En las leyendas del pueblo vasco, la tierra de origen de los chefs Mikel Alonso y Gerard Bellver, Ama Lurra, la Madre Tierra, es la divinidad más importante: la dadora de vida, la poseedora de toda la fuerza vital, el receptáculo ilimitado de abundancia en Restaurante Lur. Fotos: Charly Ramos, Rogelio Rojas y Ceci Núñez. 

Lur, de alma hogareña

Lur en euskera significa Tierra y en la Ciudad de México es el nuevo proyecto encabezado por los creadores de Biko, uno de los restaurantes que ha puesto a la escena gastronómica mexicana en el foco de atención.

Pero este nuevo proyecto, localizado en el número 86 de la avenida Masaryk, apela a la tierra como elemento, como planeta, como el gran generador de vida, de la existencia de todo lo que nos nutre pero sobre todo de la Tierra como el hogar, el eterno regreso a aquel lugar en el que nos sentimos cómodos, reconfortados.

 

Restaurante Lur

 

A través de olores y sabores, de platillos honestos y suculentos, Lur se encarga de remontarnos, sin banderas de identificación, al concepto de hogar, ese que rebasa los límites de la patria y nos da sentido de pertenencia.

 

Mikel Alonso

Platicamos con Mikel Alonso, quien con los pies en la tierra, nos cuenta de su nueva casa, desde donde no se pretendió crear un concepto novedoso, sino rendirle culto a aquellos manjares que apapachan.

 

Reinterpretarse a uno mismo > Restaurante Lur

Gerard (Bellver) y yo hablamos hace mucho tiempo de la inquietud de un proyecto alterno a Biko, que nos impulsara a salir de nuestra zona de confort y regresar a nuestros orígenes tradicionales.

Queríamos materializar un concepto que fuera totalmente diferente, movernos de lo que veníamos haciendo, conectar con lo hogareño.

Hace poco más de año y medio, pasamos por un mal momento anímico por lo que implicó para nosotros la obra de Mazaryk.

No sé si fue la única responsable, pero sí influyó. Nos puso a pensar que teníamos que movernos, reinterpretarnos y conectarnos.

Yo llegué a México haciendo cocina tradicional española y llevaba 18 años haciendo cocina de mantel largo, pero no quería trabajar con los orígenes, quería ejercer el mestizaje. Queríamos hacer platos de hogar profesionalizados.

 

Restaurante Lur

 

Identidad de hogar

 

Profesionalizar la cocina hogareña: ese es el tema que más nos ha costado y nos va a seguir costando. ¿Cómo hacer que la gente aquí se sienta en un restaurante pero cuando salga algo en su mente diga: “comí como en casa”?

Este hueco de 350 metros cuadrados se convirtió en el sitio donde se hizo realidad ese anhelo de hacer algo en un lugar desenfadado.

Creo que es muy grave el problema de la identidad, lo fácil es hacer un restaurante de bandera, y nosotros empezamos a trabajar sobre un restaurante que no la tuviera.

Cuando entres a Lur no te tiene que remitir a ningún país. En la carta tienen que convivir platos de diferentes países, la identidad es cocina de hogar. Es una cocina con olor a casa de cualquier parte del mundo.

 

Revestirse de Tierra > Restaurante Lur

 

Estamos revestidos de una de las últimas creaciones de Héctor Esrawe y Nacho Cadena. Teníamos claro que queríamos concebir un restaurante reconfortante tanto en la textura visual del lugar como en el de la comida, con una sazón reconocible y deliciosa.

Al principio, queríamos que fuera más tirando a un bistró neoyorkino que francés.

Pero después preferimos ser un poco más mexicanos porque sabíamos que aunque no quisiéramos poner una identidad de bandera precisa, queríamos trabajar con productos y productores mexicanos, desde la estética y la decoración hasta el alma del lugar.

Seguimos el hilo conductor de la tierra, el campo donde nace el fruto.

Sabíamos que queríamos hacer algo como en casa, entonces decidimos, junto con la arquitecta Cristina Pérez, que tendría mucho sentido tapizar todo en madera de Tzalam, mexicanas, y mandar hacer los suelos en Oaxaca con artesanos tradicionales. En el restaurante ves motivos de la tierra y de lo que nace de ella.

El suelo está lleno de motivos que aluden al triángulo alquimia, pero es el suelo que recuerda al de mamá, al de la abuela. Digamos que nos teníamos que conectar, aunque parece la frase muy romántica, necesitas ese romanticismo para empezar a construir una identidad.

 

Restaurante Lur

Saborear los recuerdos en Restaurante Lur

 

No pensamos en crear platillos, sino en poner en la mesa platos que hayamos probado y que nos traen gratos recuerdos.

Puedes encontrar un guiso cotidiano, o una bandeja de aguachile que puede remitir a un domingo en la playa, o un pollo rostizado que puede ser la festividad en un hogar, incluso hasta una sopa de cebolla que en muy pocas casas se llega a preparar, pero reconforta.

Todos nuestros platos tienen una textura visual, olfativa, bucal y todo eso suma un recuerdo. No es lo mismo poner un pollo deshilachado a poner un pollo rostizado en una cazuela de barro, ya desde el simple hecho de ponerlo en la mesa, el patillo te remite a algo y entiendes de qué estamos hablando.

Por ejemplo, los canelones que servimos es la preparación catalana que se da en San Silvestre el día después de Navidad con las sobras de la cena.

Gerard dijo “uno de los platos más ricos que he probado en mi vida y que más recuerdos me traen son los canelones”. Así que hay que tener canelones en la carta.

 

Restaurante Lur

Platillos indelebles en Restaurante Lur

 

Al probar un manjar, el cerebro segrega muchos neurotransmisores y en automático le saca una fotografía al plato para recordar si volverá a comerlo o no. Es una defensa animal. La mayoría de las comidas no llegan a fotografiarse porque no llegas a emocionarte.

Cuando te emocionas quiere decir que tú lo viste, lo oliste y todo empezó a marchar, sabes que tiene el peso visual y todo tiene sentido. Cuando tú sazonas tienes que hacerlo para emocionar, porque de ahí nace la fotografía. Si tú fotografías el momento, nunca te vas a olvidar y vas a ser un embajador del restaurante en el que viviste esa experiencia.

 

Sazonar para honrar al producto

 

En la manera de sazonar está entender cómo es el sabor primario. El producto está sazonado de origen, luego lo sazonan las bacterias y al final el chef. El animal primero se autosazona: un pescado del Pacífico que comió puro plancton, solito se puso rico.

Si es una lubina salvaje pescada en Galicia, la tienes que dejar nueve días, porque tiene que añejarse, cuando generalmente te dicen: “los pescados los tienes que comer frescos”. Un chuletón es mejor con 20 días de curación, es la segunda sazón, la bacteriológica, luego el cocinero y le pone tantita pimienta, sal, chile y ya está.

