Durante un brunch vasco organizado en Eneko by One Aldwych de Londres, se anunció la próxima sede de la gala más importante de la gastronomía, con la asistencia de cocineros de restaurantes que lideran la reconocida lista, como Elena Arzak, Brett Graham, Isaac McHale y Eneko Atxa: The World’s 50 Best Restaurants 2018.

The World’s 50 Best Restaurants 2018

Por vez primera, España acogerá la ceremonia, y concretamente Bilbao, se convertirá en el epicentro gastronómico mundial durante la edición 2018 de los distinguidos premios.

La ceremonia, celebrada en Londres desde su instauración, ha viajado en los últimos dos años a Nueva York y a Melbourne, Australia.

 

The World’s 50 Best Restaurants 2018

 

Vanguardia en gastronomía

William Drew, editor del Grupo de The World’s 50 Best Restaurants, ha dicho que están encantados de ser recibidos en Bilbao y de que España sea nueva sede. Porque “como país ha estado siempre a la vanguardia de la gastronomía y la región vasca, en particular, tiene una cultura culinaria increíblemente rica”.

La región española en cuestión se ha destacado por su extraordinaria gastronomía, razón por la cual The World’s 50 Best Restaurants se encuentra colaborando con la Diputación Foral de Bizkaia, para llevar a cabo sus prestigiosos eventos en conjunto.

San Sebastián también acogerá algunos eventos paralelos a la presentación de la lista, elaborada por más de 1000 miembros de la academia, como las conferencias 50BestTalks y el Banquete de los Chefs.

 

The World’s 50 Best Restaurants 2018

 

Turismo y Promoción Exterior

El director foral de Turismo y Promoción Exterior, Asier Alea, dijo que es un privilegio que Bilbao sea la anfitriona de los premios en 2018.

Ya que “es un paraíso culinario liderado por una nueva generación de la cocina vasca en cuya base se encuentran unas fuertes raíces tradicionales con una proyección moderna mundial”. Y aseguró que trabajarán para que todos los visitantes, cocineros, periodistas y gourmands de todo el mundo, se sientan “como en casa en Bizkaia y en el País Vasco”.

El ranking que coronó:

  • En varias ocasiones al revolucionario restaurante de Ferran Adrià, elBulli.
  • Este año ubicó en el primer puesto al restaurante neoyorkino Eleven Madison Park, del chef Daniel Humm.
  • Seguido por la obra maestra de Massimo Bottura, Osteria Francescana en Módena, Italia.
  • Y en tercer lugar, al Celler de Can Roca de los hermanos Roca, ubicado en Girona.

 

The World’s 50 Best Restaurants 2018

 

Actualmente la provincia de Bilbao cuenta con cuatro restaurantes entre los premiados: Asador Etxebarri, Mugaritz, Arzak, Azurmendi. Será entonces en estas tierras donde se llevará a cabo la reunión anual más importante del mundo culinario del año venidero.

Grupo lampuga: pasión en armonía

 

Emmanuel Zúñiga dirige con precisión y maestría el entramado de Grupo Lampuga. Enfocando su atención en cada detalle, el chef sabe que lo más bello en la vida requiere dedicación, apertura al cambio y compromiso absoluto.

Texto: Alejandro Mendoza / Producción: África Badillo / Fotos: Charly Ramos / Maridaje: Miguel Ángel Cooley. 

 

Grupo Lampuga

Así como un reloj marca las horas sin inmutarse de lo que lo rodea, la experiencia de sentarse a la mesa en un restaurante con una trayectoria consolidada como Lampuga, pareciera que está dada, que surge natural y espontánea. Pero pocas personas saben que culminar en este punto requiere horas de esfuerzo, depurar ideas y escuchar a la gente. Sobre todo, requiere velar por los detalles que permiten crear un discurso culinario, una atmósfera y un servicio únicos.

Para Emmanuel Zúñiga, chef ejecutivo de Grupo Lampuga, llegar al restaurante y revisar estos pilares se ha convertido en una disciplina, misma que le ha permitido cumplir 11 años al frente de las cocinas del grupo.

