuesto, sin que esto signifique dejar de lado el sabor, la tradición y el respeto por el producto.

Sotero

¿Qué distingue a Sotero?

Ulises Chávez, hermano de Aquiles, es el antropólogo investigador detrás del menú del lugar, que incluye platillos como el abundante chamorro con pozole seco. El conejo de Tulancingo con salsa de xoconostle. Y un delicioso mole verde, hecho con la receta original de la mamá de del chef. Otro de los distintivos de Sotero es su excelente propuesta de coctelería a base pulque y curados de frutas; la piña pulcada y el coctel de curado de frutos rojos con guayaba tatemada son simplemente imperdibles.

Además de esto, Ulises trabaja en un huerto urbano dentro del restaurante, del cual se obtienen ingredientes como hierbas, flores y especias que sirven para preparar muchos de platillos del lugar, tal como su dulce y cremosa panna cotta de lavanda con jalea de jamaica.

Sotero

Con un ambiente relajado y familiar que puede percibirse en cada rincón del restaurante – los salones del lugar tienen los nombres de las abuelas de la familia, Mercedes Antonia y Carmela, mientras que el restaurante lleva el nombre del abuelo de Aquiles y Ulises -, Sotero invita a regresar más de una vez para probar todas y cada una de sus creaciones. CH. $350 MXN por persona. sotero.com.mx Dónde. Dr. Manuel del Corral 101. Real de Minas. Pachuca de Soto, Hidalgo.

Sotero

La Ciudad de México guarda muchos secretos, en ella habita todo lo imaginable y existente. En cuanto a gastronomía, esta ciudad se identifica por contar con una amplia y variada oferta de todo tipo de comida y sabores, del mundo y de nuestro país. Los huevos, como ya es muy bien sabido, aquí son los reyes del desayuno, muy mexicanos o con influencias internacionales, hay para todos los gustos y preferencias. Aquí un top de lugares y platillos que seguro te harán regresar más de una vez.

La Ventanita, por huevos a la leña

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Aquí preparan los mejores huevos de cazuela, en sartenes de hierro y a la leña. No dejes de probar los huevos árabes con jocoque, chile jalapeño, tocino y limón, cocinados a la perfección. También están los veracruzanos, revueltos con frijoles de olla con chorizo encima, y los huevos Cibeles, la especialidad: estrellados con tortilla de maíz, jamón de pavo, queso Oaxaca y bañados en una salsa roja con trocitos de jamón serranoDónde. Plaza Villa de Madrid 13, Col. Roma

La Taberna del Chanclas, de aquí los rotos

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Para los mejores huevos rotos, este es el lugar ideal. Este platillo tiene un lugar especial en la carta, se sirven vastos y los clásicos: huevos estrellados con papas a la francesa perfectamente sazonadas, también se pueden pedir con chistorra o con tocino. Normalmente hay casa llena por lo que es recomendable hacer reservación, pero vale la pena probar estos huevos de tradición española. Dónde. Aguascalientes 206, Col. Condesa.

Lalo! Y su Croque Madame

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El chef Eduardo García sabe muy bien lo que le gusta a la gente: decir “buenos días” con un buen desayuno. Así es el reciente comedor del creador de Maximo Bistrot. Una mesa comunal hace sentir que la convivencia es importante, la música y la propuesta casual, colorida y divertida es el conjunto perfecto para disfrutar de un domingo con un delicioso Croque Madame: huevos estrellados sobre un enorme sándwich hecho de pan brioche, jamón selva negra, queso comté y salsa bechamelDónde. Zacatecas 173, Col. Roma.

Trattoria della Casa Nuova, para los benedictinos

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De herencia americana, los huevos benedictinos de este lugar, saben cómo enamorar y hacer empezar el día de la mejor manera. El platillo estrella de la casa: huevos pochados acompañados de salmón ahumado, crema holandesa y un toque de queso crema, todo sobre un pan de centeno recién horneado y acompañado de espárragos. Este platillo hace honores a la receta creada en el comedor del hotel Waldorf Astoria de Nueva York. Dónde. Avenida de la Paz 40, Col. San Ángel.