 

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Restaurante Lur

 

Biko se pone casero

 

Hemos disfrazado a Biko de Lur, hemos traído todo el Biko aquí y lo disfrazamos de casa. Es una fachada de hogar y atrás está todo el rigor de Biko.

Esto nos permite regresar a las raíces, aunque nunca las perdimos en Biko, pero ahí todos los platos empiezan de forma tradicional y se terminan de forma vanguardista, con el arte al plato.

Queremos captar a los clientes de Biko que quieren algo más relajado, barato e incluso llamar a quienes no iban a Biko.

Pensamos que la tranquilidad gastronómica, arquitectónica y visual invita a decir: “hoy no quiero excesos, solo quiero sentarme, comer bien, pagar justo e irme… O quedarme, arriba tenemos una terraza maravillosa, es como un oasis en Polanco.

 

Restaurante Lur

Triunfar o morir en el intento > Restaurante Lur

 

En esta búsqueda de consolidarnos desde la trinchera de Lur tenemos ese libre albedrío de triunfar o morir en el intento. Pero seguimos pensando que la cocina honesta, esté vestida de gala o no, triunfa.

La gente no es tonta, desde que nace mama leche y si algo sabe hacer el ser humano es comer. Es cuestión de que la gente, usando el sentido común, sepa que aquí tiene su esquina.

 

 

¡Checa el video!

 

 

 

 

Egresados del Instituto de Arte Culinario Coronado y cimentados en una gran amistad, Diego Niño y César Vázquez comenzaron su carrera juntos al asociarse para formar Duo Catering.

Nexo Wine Bistrot: evolución culinaria

Luego de su éxito, en 2015 decidieron abrir Nexo y un año después recibieron el premio Jóvenes Talentos en Millesime. En su trayectoria en solitario, César —oriundo de Tijuana— trabajó como jefe de cocina para Tec- Emotion, distribuidor de texturas para Albert & Ferran Adrià, donde aprendió técnicas de cocina molecular y fue ganador del concurso Joven Chef en 2013.

Por su parte, Diego Niño —originario de la Ciudad de México— siempre se ha retado participando en concursos como Cocinero del Año 2017, en el que ganó el tercer lugar. Además, ha trabajado en espacios como Estudio Millesime y el desaparecido D.O.

 

¿Cómo defines la propuesta de Nexo?

César: Es una cocina libre con técnicas abiertas al mundo, Diego y yo cocinamos lo que nos gusta, puede ser, por ejemplo, un taco elaborado con técnicas francesas, asiáticas o cualquier otra. No estamos cerrados a nada.

Diego: Es algo fresco y libre, es una unión que hacemos César y yo al crear platos con un estilo de cocina único y a la vez vanguardista. Nexo es un alma libre.

 

 

¿Cómo es el proceso creativo para la preparación de platillos?

César: Me gusta mucho ser teórico y analítico, no cocinar por inercia. Cuando platico con Diego de platillos nuevos, ponemos todo sobre papel y partimos de un ingrediente principal, como la coliflor con mole de Xico que tenemos actualmente en la carta.

Llegamos a combinaciones de sabores por los referentes de cómo hemos comido la coliflor y tomamos en cuenta sus matices de sabor y aroma. Desnudamos al ingrediente para encontrar las diversas formas de prepararlo. Al final del ejercicio, tenemos un mapa conceptual de la coliflor con infinidad de caminos y posibilidades para cocinarla.

A esto le llamo paladar mental, herramienta que todo ser humano tiene, pero que es diferente en cada uno por lo que has comido en tu vida. Cocinamos con la mente y nos ahorramos horas en pruebas, es ir un paso adelante.

Diego: Todo se basa en la idea de qué platillo queremos cocinar: entrada, plato fuerte o postre. Casi siempre nos enfocamos en hacer preparaciones con productos de temporada.

Iniciamos analizando los matices que tiene e ideamos las sensaciones que nos puede brindar el producto en el plato. De ahí ramificamos posibles combinaciones y técnicas de preparación para obtener una cocción perfecta.

Por ejemplo, el cerdo: comenzamos recordando cómo lo hemos comido: confitado, en carnitas o braseado; definimos la cocción y luego los ingredientes que acompañarán nuestro ingrediente principal, recordando con qué guarniciones lo hemos probado.

Esto es biblioteca de sabores, nos imaginamos las combinaciones de los alimentos que van a ensalzar nuestro nuevo platillo.

 

 

¿Cómo han manejado la transición de jóvenes promesas para consolidarse como chefs?

César: Siento que sigo en transición y con retos constantes. Sé que cada día debo ser más disciplinado y cada reconocimiento es indicador de mayor exigencia como chef.

Diego: Estoy haciendo lo que me gusta y en Nexo lo estamos mostrando a los comensales. La verdadera satisfacción es que regresen al restaurante y prueben nuestra propuesta.

 

 ¿Cuáles son los ingredientes que no pueden faltar en su restaurante?

César: Soya, sal, mantequilla y aceite de oliva. Son potenciadores de sabores: la mantequilla aporta una sensación única a las verduras, el aceite de oliva es esencial para aliñar cualquier preparación y la soya es uno de mis ingredientes preferidos, ya que aporta mucho umami.

Diego: Además de los ingredientes que menciona César, me gusta el ajo. Lo puedo comer en todas sus variantes y texturas, me fascina que su sabor es fuerte pero no agresivo. En Nexo debes probar el crudo del día, preparado con un aceite de ajo y chips de ajo.

 

 

¿Cuáles son las novedades de Nexo en los próximos meses?

César: Acabamos de cambiar 95% de la carta, solo mantuvimos el jurel, los ravioles, el pato, el brioche y la tartaleta de yogurt. De los nuevos platillos tenemos crudo del día con aguacate y umeboshi, que es una ciruela fermentada japonesa, pulpo con miso y cerveza, y el pollo orgánico marinado y rostizado con poro escalivado, salsa holandesa y velouté de pollo.

 

¿Cuántos chefs han venido a Nexo a cocinar?

 César: Al abrir Nexo invitamos a chefs como Juana Maya, cocinera tradicional de Oaxaca, y Paco Molina de Evoka. Y en el aniversario invitamos a Mario Espinosa de Rosas 32, José Luis Estevan de Millesime, y Mao Montiel de Dolcenero, entre otros.

Diego: Han sido más de 18. Compartir nuestra cocina con estos chefs es sinónimo de enseñanza y amistad, no hay envidias. Invitarlos a cocinar involucra aprender de ellos y cada visitante deja un granito de arena, no solo en César y en mí, sino también en la familia Nexo, nuestro equipo de cocina.

 

 

¿Qué significa para ustedes crear este tipo de nexos con otros chefs?

César: Es compartir más que el gusto de cocinar: somos amigos y representa una hermandad. Es padrísimo contar con esta gente que piensa igual que tú y que en grupo nos apoyamos y hacemos crecer a la gastronomía nacional para poner en alto el nombre de México.