 

Emmanuel Zúñiga chef ejecutivo

¿Cómo se definen las piezas que permiten dirigir un proyecto como Lampuga? En palabras de Emmanuel, la clave empieza con plasmar lo que a uno le gusta, para lograr transmitir una idea clara al comensal. Para él, abrir un restaurante es prometer a la gente que siempre saldrá contenta y satisfecha con los platillos y el servicio.

“Para esto solo hay una frase: estar en el negocio. Estar en tu cocina, revisar los pormenores de cada día, recordarle las tareas y responsabilidades al personal y escuchar sus puntos de vista”, apunta Emmanuel.

Desde la iluminación hasta el volumen de la música, sin olvidar la calidad de los insumos y la ejecución de los platillos, cada pieza es fundamental en la operación de las tres locaciones de Lampuga. Cada uno responde a la personalidad del barrio que los acoge: en la Condesa, el mural de un pulpo remite a un espacio hogareño y cálido; en Polanco, una cava de vidrio logra una atmósfera de elegancia, mientras que en la Roma, los elementos art déco combinan con los edificios y el estilo de vida que lo rodean.

 

Un espacio hogareño y cálido

Alcanzar un estilo culinario atemporal e identificable ha sido uno de los ejes de Lampuga. Emmanuel sostiene con claridad su filosofía de trabajo: “Al personal siempre le digo: recuerda que nuestra comida es sencilla pero sabrosa. Tiene que tener el concepto de sencillez, llevado a la calidad en el producto”.

Para lograr que Lampuga mantenga su esencia al ofrecer platillos con productos del mar, Emmanuel reflexiona sobre los cambios que ha tenido que adoptar a través de los años, desde reconocer que el perfil de los cocineros que se formaban antes no es el mismo que el de los de ahora, hasta identificar que las nuevas generaciones de cocineros comparten valores de la generación millennial, que busca retos y reconocimiento.

“Cambié mi chip de ser exigente y estar siempre encima de la gente buscando la perfección. Hoy la perfección se entiende de otra manera”, reconoce Emmanuel.

 

Influencias de vida

El ritmo de la cocina, tan demandante, pide a quienes se dedican al oficio pausas para reflexionar. En esos momentos, Emmanuel recuerda lo que lo inspira: “Vives para el servicio. Me inspira hacer sentir bien a la gente. Cuando ves a un cliente y te sabes su nombre; cuando la gente, antes de ir al hospital a que nazca su hijo, cena en Lampuga; la cantidad de peticiones de mano que he vivido… Hay clientes que se vuelven tus amigos. Para lograrlo, busco hacer sentir contento al comensal”.

Emmanuel ha recibido varias influencias en su vida. Personas como Guillermina Torres, quien fue su principal mentora en la universidad. “Fue como una sensei, siempre me presionaba para ser mejor”.

Además de su esposa, Marianela Morón, que también es cocinera: “Ella es la parte relajada y tranquila, donde todo siempre sale a tiempo”. De Mónica Patiño aprendió el concepto de sencillez que ahora aplica en su cocina.

Emmanuel sabe que la perfección absoluta no existe. Sin embargo, entiende que cuidar el aspecto humano de la operación de un restaurante es piedra angular para generar un ambiente creativo, del cual surja una propuesta culinaria que invite a los comensales a regresar.

Con esto en mente, se mira en el futuro al frente de un grupo cada día más consolidado y, con suerte, con el tiempo suficiente para viajar con más frecuencia a la playa.

lampuga.com.mx

Tras los pasos del chef Nico Mejía

El chef Nico Mejía es tijuanense de nacimiento pero lleva a Colima tatuada en el corazón, así que nos llevó por el estado que lo vio crecer para revelarnos los sabores que lo inspiran, asegura Azucena Pacheco. Fotos: Charly Ramos. 

 

Nico Mejía

Son las 6:30 de la mañana, estamos en el muelle náutico de Manzanillo a punto de empezar una travesía en la que Nico Mejía, chef de los restaurantes Trapiche en Colima y Riviera Nayarit, nos llevará por los rincones más queridos del estado que lo vio crecer: Colima.

En cuanto llega a su tierra, Nico se quita lo zapatos, seguramente para sentir en la plantas de los pies el calor de su tierra. El cielo se pinta de matices naranjas y violetas mientras Pato, el pescador con quien navegaremos mar adentro, nos recibe en su lancha La Alegre.