Azul Condesa y los motuleños, entre otros…

Para un auténtico desayuno mexicano, la cocina de Ricardo Muñoz Zurita tiene los mejores huevos motuleños: fritos montados sobre dos tortillas con frijoles, cubiertos de salsa roja y espolvoreados con queso doble crema… otra opción es el omelette con hongos y epazote, para luego seguir con el toque dulce de un pan francés ahogado en leche, bañado con miel y acompañado de fruta flameada con ron. Dónde. Nuevo León 89, Col. Condesa.

Al pasar las puertas del Mercado Roma, se encuentra Ummo, un rinconcito de pizzas hechas a mano con ingredientes nacionales e internacionales cuidadosamente seleccionados por su propietario Hilel Bistre quien desde hace ya algunos años, ha hecho de las pizzas su forma de vida no solo para complacer a sus comensales sino por el placer de ofrecer productos de calidad.

En un pequeño espacio en donde apenas caben dos personas, cada uno de los productos que salen del horno de Ummo, tienen un toque especial: queso ahumado en madera de nogal que le dan un sabor irresistible al paladar.

Por si eso fuera poco, desde la barra podrás ver el proceso de preparación que comienza con una danza en las manos que eleva al aire la masa “para generar bolsas de oxígeno” y obtengan el crunch necesario para cuando lleguen a la mesa.

Entre el estilo neoyorquino y el italiano (que no napolitano) las pizzas de Ummo tienen un sabor especial por lo que, después de dos años, los comensales ya tienen a sus favoritas como la Ummami que se compone de queso mozzarela ahumado, jitomates deshidratados, queso azul, tocino ahumado, pimienta, albahaca y aceite de oliva italianos; o la Prosciutto, que lleva queso mozzarella ahumado, salsa de tomate, arúgula, balsámico, aceite de oliva y prosciutto italiano.

Para saciar el antojo, está el mac & cheese, que se sirve en sartén de hierro y que destaca por su delicada textura en boca y su expresivo sabor. Los imperdibles son el de tocino, cebolla y pimiento, que lleva macarrones, salsa a base de crema, mantequilla, queso parmesano, queso Monterrey Jack y queso cheddar con tocino, además de cebolla morada y pimiento rojo; o el de short rib que se prepara con macarrones, salsa a base de crema, mantequilla, tres quesos y está montado sobre una cama de short rib braseada durante ocho horas en cerveza oscura.

Una refrescante cerveza artesanal hará el maridaje ideal. CH. $350. Dónde. Querétaro 225, Roma Norte. ummo.mx

El restaurante del chef Matteo Salas se ha convertido en la excusa ideal para visitar uno de los rincones más hermosos del país. Jacinto 1930, ubicado en San Miguel de Allende, Guanajuato, celebra su primer año de vida, un año de inspiración mexicana, notable en cada una de sus creaciones.

El cocinero de origen italiano pero con alma mexicana, junto a Israel Loyola, se ha entregado a la labor de curar. De manera excepcional, platillos tradicionales mexicanos. En los que la constante es el profundo respeto por los procesos y productos milenarios, desde una dimensión innovadora.

Jacinto

El menú

La fecha que conforma su nombre, 1930, se debe a que fue un año que marcó la historia de México; una década de reforma, de cambios, de crecimiento cultural, artístico y agrícola, una época de oro y esplendor. El menú, que gira en torno al maíz, hace honores al pasado con sentimientos de nostalgia y orgullo. Y al presente, dejándose llevar por la dualidad entre la gastronomía nacional, tal y como es, esencial y aparentemente sencilla, y los complejos procesos de preparación.

El concepto ha logrado posicionarse en poco tiempo en el gusto de los paladares amantes de la buena cocina. Evidencia de ello es el haber sido galardonado poco tiempo después de su apertura. Y fue como Mejor Restaurante Nuevo en los pasados premios de Food and Travel Reader Awards, y Mateo Salas como Chef Revelación.