Diego: Es un clic grupal y todos tenemos la cosquilla de aprender unos de otros y apoyarnos para seguir creciendo. Al final de todo, compartimos una gran amistad.

 

Hace cinco años que trabajan juntos. ¿Cómo se conocieron?

César: Nos conocimos en Coronado. Diego estaba en el turno de la tarde y yo en la mañana, nos presentó el chef David Iniesta y nos puso como equipo para participar en un concurso de cocina en Monterrey, de ahí nació la amistad.

En esa competencia estaba haciendo frijoles chinos y por presumirle mi platillo al jurado se me cayeron al piso. Además en la primer etapa de ese concurso me rebané la uña y no podía cocinar, me tocó hacer masa de tamal, pero como no podía amasar, Diego me apoyó.

Diego: Nos conocimos en un concurso, íbamos en la escuela. Comenzamos a hacer buena mancuerna hasta lograr el equipo de trabajo que tenemos hoy y que se permea en una amistad muy pura.

 

 

¿Cómo eres cuando no estás en Nexo?

César: Soy relajado y tranquilo. Me gusta estar en casa con mi familia, disfruto de pasear con mi novia que también es chef, vamos a muchos restaurantes a probar platos nuevos.

Diego: Me gusta divertirme y hacer actividades que involucren la cultura y las artes. Comer me encanta, es el momento cuando salgo de Nexo buscando conocer qué hay fuera y me propongo ir a restaurantes para probar lo que otros amigos y colegas están cocinando.

Grupo lampuga: pasión en armonía

 

Emmanuel Zúñiga dirige con precisión y maestría el entramado de Grupo Lampuga. Enfocando su atención en cada detalle, el chef sabe que lo más bello en la vida requiere dedicación, apertura al cambio y compromiso absoluto.

Texto: Alejandro Mendoza / Producción: África Badillo / Fotos: Charly Ramos / Maridaje: Miguel Ángel Cooley. 

 

Grupo Lampuga

Así como un reloj marca las horas sin inmutarse de lo que lo rodea, la experiencia de sentarse a la mesa en un restaurante con una trayectoria consolidada como Lampuga, pareciera que está dada, que surge natural y espontánea. Pero pocas personas saben que culminar en este punto requiere horas de esfuerzo, depurar ideas y escuchar a la gente. Sobre todo, requiere velar por los detalles que permiten crear un discurso culinario, una atmósfera y un servicio únicos.

Para Emmanuel Zúñiga, chef ejecutivo de Grupo Lampuga, llegar al restaurante y revisar estos pilares se ha convertido en una disciplina, misma que le ha permitido cumplir 11 años al frente de las cocinas del grupo.

 

Emmanuel Zúñiga chef ejecutivo

¿Cómo se definen las piezas que permiten dirigir un proyecto como Lampuga? En palabras de Emmanuel, la clave empieza con plasmar lo que a uno le gusta, para lograr transmitir una idea clara al comensal. Para él, abrir un restaurante es prometer a la gente que siempre saldrá contenta y satisfecha con los platillos y el servicio.

“Para esto solo hay una frase: estar en el negocio. Estar en tu cocina, revisar los pormenores de cada día, recordarle las tareas y responsabilidades al personal y escuchar sus puntos de vista”, apunta Emmanuel.

Desde la iluminación hasta el volumen de la música, sin olvidar la calidad de los insumos y la ejecución de los platillos, cada pieza es fundamental en la operación de las tres locaciones de Lampuga. Cada uno responde a la personalidad del barrio que los acoge: en la Condesa, el mural de un pulpo remite a un espacio hogareño y cálido; en Polanco, una cava de vidrio logra una atmósfera de elegancia, mientras que en la Roma, los elementos art déco combinan con los edificios y el estilo de vida que lo rodean.

 

Un espacio hogareño y cálido

Alcanzar un estilo culinario atemporal e identificable ha sido uno de los ejes de Lampuga. Emmanuel sostiene con claridad su filosofía de trabajo: “Al personal siempre le digo: recuerda que nuestra comida es sencilla pero sabrosa. Tiene que tener el concepto de sencillez, llevado a la calidad en el producto”.

Para lograr que Lampuga mantenga su esencia al ofrecer platillos con productos del mar, Emmanuel reflexiona sobre los cambios que ha tenido que adoptar a través de los años, desde reconocer que el perfil de los cocineros que se formaban antes no es el mismo que el de los de ahora, hasta identificar que las nuevas generaciones de cocineros comparten valores de la generación millennial, que busca retos y reconocimiento.

“Cambié mi chip de ser exigente y estar siempre encima de la gente buscando la perfección. Hoy la perfección se entiende de otra manera”, reconoce Emmanuel.

 

Influencias de vida

El ritmo de la cocina, tan demandante, pide a quienes se dedican al oficio pausas para reflexionar. En esos momentos, Emmanuel recuerda lo que lo inspira: “Vives para el servicio. Me inspira hacer sentir bien a la gente. Cuando ves a un cliente y te sabes su nombre; cuando la gente, antes de ir al hospital a que nazca su hijo, cena en Lampuga; la cantidad de peticiones de mano que he vivido… Hay clientes que se vuelven tus amigos. Para lograrlo, busco hacer sentir contento al comensal”.

Emmanuel ha recibido varias influencias en su vida. Personas como Guillermina Torres, quien fue su principal mentora en la universidad. “Fue como una sensei, siempre me presionaba para ser mejor”.

Además de su esposa, Marianela Morón, que también es cocinera: “Ella es la parte relajada y tranquila, donde todo siempre sale a tiempo”. De Mónica Patiño aprendió el concepto de sencillez que ahora aplica en su cocina.

Emmanuel sabe que la perfección absoluta no existe. Sin embargo, entiende que cuidar el aspecto humano de la operación de un restaurante es piedra angular para generar un ambiente creativo, del cual surja una propuesta culinaria que invite a los comensales a regresar.

Con esto en mente, se mira en el futuro al frente de un grupo cada día más consolidado y, con suerte, con el tiempo suficiente para viajar con más frecuencia a la playa.

lampuga.com.mx

Tras los pasos del chef Nico Mejía

El chef Nico Mejía es tijuanense de nacimiento pero lleva a Colima tatuada en el corazón, así que nos llevó por el estado que lo vio crecer para revelarnos los sabores que lo inspiran, asegura Azucena Pacheco. Fotos: Charly Ramos. 

 

Nico Mejía

Son las 6:30 de la mañana, estamos en el muelle náutico de Manzanillo a punto de empezar una travesía en la que Nico Mejía, chef de los restaurantes Trapiche en Colima y Riviera Nayarit, nos llevará por los rincones más queridos del estado que lo vio crecer: Colima.