Al subir a la embarcación, Nico comienza a recordar una serie de anécdotas de cuando era niño, como cuando tenía siete años y recogía los pescados que se capturaban durante los torneos de pesca, para que su madre preparara ceviche colimense que él vendería más tarde en la playa. Es casi mediodía y solo hemos pescado un barrilete de aproximadamente dos kilos.

“Cuando era niño, había muchos peces; ahora ya no ves tantos. Si las cosas siguen así, en 40 años ya no habrá más”, reflexiona. Varias especies marinas están en peligro debido a la pesca comercial, cercana a tierra y con redes, lo que viola la norma 071, cuenta Pato, a diferencia de la pesca deportiva, que se limita a una caña de pescar y una cantidad limitada de ejemplares por cada barco.

Antes de volver a tierra, disfrutamos un ceviche con las finas lascas de carne color vino intenso del barrilete, marinado con sal de mar, limón, cebolla morada, pepino y habanero.

 

Entre el mar y la tierra

La siguiente parada es Mariscos del Pacífico, en Camotlán de Miraflores, famoso porque su dueño, Saúl, es hijo del Bigotes, el primer restaurantero que puso una enramada para comer pescado a la orilla del mar en Manzanillo.

Bajo un refrescante techo de palma y con los pies enterrados en la arena, nos tomamos un descanso para degustar del exquisto caldo de chacales de río —elaborado con crustáceos endémicos muy parecidos a los langostinos—, ceviche colimeño y salpicón de dorado.

Para ayudar a la digestión, nos dirigimos a la comunidad de Santa Rosa, para visitar a Miguel Silva, el único productor de mezcal en Colima y artífice del mezcalillo colimeño o tusca. Miguel heredó este oficio de su abuelo, quien elaboraba el elixir de forma artesanal desde hace 60 años en Zapotitlán de Badillo, en Jalisco.

El maestro mezcalero nos cuenta que el secreto del destilado que ha enamorado a chefs como Jonatán Gómez Luna, Javier Plascencia y al propio Nico Mejía es producir con respeto al entorno, así como sus aromas florales y frutales y su sabor suave con un ligero ahumado.

Miguel se interna en el hábitat de agaves silvestres, esperando el tiempo natural de polinización. Los transporta a lomo de burro hasta la destiladora, y una vez ahí, los hornea con leña de encino y piedras, y los cubre con tierra. A los ocho días separa el bagazo en tambos y lo deja fermentar durante otra semana. De esta forma produce de 300 a 400 litros al año para consumo local.

Al caer la tarde llegamos a Canoas, una pequeña comunidad al norte de Manzanillo. Allí, tras un refrescante baño en el río del mismo nombre, nos disponemos a descansar.

 

Delicias locales

Amanece en Canoas y Nico nos despierta con su entusiasmo habitual y contagioso. Está emocionado, pues tomará uno de sus desayunos favoritos: el Palomazo. Pasamos por un tendajón donde compra una barra de chocolate Rey Amargo y azúcar, que tritura y mezcla mientras nos dirigimos a casa de su amigo Adolfo, quien posee algunas vacas.

Allí, Nico vierte parte de la preparación en el fondo de un vaso, al que le sirve un poco de alcohol del 96 y que finalmente llena con leche de vaca recién ordeñada, espumosa y tibia. El sabor de esta bebida, también conocida como Pajarete, es similar al rompope. “Si pudiera, desayunaría esto todos los días”, dice.

Otro ingrediente local son los chacales de río o langostinos colimenses. Nos dirigimos a pescarlos mientras Nico nos explica que existen varios tipos: el crecedor, que llega a medir hasta un metro; el manquito y el zurdito, porque sus tenazas son más pequeñas, y la burrita, que es más chico y no tiene tenazas. Por ser los más sabrosos, suelen usarse para los caldos de chacal.

Nico Mejía

Nico y Pato nos muestran las dos modalidades de pesca: a pulmón, aguantando la respiración por debajo del agua, con un arpón rudimentario y un visor, o por medio de un instrumento prehispánico llamado achacal —hecho de varas de otate entretejidas con alambre— que se coloca a contracorriente dentro del río.