Jacinto

Dentro del equipo de Jacinto 1930 se encuentra Adrian Evans, a cargo de la mixología; su trabajo es desarrollar cocteles exclusivos mezclando sabores icónicos de la cocina mexicana, como el chile jalapeño, el mole o el chocolate, con destilados típicos como el tequila y el mezcal, además de otros ingredientes aromáticos como el romero o la crema de cassis, para crear deliciosas combinaciones con tonos mexicanos y detalles europeos.

La arquitectura del espacio, por Alberto Laposse, de aceros y cobres recuerda a las típicas cocinas mexicanas, sin perder una pizca de elegancia. Además, la cocina totalmente abierta y una barra en la que se procesan las masas de maíz son solo una probada de la riqueza de este lugar, que sin duda, tiene aún un largo camino por recorrer y su historia apenas comienza a escribirse.

Jacinto

Jacinto 1930 es cocina mexicana con enfoque contemporáneo, de herencia familiar, de sabores que enamoran, de mucha vida por delante.

La chef mexicana nos abrió su corazón y nos contó sus secretos más íntimos en torno a cómo desde muy pequeña su vida estuvo marcada por la gastronomía, misma que hasta la fecha le ha dado las más duras y gratas experiencias.

Además de permitirle combinar su pasión por la cocina con la gran labor de ser madre. ¡No te pierdas todo lo que nos platicó!

 

El destino en torno a la cocina

El amor a la cocina empezó desde muy chiquita, mi tía tenía un restaurante en Guadalajara y yo crecí yendo para allá. Todos los veranos me mandaban sola en avión.

Mi tía me llevaba a los mercados, me la pasaba en un banquito cortando limones, poniendo la horchata en las bolsas, haciendo todo lo de la cocina…

 

Círculos a la cocina

Yo quería ser abogada, mi papá es abogado y a mí me gustaba el pleito, siempre ganaba, tenía el carácter fuerte para ganar como mi papá.

Pero ya cuando nació mi niño, llegó un punto en el que me pregunté: ¿voy a ser abogada porque quiero o porque mi familia lo espera de mí? Mi vida siempre le daba círculos a la cocina.

Yo les daba de comer a mis cinco hermanos, llegaban mis amigos y les hacía de comer; soy la mamá de todos. Llegué al punto que decía: a lo mejor sí puedo hacer algo de esto, a lo mejor sí puedo ser chef.

 

 

La batalla por hacer lo que se ama

Cuando  cumplí 18 años me metí a la escuela de cocina en San Diego, y como ya tenía a mi hijo me tuve que concentrar mucho en estudiar y correr a la casa.

No era de hacer amigas, era media calladita. La chef que me tocó en el primer semestre me vio que era la callada, estudiosa, y me hizo su souschef, y desde entonces supe que podía hacer una carrera en esto.

Luego, tuve a mi niña a los 21; era mamá soltera con dos hijos, en una carrera que no paga. Estaba de repostera en ese entonces, los primeros 7 años, ganando lo mínimo, trabajando tres turnos y tratando de sostener a mi familia.

 

Slow Food

Mis hijos se acostumbraron a no verme, porque trabajaba para mantenerlos. Con el apoyo de mi mamá seguí la carrera y aprendí a cortar un animal de nariz a cola, un cerdo entero, una vaca entera… me metí a aprender panadería artesanal.

Completamente me fui de dulce a salado y ahí es donde todo cambió. Trabajé  en Rancho Venado en San Diego y de ahí me fui a Jsix en el Downtown de San Diego, haciendo cosas muy padres, fue cuando Farm-to-Table estaba empezando lo de Slow Food.

 

Mentores de vida

Yo no fui a España o Francia, yo me tuve que quedar en San Diego; tengo dos hijos y era la única proveedora para los niños, entonces mi trayectoria fue diferente.