En cuanto llega a su tierra, Nico se quita lo zapatos, seguramente para sentir en la plantas de los pies el calor de su tierra. El cielo se pinta de matices naranjas y violetas mientras Pato, el pescador con quien navegaremos mar adentro, nos recibe en su lancha La Alegre.

Al subir a la embarcación, Nico comienza a recordar una serie de anécdotas de cuando era niño, como cuando tenía siete años y recogía los pescados que se capturaban durante los torneos de pesca, para que su madre preparara ceviche colimense que él vendería más tarde en la playa. Es casi mediodía y solo hemos pescado un barrilete de aproximadamente dos kilos.

“Cuando era niño, había muchos peces; ahora ya no ves tantos. Si las cosas siguen así, en 40 años ya no habrá más”, reflexiona. Varias especies marinas están en peligro debido a la pesca comercial, cercana a tierra y con redes, lo que viola la norma 071, cuenta Pato, a diferencia de la pesca deportiva, que se limita a una caña de pescar y una cantidad limitada de ejemplares por cada barco.

Antes de volver a tierra, disfrutamos un ceviche con las finas lascas de carne color vino intenso del barrilete, marinado con sal de mar, limón, cebolla morada, pepino y habanero.

 

Entre el mar y la tierra

La siguiente parada es Mariscos del Pacífico, en Camotlán de Miraflores, famoso porque su dueño, Saúl, es hijo del Bigotes, el primer restaurantero que puso una enramada para comer pescado a la orilla del mar en Manzanillo.

Bajo un refrescante techo de palma y con los pies enterrados en la arena, nos tomamos un descanso para degustar del exquisto caldo de chacales de río —elaborado con crustáceos endémicos muy parecidos a los langostinos—, ceviche colimeño y salpicón de dorado.

Para ayudar a la digestión, nos dirigimos a la comunidad de Santa Rosa, para visitar a Miguel Silva, el único productor de mezcal en Colima y artífice del mezcalillo colimeño o tusca. Miguel heredó este oficio de su abuelo, quien elaboraba el elixir de forma artesanal desde hace 60 años en Zapotitlán de Badillo, en Jalisco.

El maestro mezcalero nos cuenta que el secreto del destilado que ha enamorado a chefs como Jonatán Gómez Luna, Javier Plascencia y al propio Nico Mejía es producir con respeto al entorno, así como sus aromas florales y frutales y su sabor suave con un ligero ahumado.

Miguel se interna en el hábitat de agaves silvestres, esperando el tiempo natural de polinización. Los transporta a lomo de burro hasta la destiladora, y una vez ahí, los hornea con leña de encino y piedras, y los cubre con tierra. A los ocho días separa el bagazo en tambos y lo deja fermentar durante otra semana. De esta forma produce de 300 a 400 litros al año para consumo local.

Al caer la tarde llegamos a Canoas, una pequeña comunidad al norte de Manzanillo. Allí, tras un refrescante baño en el río del mismo nombre, nos disponemos a descansar.

 

Delicias locales

Amanece en Canoas y Nico nos despierta con su entusiasmo habitual y contagioso. Está emocionado, pues tomará uno de sus desayunos favoritos: el Palomazo. Pasamos por un tendajón donde compra una barra de chocolate Rey Amargo y azúcar, que tritura y mezcla mientras nos dirigimos a casa de su amigo Adolfo, quien posee algunas vacas.

Allí, Nico vierte parte de la preparación en el fondo de un vaso, al que le sirve un poco de alcohol del 96 y que finalmente llena con leche de vaca recién ordeñada, espumosa y tibia. El sabor de esta bebida, también conocida como Pajarete, es similar al rompope. “Si pudiera, desayunaría esto todos los días”, dice.

Otro ingrediente local son los chacales de río o langostinos colimenses. Nos dirigimos a pescarlos mientras Nico nos explica que existen varios tipos: el crecedor, que llega a medir hasta un metro; el manquito y el zurdito, porque sus tenazas son más pequeñas, y la burrita, que es más chico y no tiene tenazas. Por ser los más sabrosos, suelen usarse para los caldos de chacal.

Nico Mejía

Nico y Pato nos muestran las dos modalidades de pesca: a pulmón, aguantando la respiración por debajo del agua, con un arpón rudimentario y un visor, o por medio de un instrumento prehispánico llamado achacal —hecho de varas de otate entretejidas con alambre— que se coloca a contracorriente dentro del río.

Nos vamos divertidos, pero lamentablemente  con las manos vacías, ya que la temporada en que se capturan más fácilmente es en verano, cuando la lluvia abundante los empuja hacia las trampas.

Uno de los almuerzos típicos colimenses es el hígado encebollado. Nosotros lo probamos con Juanita, una cocinera tradicional de Canoas. Ahí Nico nos da la primicia de su nuevo libro, Colima sabe, que será lanzado en octubre: “En mi estado nadie había tratado de unificar el tema de los ingredientes y las cocineras tradicionales; ese es el objetivo.

Colima ha estado muy abandonada, y aunque tampoco tengo toda la verdad, creo que estamos haciendo historia”.

 

De manteles largos

Continuamos nuestro trayecto, y a cinco minutos de la Ciudad de Colima, llegamos a Villa de Álvarez, la primera población novohispana del estado. Aquí, Nico nos quiere mostrar el fenómeno de las cenadurías.

Esta manifestación gastronómica colimota por excelencia. Recorremos varias de ellas. Tras un festín de tostadas con pata de cerdo, enchiladas dulces rellenas de frutos secos y sopitos de carne, estamos exhaustos, aunque aún queda espacio para una paleta de Los Volcanes.

Villa de Álvarez también es famosa por la importante tradición de cabalgatas charras, que culminan en La Petatera, la plaza de toros que se levanta durante las fiestas de la Candelaria, y que año con año es construida exclusivamente con petates, por lo que se le conoce como la artesanía más grande del mundo.

Terminamos el día en la comunidad de Cuauhtémoc, donde se encuentran otros de los proyectos de Nico: Trapiche y Cervecería Colimita. Ambos sitios están muy relacionados entre sí; el primero se trata de un bar rico en sabores y ambiente, fue concebido por el chef y sus socios para ofrecer platos que maridan a la perfección con cada una de las cervezas de las que Nico es embajador: Colimita, Páramo y Ticús.

Allí probamos, la faceta culinaria de Nico: el taco de papa con aguachile de camarón, la costilla braseada con pale ale y el pulpo masajeado. El lugar ha tenido tanto éxito, que ya abrió otras dos sucursales: Palmar Trapiche, en Sayulita, y recientemente, Terraza Trapiche, en el centro histórico de Colima.

 

Con sabor a hogar

Nos dirigimos a Suchitlán, un pintoresco poblado con raíces nahuas. Es domingo, los locales visten de gala y las familias disfrutan de un desayuno tradicional en Los Portales de Suchitlán. Allí nos recibe Ofelia Elizondo, reconocida cocinera tradicional que ha recibido en su restaurante a personajes tan importantes como Rigoberta Menchú, ganadora del Premio Nobel de la Paz.