Nos vamos divertidos, pero lamentablemente  con las manos vacías, ya que la temporada en que se capturan más fácilmente es en verano, cuando la lluvia abundante los empuja hacia las trampas.

Uno de los almuerzos típicos colimenses es el hígado encebollado. Nosotros lo probamos con Juanita, una cocinera tradicional de Canoas. Ahí Nico nos da la primicia de su nuevo libro, Colima sabe, que será lanzado en octubre: “En mi estado nadie había tratado de unificar el tema de los ingredientes y las cocineras tradicionales; ese es el objetivo.

Colima ha estado muy abandonada, y aunque tampoco tengo toda la verdad, creo que estamos haciendo historia”.

 

De manteles largos

Continuamos nuestro trayecto, y a cinco minutos de la Ciudad de Colima, llegamos a Villa de Álvarez, la primera población novohispana del estado. Aquí, Nico nos quiere mostrar el fenómeno de las cenadurías.

Esta manifestación gastronómica colimota por excelencia. Recorremos varias de ellas. Tras un festín de tostadas con pata de cerdo, enchiladas dulces rellenas de frutos secos y sopitos de carne, estamos exhaustos, aunque aún queda espacio para una paleta de Los Volcanes.

Villa de Álvarez también es famosa por la importante tradición de cabalgatas charras, que culminan en La Petatera, la plaza de toros que se levanta durante las fiestas de la Candelaria, y que año con año es construida exclusivamente con petates, por lo que se le conoce como la artesanía más grande del mundo.

Terminamos el día en la comunidad de Cuauhtémoc, donde se encuentran otros de los proyectos de Nico: Trapiche y Cervecería Colimita. Ambos sitios están muy relacionados entre sí; el primero se trata de un bar rico en sabores y ambiente, fue concebido por el chef y sus socios para ofrecer platos que maridan a la perfección con cada una de las cervezas de las que Nico es embajador: Colimita, Páramo y Ticús.

Allí probamos, la faceta culinaria de Nico: el taco de papa con aguachile de camarón, la costilla braseada con pale ale y el pulpo masajeado. El lugar ha tenido tanto éxito, que ya abrió otras dos sucursales: Palmar Trapiche, en Sayulita, y recientemente, Terraza Trapiche, en el centro histórico de Colima.

 

Con sabor a hogar

Nos dirigimos a Suchitlán, un pintoresco poblado con raíces nahuas. Es domingo, los locales visten de gala y las familias disfrutan de un desayuno tradicional en Los Portales de Suchitlán. Allí nos recibe Ofelia Elizondo, reconocida cocinera tradicional que ha recibido en su restaurante a personajes tan importantes como Rigoberta Menchú, ganadora del Premio Nobel de la Paz.

Después de probar una taza de café, dos variedades de queso fresco, jocoque, requesón y los tradicionales frijoles, guisados y de la olla, las delicias típicas continúan: conejo asado, tatemado (carne de jabalí, venado o cerdo, adobados) y pepena (vísceras en salsa de jitomate condimentadas con ajo, comino, laurel y chile guajillo). Nico encuentra semejanzas entre estos platillos, simples, pero a la vez, contundentes, y sus creaciones gastronómicas.

 Nico Mejía

 

“Mi cocina es casera con un toque contemporáneo, como la tostada de pozole seco que mi madre preparaba.

Ahora la presento como el ejemplo de una cocina sencilla llevada a otro nivel; creo que ese es el futuro de la gastronomía”.

 

Al fondo del restaurante se encuentran los cafetales de donde cosechan el café que ahora probamos. Está sembrado en arena negra, tierra volcánica que le otorga un sabor único a la marca Pancho Arenas (apelativo con el que los colimotas nombran cariñosamente al volcán de Colima), y que Pedro Virgen, hijo de Ofelia, produce desde la siembra hasta el envasado.

 

“Soy dueño del volcán”

Seguimos nuestro camino y llegamos a las faldas del volcán de Colima, que nos muestra su actividad cada cierto tiempo. Nico vira hacia el lugar donde tiene planeado inaugurar un restaurante campestre con cocina sencilla, de leña, y con productos locales. A la par, abrirá tres cabañas para que los huéspedes disfruten de las caminatas hacia el volcán. “¡El eslogan será: una cocina peligrosa!”, cuenta.