 

Denisse Trois

Denisse Trois fue la primera chef de la escuela que me dio la oportunidad de estar de chef en Rancho La Puerta en Tecate, de Gavin Kaysen que acababa de competir en el Bocuse d’Or, y luego le dieron el Top Ten de Food & Wine en Estados Unidos y su trayectoria fue de nada a premios James Beard.

 

Javier Plascencia

Después conocí a Javier Plascencia y fue un terremoto, yo era muy rígida y él no; me echaba ingredientes cuando estaba cocinando le echaba puños de otro ingrediente… Me enseñó a dejar las cosas fluir: si no tienes, ponle  otra cosa.

Y eso me ayudó mucho a crecer como cocinera, cocinas con tu corazón, con tu estómago, me decía.  Si te gusta cocínalo, si no te gusta no lo hagas, me ayudó a ser más de instinto, más visceral.

 

 

Viajes que transforman

Me acuerdo muy bien que me quería ir a Nueva York y conseguí  una entrevista con la compañía de Daniel Boulud y la chica que me entrevistó  me dijo: “tienes dos hijos, no la vas a hacer aquí, vas a trabajar muchísimas horas, tus hijos van a tener que ir a una escuela muy lejos y si no tienes alguien que te ayude aquí, que esté contigo, te va a comer Nueva York”.

Regresé a San Diego con la cola entre las patas y dije pues aquí me quedo. Años después, cuando mi esposo acababa de regresar de Afganistán, le dejé a los niños y le dije: me tengo que ir, no tengo inspiración, regresas con una esposa vacía.

 

La cocina mexicana

Y me fui a Barcelona, a Lisboa y a Marrakesh, ahí todos los fogones se prendieron otra vez. Me quedé con una chef que estaba en Marrakesh y ella me llevaba a los mercados, me enseñó cómo hacer lo que hacían en el hotel y pensaba: esta es la cocina mexicana, usan todo animal, nada se desperdicia, los sabores están en tu cara, no se aguantan, las especias…

Regresé muy inspirada, más que nada con la cocina mexicana, bueno he cocinado francés, americano, italiano… pero hay que regresar a las raíces.

 

Retorno a la fuente

Cuando abrimos Bracero (restaurante de comida mexicana en San Diego), queríamos enseñar la gastronomía mexicana como es, no aguantarnos.

Javier (Plascencia) decía: échale cuatro habaneros si se te antoja,  y que  les pique, que no regresen si no quieren, pero aquí no vamos a aguantarnos. Y si teníamos un taco que estaba más caro por los ingredientes y la técnica, pues ya lo entendería el comensal de San Diego.

Bracero fue una buena escuela para seguir mi propio rumbo: ir a México, a Oaxaca, a San Miguel de Allende… mi familia es de Guadalajara, tengo una buena fundación y entiendo la comida de Jalisco y de Tijuana.

Pero como el país es tan grande, quería saber sobre las siete regiones que son tan ricas en raíces, saber por qué pasan las cosas, por qué lo que crece en un lugar no crece en otro, quería conocerlo todo y eso hice.

 

 

Amores que impulsan

Mucha de la inspiración y de la razón de porque hago las cosas es mi esposo. Me apoya en todo, me elabora horarios para que nos organicemos en los viajes, con Top Chef ni se la pensó dos veces, dijo: está bien, vete.

Sé que es para tu carrera y desarrollo personal, te apoyo 100%. Tener la oportunidad de ir a conocer porque mi familia me deja, está padrísimo.

 

Cocina de instinto

Para mí es muy importante darle al comensal o a quien esté dándole de comer, parte de mí. Si no estoy de buen humor, si no me siento bien, no me sale la comida, no siento orgullo por ese plato.

La cocina tiene que ser de instinto y visceral, y a veces es incómodo, tienes un día malo y haces cosas más agresivas, pero es el instinto.

Hasta la fecha creo que me sirve mucho poder cocinar, aunque sea frijoles y arroz, pero con mucha intención de hacerlos rico. Siempre cocino como yo quiero comer.