Después de probar una taza de café, dos variedades de queso fresco, jocoque, requesón y los tradicionales frijoles, guisados y de la olla, las delicias típicas continúan: conejo asado, tatemado (carne de jabalí, venado o cerdo, adobados) y pepena (vísceras en salsa de jitomate condimentadas con ajo, comino, laurel y chile guajillo). Nico encuentra semejanzas entre estos platillos, simples, pero a la vez, contundentes, y sus creaciones gastronómicas.

 Nico Mejía

 

“Mi cocina es casera con un toque contemporáneo, como la tostada de pozole seco que mi madre preparaba.

Ahora la presento como el ejemplo de una cocina sencilla llevada a otro nivel; creo que ese es el futuro de la gastronomía”.

 

Al fondo del restaurante se encuentran los cafetales de donde cosechan el café que ahora probamos. Está sembrado en arena negra, tierra volcánica que le otorga un sabor único a la marca Pancho Arenas (apelativo con el que los colimotas nombran cariñosamente al volcán de Colima), y que Pedro Virgen, hijo de Ofelia, produce desde la siembra hasta el envasado.

 

“Soy dueño del volcán”

Seguimos nuestro camino y llegamos a las faldas del volcán de Colima, que nos muestra su actividad cada cierto tiempo. Nico vira hacia el lugar donde tiene planeado inaugurar un restaurante campestre con cocina sencilla, de leña, y con productos locales. A la par, abrirá tres cabañas para que los huéspedes disfruten de las caminatas hacia el volcán. “¡El eslogan será: una cocina peligrosa!”, cuenta.

Nos dirigimos a la comunidad de La Caja, municipio de Comala, donde se realiza el Primer Encuentro de Cocineras Tradicionales Comaltecas. El vertiginoso ritmo de las mujeres preparando sus guisos y el aroma que emana de los mismos, son el preámbulo del festín que nos espera. Reúnen sus platillos en una mesa colorida mientras Nico insiste en que ellas son quienes atesoran la sabiduría culinaria del estado y, por tanto, también son embajadoras de esta gastronomía.

Nico Mejía

Terminamos este viaje degustando el tatemado de Margarita Cobarrubias y los chacales a la diabla de Anapólita Guzmán; platicando con Martha Cárdenas, a quien le gusta “inventar” sus recetas, y con Angélica Rocha, productora del Café la Flor de Suchitlán, una iniciativa artesanal, sustentable y social.

Nos despedimos llevándonos los sabores de cada platillo, la sabiduría de Nico Mejía y todas las personas que hacen de Colima un estado memorable; además de pan dulce de La Guadalupana, la panadería más tradicional de Comala, para merendar.

 

Información de viaje

Como Colima cuenta con cinco microclimas, es importante que lleves ropa ligera para la mayor parte del trayecto, pero no olvides empacar alguna chamarra o suéter para las zonas altas. Es recomendable llevar bloqueador solar, repelente de mosquitos, gorra o sombrero, e impermeable en verano.

CÓMO LLEGAR

Desde la Ciudad de México llega a la capital de Colima a través de Aeromar (aeromar.com.mx). Vuelo redondo desde $2,840 MX.

RECURSOS

En visitcolima.mx encontrarás información sobre zonas arqueológicas, turismo ecológico y de aventura, cultura, playas y golf. Allí también puedes consultar el clima local.

 

Dónde quedarse

Hacienda de San Antonio Ubicado a sólo 15 minutos del Pueblo Mágico de Comala y a media hora del centro histórico de Colima, esta hacienda del siglo XVIII resguarda uno de los hoteles boutique más galardonados de nuestro país. Suite desde $697 USD en temporada baja. haciendadesanantonio.com

Concierge Plaza La Villa En el Jardín Principal de Villa de Álvarez y rodeado de restaurantes, bares y una interesante movida cultural, este confortable hospedaje es muy práctico, gracias a su cercanía con Comala y la ciudad de Colima. Habitación Doble desde $899.00 pesos. conciergecolima.com

 

Dónde comer

Mariscos del Pacífico Con evidente influencia del Bigotes, creador de las enramadas de Manzanillo, este agradable local ofrece mariscos del día, algunos de ellos endémicos, con estupenda sazón. Camino Real 405, Camotlán de Miraflores, Manzanillo, Colima.

Los Portales de Suchitlán Según Nico Mejía, no puedes visitar Colima sin desayunar en Suchitlán. Cocina regional y tradicional, en medio de cafetales. Venta de café Pancho Arenas, y de cosméticos elaborados con subproductos cafetaleros. Galeana 10, Centro Suchitlán.

Cervecería de Colima y Jardín Trapiche La oportunidad de degustar la gastronomía de Nico Mejía a precios accesibles, aderezada con una visita guiada para aprender el proceso de producción de la cerveza. Carretera Colima-Guadalajara Km. 5, La Playita, El Trapiche, Colima.

Chefs famosos en el mundo

La escena culinaria ha evolucionado a situaciones que hace algunos años no habríamos podido ni imaginar. Hoy los chefs son considerados artistas, cuyas creaciones permiten a la mente del comensal, vivir una experiencia inigualable de sabor y emoción. Por eso, aquí te presentamos a algunos de los chefs más famosos del mundo, quienes también han contribuido a formar el planeta gastronómico que actualmente conocemos.

 

Grant Achatz

 

Nació en 1974 en Estados Unidos, y comenzó su vida culinaria y profesional en los restaurantes de sus padres. Aprendió de los grandes como: Thomas Keller, chef del restaurante French Laundry en California, donde llegó a ser sous chef; y de Ferran Adriá, a quien considera un maestro esencial.

Actualmente es el chef del restaurante Alinea en Chicago reconocido con tres estrellas Michelin. Ahí sirve un menú de degustación de 18 a 22 tiempos, creando toda una experiencia para los sentidos. Para él la creatividad es el resultado de trabajar y estudiar estrictamente.

 

Juan Mari Arzak

 

Hijo de padres restauranteros y nacido en 1942, en España. Aprendió de su madre las bases de la cocina vasca, a las cuales siempre les imprime su personalidad. Su restaurante Arzak obtuvo su primera estrella Michelin en 1972, para conseguir la tercera en 1989, las cuales aún conserva. Su carrera fue muy influenciada por el chef Paul Bocuse, quien le enseñó a considerar a la cocina como una expresión de arte. Actualmente comparte fogones con su hija- siguiente generación de este legado vasco-: Elena Arzak.