Nos dirigimos a la comunidad de La Caja, municipio de Comala, donde se realiza el Primer Encuentro de Cocineras Tradicionales Comaltecas. El vertiginoso ritmo de las mujeres preparando sus guisos y el aroma que emana de los mismos, son el preámbulo del festín que nos espera. Reúnen sus platillos en una mesa colorida mientras Nico insiste en que ellas son quienes atesoran la sabiduría culinaria del estado y, por tanto, también son embajadoras de esta gastronomía.

Nico Mejía

Terminamos este viaje degustando el tatemado de Margarita Cobarrubias y los chacales a la diabla de Anapólita Guzmán; platicando con Martha Cárdenas, a quien le gusta “inventar” sus recetas, y con Angélica Rocha, productora del Café la Flor de Suchitlán, una iniciativa artesanal, sustentable y social.

Nos despedimos llevándonos los sabores de cada platillo, la sabiduría de Nico Mejía y todas las personas que hacen de Colima un estado memorable; además de pan dulce de La Guadalupana, la panadería más tradicional de Comala, para merendar.

 

Información de viaje

Como Colima cuenta con cinco microclimas, es importante que lleves ropa ligera para la mayor parte del trayecto, pero no olvides empacar alguna chamarra o suéter para las zonas altas. Es recomendable llevar bloqueador solar, repelente de mosquitos, gorra o sombrero, e impermeable en verano.

CÓMO LLEGAR

Desde la Ciudad de México llega a la capital de Colima a través de Aeromar (aeromar.com.mx). Vuelo redondo desde $2,840 MX.

RECURSOS

En visitcolima.mx encontrarás información sobre zonas arqueológicas, turismo ecológico y de aventura, cultura, playas y golf. Allí también puedes consultar el clima local.

 

Dónde quedarse

Hacienda de San Antonio Ubicado a sólo 15 minutos del Pueblo Mágico de Comala y a media hora del centro histórico de Colima, esta hacienda del siglo XVIII resguarda uno de los hoteles boutique más galardonados de nuestro país. Suite desde $697 USD en temporada baja. haciendadesanantonio.com

Concierge Plaza La Villa En el Jardín Principal de Villa de Álvarez y rodeado de restaurantes, bares y una interesante movida cultural, este confortable hospedaje es muy práctico, gracias a su cercanía con Comala y la ciudad de Colima. Habitación Doble desde $899.00 pesos. conciergecolima.com

 

Dónde comer

Mariscos del Pacífico Con evidente influencia del Bigotes, creador de las enramadas de Manzanillo, este agradable local ofrece mariscos del día, algunos de ellos endémicos, con estupenda sazón. Camino Real 405, Camotlán de Miraflores, Manzanillo, Colima.

Los Portales de Suchitlán Según Nico Mejía, no puedes visitar Colima sin desayunar en Suchitlán. Cocina regional y tradicional, en medio de cafetales. Venta de café Pancho Arenas, y de cosméticos elaborados con subproductos cafetaleros. Galeana 10, Centro Suchitlán.

Cervecería de Colima y Jardín Trapiche La oportunidad de degustar la gastronomía de Nico Mejía a precios accesibles, aderezada con una visita guiada para aprender el proceso de producción de la cerveza. Carretera Colima-Guadalajara Km. 5, La Playita, El Trapiche, Colima.

Chefs famosos en el mundo

La escena culinaria ha evolucionado a situaciones que hace algunos años no habríamos podido ni imaginar. Hoy los chefs son considerados artistas, cuyas creaciones permiten a la mente del comensal, vivir una experiencia inigualable de sabor y emoción. Por eso, aquí te presentamos a algunos de los chefs más famosos del mundo, quienes también han contribuido a formar el planeta gastronómico que actualmente conocemos.

 

Grant Achatz

 

Nació en 1974 en Estados Unidos, y comenzó su vida culinaria y profesional en los restaurantes de sus padres. Aprendió de los grandes como: Thomas Keller, chef del restaurante French Laundry en California, donde llegó a ser sous chef; y de Ferran Adriá, a quien considera un maestro esencial.