 

Honrar al ingrediente

Se siente gacho saber que el cerdo que saludaste ayer hoy está en tu plato, pero hay que honrarlo cocinándolo completamente.

Todos tenemos un camino en este mundo y tal vez ese cerdito vino para alimentarte, lo que podemos hacer es mostrar respeto al animal y cocinarlo totalmente y al final del día dar gracias que podemos comer eso.

Hace como cuatro años fui a Tanzania, a un pueblito debajo de Kilimanjaro, para ayudar a que la gente de ahí desarrollara sus huertos, no tumbaran árboles, y cultivaran verduras, las vendieran y alimentaran a su familia.

Cuando llegué le enseñé fotos a mi familia y les dije: tienes que saber de dónde viene tu comida, honrar a los ingredientes y si no te gusta, no lo cocines pero tampoco lo desperdicies.

 

 

La experiencia Top Chef

Top Chef fue una experiencia muy bonita porque me enseñó lo que podía lograr, a ser luchona. Regresé como mejor mamá, mejor cocinera, mejor amiga; lo lazos que hicimos son de la vida, muy bonitos.

Todos somos cocineros y fue una competencia, pero al final del día sabemos que todos hacemos lo mismo y nadie es mejor que el otro.

 

Como la guerra

Llegas a la casa como traumado, no puedes estar en grupos de gente, me daba ansiedad bien feo, y mi esposo (que es militar) me decía que es como un trauma de guerra: “la misma relación que tú tienes con ellos, que los extrañas y que no puedes hablar ni conmigo, es porque ustedes tuvieron ese trauma juntos e hicieron un círculo como los soldados en la guerra”.

 

 

El jurado de Top Chef

Creo que Mikel, Juanxo y Guillermo tienen un gran espíritu de mentor, te dicen “me gustó”, “le faltó algo” o “no me gustó”, y no es una crítica que te agüite, es una crítica que sabes que no les gustó por razones de técnica, de sabores, de no combinar bien o integrar los ingredientes juntos.

Eso te deja un aprendizaje. Estos chefs con la carrera que han tenido, no nos decían esos comentarios para hacernos sentir mal, sino porque quieren vernos en sus zapatos en unos 15 años, desarrollarnos como chefs, hacernos mejores, no quieren vernos fracasar, quieren decir: parte de la fortuna o la carrera que tiene es porque me hizo caso, le enseñé algo.

 

La lección de Top Chef

Me fui de Top Chef sabiendo lo que puedo hacer, lo que puedo lograr, que puedo ser una inspiración para mis hijos, porque al final esa es la razón por la que entré a Top Chef, para decirles a mis hijos: «inténtalo, si no lo intentas no lo vas a poder hacer, pero si lo intentas y no lo logras pues qué importa, solo sigue tus sueños”.

 

Lo que buscamos como comensales en un restaurante, además de buena comida, es la creación de una experiencia. Regresamos siempre a donde nos hacen sentir como en casa; tal es el caso de Eloise —el clásico francés comandado por Abel Hernández, Eduardo Morali y Laura Santander— y ahora Loretta, su nuevo bistró de inspiración mediterránea.

En el menú se reconoce la huella golosa de Eloise —véase la entrada de dátiles con sobrasada, tocino y balsámico—, pero el tono general del menú es fresco, sin perder potencia en los sabores.

Loretta

La carta de Loretta

En su carta destaca más la influencia de las costas griegas que de las francesas, desde el hummus, la crema de berenjena y el dip de pimiento rojo estilo tirokafteri con los que te dan la bienvenida, hasta el postre estrella: baklava con pistaches, naranjitas chinas y helado de flor de azahar.

Lo que pidas llegará a la mesa en su punto, como los ostiones a las brasas, la pesca del día en mojo verde o el pecho de res braseado en cerveza. Todo con un servicio atento y una terraza imperdible. Vayan pronto: volverán. CH: $400. Dónde. Av. Revolución 1426, Guadalupe Inn.

Loretta