 

Ferran Adriá

 

La generación de conocimiento que él ha propiciado a lo largo de su carrera profesional, lo han llevado a que algunos lo consideren más que un chef, un maestro. Nació en 1962 en España, y antiguamente su restaurante el Bulli fue considerado como uno de los mejores del mundo, sin embargo este cerró sus puertas para abrir paso al Bulli Foundation, donde investiga, de la mano con profesionales de diferentes ramos, ingredientes, técnicas y cultura culinaria.

Gracias a él se hicieron tendencia preparaciones con espumas, esferificaciones, nitrógeno líquido y deconstrucciones.

 

Paul Bocuse

 

Es el fundador de lo que hoy conocemos como nouvelle cuisine, donde los platillos deben de enamorar a los cinco sentidos, esencialmente a la vista, por eso el emplatado se convirtió en una tarea más del chef. Nació en 1926 en Francia y se le considera una leyenda viviente, ya que ha sido mentor de muchos cocineros como Juan Mari Arzak.

También gracias a él existe el concurso Bocuse d’Or, uno de los más importantes del ámbito culinario.

 

Massimo Bottura

 

 

Actualmente este chef nacido en 1962 en Italia, es uno de los chefs más famosos ya que está en los reflectores del mundo por haber obtenido el título del mejor restaurante del mundo, de acuerdo a The 50 Best. Él aprendió de grandes como Ferran Adriá y Alain Ducasse, dos personajes clave en su trayectoria profesional.

Además su consciencia social lo ha llevado a liderar movimientos de reducción de desperdicios alimenticios. Para él la cocina es pensamiento, por eso comer un platillo de los grandes resulta tan encantador, ya que no se limita a solo ser una gran receta.

 

Diarios de cocina con el chef Víctor Zárate

 

Amante de la cocina mexicana, pero sobre todo del ingrediente, el chef Víctor Zárate plasma todas sus experiencias en el multifacético Blanco Colima. Entrevista: Cecilia Núñez Texto: Juan Pablo Montes.

Desde su niñez, gran parte de su vida se ha desarrollado alrededor de los fogones. A pesar de haber nacido en Xalapa, Veracruz, uno de sus recuerdos más constantes es el de acompañar a su padre a vender tamales al Mercado de Granaditas, en la Ciudad de México: “Así crecí, no veía otra manera de vivir que elaborando platillos”, agrega Víctor.

Víctor Zárate

Su relación con la cocina se traducía a todo: “¿No quieres estudiar? Entonces dedícate a la comida. Si me portaba mal, limpiaba las ollas; si era bueno, entonces me tocaba un tamal”.

La curiosidad de Víctor fue más allá, por lo que buscó fortalecer el oficio heredado de su padre y de su abuela. Entonces buscó una escuela para aprender más sobre las técnicas de cocina y así llegó a Ambrosia, donde empezó trabajando y después consiguió una beca.

Al terminar la escuela se fue a Madrid, donde descubrió la cocina molecular. Sin embargo, tiempo después supo que eso no era lo suyo y decidió enfocarse en lo que sí dominaba: el manejo de las temporadas, los sabores mexicanos y las preparaciones de su abuela, cuestiones que plasma en Blanco Colima.

 

 

 

¿Quién está en tu mesa?

 

En la casona de la colonia Roma donde se aloja su restaurante hay tres centros de consumo principales: Lázaro es atendido por el chef César de la Parra y ofrece una propuesta de fine dining; Belafonte fue creado por Hiroshi Kawahito y sirve mariscos; por último, Blanco Colima, el espacio más casual y contemporáneo, donde Víctor puede crear sus platillos y sentirse con mayor libertad.

Los tres conceptos tienen una carta establecida, aunque para Víctor siempre es mejor pedir las sugerencias, pues cambian mes con mes de acuerdo con los productos de temporada disponibles en los mercados.

Ejemplo de ello fueron sus chips de zucchini con jocoque y el cerdo ahumado. A su vez, el platillo que se ha mantenido durante este primer año de operaciones es el pescado al carbón con un sofrito de habas, menta y chícharos.

En su cocina siempre hay hoja santa y limón, pues creció con sus aromas en Veracruz; Víctor confiesa que no se imagina un platillo sin esas notas de acidez que te mantienen al tanto de lo que pasa en tu paladar y balancean el platillo.

 

Joya Milenaria

 

 

Zucchini es el término con el que se conoce a la familia de las Cucurbita pepo, mejor conocidas en México como calabacitas o calabacines. El término zucchini, muy usado en Europa, proviene del italiano y significa calabaza pequeña, porque no está completamente desarrollada.

La mayoría de las calabacitas que son para consumo humano se clasifican como Cucurbita pepo subsp. pepo, pues muchas de las cucurbitas que crecen en la naturaleza no suelen servir para este propósito.

Lo que poca gente sabe es que en Mesoamérica se domesticaron estas plantas, exactamente en Oaxaca, donde hay fósiles que datan del 8000 al 6000 a.C. Por la temporada, Víctor se dio el beneficio de tener, en Blanco Colima, unos chips de zucchini con jocoque.

En sus venas corre la pasión por la música, la belleza visual y el oficio de la cocina. A través de experiencias sensoriales, el chef multifacético Alfonso Cadena ha logrado posicionar a Hueso como un obligado de la escena restaurantera de México. Texto y Producción Elsa Navarrete. / Fotos: Charly Ramos. / Maridaje: Miguel Ángel Cooley. 

La vista de los comensales es lo primero que se estimula al cruzar las puertas de Hueso, un restaurante contemporáneo alojado en una antigua casona de los años 40. Los mosaicos en la fachada imitan puntadas de costura, mientras que 10 mil piezas de huesos tapizan las paredes, logrando un interior blanco, rico en textura. Luego, son recibidos por una larga mesa comunal de 54 asientos y por su chef, Alfonso Cadena, quien desde la cocina abierta termina por deleitarlos con platillos vastos, ideales para compartir, que cambian noche a noche.

“Si creas experiencias, puedes trascender”, es el lema de este chef sonorense. Con una actitud desenfadada, concibió un espacio original en Guadalajara, donde el diseño arquitectónico, que envuelve magistralmente al servicio y a la cocina, funciona como una suerte de lienzo donde los colores y las formas surgen por la gente que los visita, y la comida y cocteles que se sirven. “Es un formato dinámico que nos aleja de ser aburridos y monótonos”, comenta.

Proveniente de una familia de cocineros, Alfonso Cadena cuenta que ir al mercado y ayudar en la cocina fueron actividades cotidianas; sin embargo, nunca consideró al oficio como su destino profesional. Por el contrario, desarrolló otros gustos, como el diseño gráfico y la música. Después de ser el vocalista del grupo La Siguiente Página durante mucho tiempo, decidió no hacerlo más; fue ahí cuando se acordó de que sabía y que le gustaba cocinar. “¿Qué puedo hacer que sea igual de satisfactorio que componer una canción, tocar un instrumento e ir a un concierto?”, se preguntó.

La experiencia laboral la adquirió en diversos restaurantes de San Diego, San Francisco y Los Ángeles. Tras siete años de ir de cocina en cocina, se enroló en el Pacific Institute of Culinary Arts, en Vancouver, para finalmente regresar a México y abrir su primer restaurante, La Leche, inicialmente en Monterrey y luego en Puerto Vallarta. En este espacio reina un estilo refinado, enfocado a la estética, en el que desarrolla su lado perfeccionista.

Como la música, la cocina tiene un momento de creación, ejecución y disfrute. Para el chef Cadena, el show en vivo consiste en abrir el restaurante y sacar el servicio. Desde La Leche, y ahora en Hueso, se ha enfocado en servir cenas porque le gusta gozar la vida del restaurante, es decir, recibir el producto y hacer la preparación con calma. “Hay que disfrutar el trabajo. Servir comidas podría ser mejor negocio, pero mejor experiencia de vida, no lo sé”.

Alfonso trata de ser el mejor cocinero que puede llegar a ser. A fin de cuentas, lo que le interesa es tener un espacio donde el comensal tenga experiencias, no ser el mejor chef de México; no cree en el éxito individual, solo en el colectivo. Es por eso que en Hueso, por medio de una sola mesa, busca generar el sentimiento de compartir: cuestión esencial en la cocina.

La propuesta de Hueso no la considera ni de autor ni mexicana; más bien es una fusión de sus vivencias con sus sabores y aromas favoritos. No sigue ningún tipo de cocina ni de receta, la única regla es trabajar con ingredientes mexicanos y técnicas francesas. Cocina por el placer de cocinar y confía en el sabor que realiza. Prueba de ello es la fórmula básica de los platos fuertes: proteína (vasta y con grasa), verduras y purés. De ahí que lo define como “su lado visceral e impulsivo”.

Al principio lo que le importaba era ser cocinero. Después, se dio cuenta de que también era restaurantero, y al final descubrió que ya era empresario. Eso sí, lo único que no se permite es salir de su cocina. “Cuando cocino me siento libre, y eso nadie me lo puede arrebatar. Muestro mi orgullo por ser mexicano, del norte, y ahora por ser parte de Guadalajara. Trato de cooperar con el destino para perdurar y así trascender”, concluye al revelar que está más conectado con sus primeras filosofías. Siente que volvió al origen.

El chef tijuanense Giovanni Brassea sabe que no hay que complicarse mucho para obtener un platillo que la gente quiera disfrutar varias veces. Simplemente se necesita calidad.

Su presencia, su discurso y su gran pasión por la cocina están relacionados con la leña y el fuego. Giovanni Brassea comparte la personalidad intensa de su food truck, Humo, localizado en Telefónica Gastro Park, en Tijuana.

 

Food truck Humo

Cuesta trabajo imaginarlo con su cabeza rapada y tupida barba desempeñándose como doctor; sin embargo, confiesa entre risas que alguna vez pensó en serlo hasta que se dio cuenta de que no era la suyo: “Soy muy malo para estudiar, aunque nunca tuve malas calificaciones.

Pero jugaría con la vida de varias personas, y mejor decidí dedicarme a algo que me apasionara”.

 

 

Realizó estudios en el Colegio Superior de Gastronomía de la Ciudad de México y en Puebla. Al poco tiempo volvió a Tijuana, donde tuvo la fortuna de abrir varios restaurantes y trabajar en la televisión local.

Al final, tomó la decisión de dejar todo para casarse y seguir viajando, otra de sus pasiones.

Al regresar no sabía qué negocio deseaba, pero quería que fuera algo propio. En 2013 decidió comprar un camión en mal estado y empezó a arreglarlo con su papá, Francisco.

“Él siempre se ha dedicado a la construcción y es hábil con las manos, así que supe que no habría problemas”, recuerda Giovanni.

Luego de enfrentar varias dificultades con el clima y los materiales elegidos para construir el nuevo food truck, Humo estuvo listo en 2014.

 

¿Quién está en tu mesa?

Para que un food truck funcione el menú debe ser sencillo. Desde su apertura, Humo ha mantenido la misma oferta de hot dogs: el griego, con salchicha de res y salsa tzatziki; el bork, una mezcla de res y cerdo, además de salsa bbq; el bacon, con una salchicha de puro tocino y mermelada de tocino, y el pulled pork, para los que no comen embutidos.

“Originalmente eran siete platillos, pero un día se cayeron de la nada los tres que no me gustaban y se quedó así”, explica Giovanni.

Las salchichas sí están condimentadas, aunque se pretende que no dificulten la digestión y que destaque el sabor a carne.

Las ciabattas se elaboran en una panadería local pues para Giovanni todo debe estar fresco. “Prefiero no vender a sacar algo que no me enorgullezca o que no llegue a mis estándares”, afirma.

 

Grasosa delicia

Tocino, panceta, unto, bacon, tocineta o beicon… sin importar cómo lo llames, sabemos que eres fanático de él. Este producto proviene de la piel del cerdo y de las capas que se encuentran debajo, específicamente junto a los músculos del vientre.

Lo usual es que se sale o ahúme, aunque también se puede encontrar natural y crudo; la tira suele ser rectangular pues se extrae de cuatro cortes: uno que va del borde del pernil hasta la barbilla, otro que bordea la paletilla y termina en esternón, uno superior a lo largo del espinazo y el inferior en el vientre.

En Humo encontrarás una salchicha de puro tocino. De acuerdo con Giovanni, es la favorita de muchos, en especial por la mermelada de tocino y la mostaza Dijon que la acompañan.

Luego de dejar el restaurante Astrid & Gastón, una de las cocinas más importantes del mundo culinario, y proveniente de la más grande aventura de su vida, el proyecto Chef Nómada, el chef peruano Diego Muñoz, llegó a la Ciudad de México, directamente a Studio Millesime, en el hotel St. Regis, en donde cocinó todo el sabor de Perú materializándolo en un extraordinario menú. Fotos: Estudio Millesime by American Express.

Tuvimos oportunidad de platicar con el reconocido chef y esto fue lo que nos contó.

La cocina peruana está viviendo un clímax a nivel mundial.

 

¿Cómo lo viviste desde adentro y desde tu punto de vista, de qué manera aportaste con trabajo a este reconocimiento culinario de Perú?

“Creo que este gran boom de la gastronomía peruana se debe principalmente a Gastón Acurio, que fue el que hizo a los peruanos mirar hacia dentro de nuestro país y crear un orgullo nacional por la gastronomía. Transformó nuestra cultura, pues hace 25 años no había buenos restaurantes en Lima.

Nadie iba a comer a mi país, preferían un francés o un italiano. Pero luego de que el peruano se volvió orgulloso de su cultura, las personas comenzaron a buscar nuestra cocina, y así cada connacional se convirtió en un embajador de nuestro país.

Por eso trato de contribuir, en representar a mi país, en reafirmar su cultura gastronómica y llevarla a diferentes lugares y compartirla”.

 

 

¿Qué repercusión consideras que tiene México en el ámbito gastronómico mundial?

“Para mí la gastronomía mexicana siempre ha sido una inspiración. Tuve la suerte de conocer a un cocinero mexicano en 2002, que invité a ser parte de mi equipo y mi segundo de cocina en Astrid & Gastón, cuando regresé al Perú en 2012.

Cuando estuve en el Bulli, conocí a muchos cocineros mexicanos, y la primera vez que vine a México, en el 2011, mi interés por la gastronomía mexicana ya era inmenso.

Llegar aquí era como un sueño, para mí fue como cuando llegas a un lugar que añoras tanto; todas tus terminaciones nerviosas, toda tu sensibilidad está alerta, y además sobrepase tus expectativas en todo sentido, es increíble, porque no paras de estar emocionado y eso me pasó con México”.

 

¿Cuál fue el proceso de inspiración para crear el menú que preparaste para los integrantes de Studio Millesime?

“Este menú tiene un poquito de tradición de mi línea de cocinero. Yo creo que los cocineros que hacemos este tipo de cocina emocional queremos transportar a la gente a viajar con nosotros aunque sea unas horas, a través de la comida.

Pensé en un menú que uniera a la región de Lima, con el último platillo que hice en Astrid & Gastón, que es el  Jurel Hiramasa escabechado. También preparé un cordero que está inspirado en las montañas de Perú. Y como postre un helado de lúcuma, que es una fruta peruana que crece en el desierto, justamente en esta época del año ”.

 

 

¿Qué es lo que deseas transmitir al público mexicano con cada uno de tus platillos?

“Compartir mi cultura». Lo que trato de hacer en cada viaje, en cada presentación en un escenario o en una cena muy chiquita o muy grande, es representar mi cultura, no representarme a mí como cocinero, sino dar a conocer que soy un embajador de los sabores de mi país.

Eso es lo que quiero transmitir, que los peruanos y los mexicanos somos muy unidos, tenemos tantas cosas en común, pero somos tan distintos a la vez».

 

¿Qué retos tiene el ser ahora un Chef Nómada? ¿Y cuáles son los objetivos de este proyecto?

«Al viajar reflexionas lo que has hecho, cambias tu escenario y tu rutina de una manera muy drástica y eso fue lo que hice, comenzamos a buscar lugares donde cocinar en el mundo.

Planeamos un calendario mundial de viajes durante todo el año pasado y funcionó de maravilla. Pero ahora este 2017, ya no puedo tenerlo como mi trabajo principal, porque no es justo para mi familia.

Estoy armando proyectos chiquitos en diferentes lugares: tengo un par de proyectos en Lima, un proyecto en Miami que ya va a cumplir un año, uno en Lisboa que está por nacer, ojalá uno en Copenhague, en Cuzco estoy viendo hacer algo también. No sé lo que haré luego, pero por ahora mi trabajo es estar aquí».

 

 

¿Qué te ha dejado a nivel profesional y personal este cambio y esta toma de decisión que implica tanta valentía?

“A nivel profesional me ha dejado un poco perdido, porque es salí del nido y me vi solo. Pero ahora disfruto el no tener una rutina fija como antes, porque antes pensaba todo el tiempo en el restaurante, desde que me despertaba hasta el momento en que me dormía, todo giraba en torno al restaurante.

Ahora todo cambió, hay un gran hueco ahí de programación, de pensamientos que me han hecho falta, que los extraño muchísimo, pero ahora miro adelante y disfruto de más tiempo con mi familia, con los chicos, viajando, entregándome totalmente a los viajes y conociendo gente, conversando, probando, cocinando.

La cocina es un mundo intenso, increíble, donde aprendes muchísimo de cada cultura”.

 

¿Qué es lo que has disfrutado más de este proyecto y qué ha sido lo más complicado?

“Lo que más he disfrutado es el éxito de cada mini proyecto que se va concretando, y lo más difícil ha sido cambiar de cocina en poco tiempo, así como de equipo, de cliente, de producto, de todo en diferentes países.

Es muy demandante, tienes que pensar muchísimo, ya no tienes a tu equipo completo con quien cocinar sino que tienes que ir formando equipos en cada destino; pero lo gratificante es que ha funcionado.

Hemos compartido la cultura gastronómica de Perú por muchísimos lugares y eso ha sido muy lindo”.

 

 

 ¿Cómo se sintió tu salida de Astrid & Gastón?

«Regresé al Perú por el proyecto de Astrid & Gastón, cambié mi vida totalmente, de la manera más increíble y un día me vi con la sorpresa de que ya no estaría en el restaurante.

Durante siete meses reflexioné mi salida del restaurante, pero no hubo tiempo de comunicación, por lo que un mes antes le anuncié a Gastón Acurio que pensaba retirarme. En ese momento no sabía qué hacer pues nadie sabía que me iba, y aún no tenía un nuevo trabajo».

 

¿Cómo fue la transición de dejar Astrid y Gastón?

“Tuve la suerte de que Gastón y Astrid me entregaran su restaurante para que lo dirigiera, para mi fue una muestra de generosidad increíble y de gran responsabilidad.

Liderar esa institución y aportar algo nuevo a la gastronomía peruana fue un momento increíble en mi carrera. Ese fue uno de los proyectos más importantes de mi vida. Ahora solo cargo con mi maleta y mi caja de cuchillos, y eso ha sido un gran cambio. Extraño tener la sensación de hogar en un restaurante.

Viajar me encanta, lo disfruto muchísimo, soy un viajero muy fácil. Me puedes poner en la situación más humilde a la situación más compleja y la disfruto de la misma manera”.

 

 

 

¿De qué manera repercutió en la escena gastronómica tu salida de Astrid & Gastón?

“Fue una noticia potente porque había estado cuatro años ahí y había tenido muy buenos resultados, pero no era mi restaurante.

Gastón regresó a dirigir su restaurante junto con Astrid y las cosas cambiaron. No sé, me pareció que habría mucha discontinuidad por el cambio de estilo, porque cada uno tiene su forma de hacer las cosas. Creo que hay que cambiar y estamos hechos para eso”.

 

 

Menú por Diego Muñoz

  • Ceviche de pepino dulce, almejas, callo de hacha y algas. Maridaje con R de Ruinart.
  • Huevo de oro, pollo, coliflor y hongos.
  • Camote, col roja y piñones. Maridaje Guitán Godello Sobres Lías.
  • Jurel Hiramasa escabechado.
  • Cordero, oca y salvia (tubérculo andino). Maridaje Concierto.
  • Helado de Lúcuma (fruto andino) con pistacho y chocolate. Maridaje Creyente mezcal.

La siguiente experiencia gastronómica en Studio Millesime estará acompañada del chef ruso Vladimir Mukhin del restaurante White Rabbit.