Actualmente es el chef del restaurante Alinea en Chicago reconocido con tres estrellas Michelin. Ahí sirve un menú de degustación de 18 a 22 tiempos, creando toda una experiencia para los sentidos. Para él la creatividad es el resultado de trabajar y estudiar estrictamente.

 

Juan Mari Arzak

 

Hijo de padres restauranteros y nacido en 1942, en España. Aprendió de su madre las bases de la cocina vasca, a las cuales siempre les imprime su personalidad. Su restaurante Arzak obtuvo su primera estrella Michelin en 1972, para conseguir la tercera en 1989, las cuales aún conserva. Su carrera fue muy influenciada por el chef Paul Bocuse, quien le enseñó a considerar a la cocina como una expresión de arte. Actualmente comparte fogones con su hija- siguiente generación de este legado vasco-: Elena Arzak.

 

Ferran Adriá

 

La generación de conocimiento que él ha propiciado a lo largo de su carrera profesional, lo han llevado a que algunos lo consideren más que un chef, un maestro. Nació en 1962 en España, y antiguamente su restaurante el Bulli fue considerado como uno de los mejores del mundo, sin embargo este cerró sus puertas para abrir paso al Bulli Foundation, donde investiga, de la mano con profesionales de diferentes ramos, ingredientes, técnicas y cultura culinaria.

Gracias a él se hicieron tendencia preparaciones con espumas, esferificaciones, nitrógeno líquido y deconstrucciones.

 

Paul Bocuse

 

Es el fundador de lo que hoy conocemos como nouvelle cuisine, donde los platillos deben de enamorar a los cinco sentidos, esencialmente a la vista, por eso el emplatado se convirtió en una tarea más del chef. Nació en 1926 en Francia y se le considera una leyenda viviente, ya que ha sido mentor de muchos cocineros como Juan Mari Arzak.

También gracias a él existe el concurso Bocuse d’Or, uno de los más importantes del ámbito culinario.

 

Massimo Bottura

 

 

Actualmente este chef nacido en 1962 en Italia, es uno de los chefs más famosos ya que está en los reflectores del mundo por haber obtenido el título del mejor restaurante del mundo, de acuerdo a The 50 Best. Él aprendió de grandes como Ferran Adriá y Alain Ducasse, dos personajes clave en su trayectoria profesional.

Además su consciencia social lo ha llevado a liderar movimientos de reducción de desperdicios alimenticios. Para él la cocina es pensamiento, por eso comer un platillo de los grandes resulta tan encantador, ya que no se limita a solo ser una gran receta.

 

En sus venas corre la pasión por la música, la belleza visual y el oficio de la cocina. A través de experiencias sensoriales, el chef multifacético Alfonso Cadena ha logrado posicionar a Hueso como un obligado de la escena restaurantera de México. Texto y Producción Elsa Navarrete. / Fotos: Charly Ramos. / Maridaje: Miguel Ángel Cooley. 

La vista de los comensales es lo primero que se estimula al cruzar las puertas de Hueso, un restaurante contemporáneo alojado en una antigua casona de los años 40. Los mosaicos en la fachada imitan puntadas de costura, mientras que 10 mil piezas de huesos tapizan las paredes, logrando un interior blanco, rico en textura. Luego, son recibidos por una larga mesa comunal de 54 asientos y por su chef, Alfonso Cadena, quien desde la cocina abierta termina por deleitarlos con platillos vastos, ideales para compartir, que cambian noche a noche.

“Si creas experiencias, puedes trascender”, es el lema de este chef sonorense. Con una actitud desenfadada, concibió un espacio original en Guadalajara, donde el diseño arquitectónico, que envuelve magistralmente al servicio y a la cocina, funciona como una suerte de lienzo donde los colores y las formas surgen por la gente que los visita, y la comida y cocteles que se sirven. “Es un formato dinámico que nos aleja de ser aburridos y monótonos”, comenta.

Proveniente de una familia de cocineros, Alfonso Cadena cuenta que ir al mercado y ayudar en la cocina fueron actividades cotidianas; sin embargo, nunca consideró al oficio como su destino profesional. Por el contrario, desarrolló otros gustos, como el diseño gráfico y la música. Después de ser el vocalista del grupo La Siguiente Página durante mucho tiempo, decidió no hacerlo más; fue ahí cuando se acordó de que sabía y que le gustaba cocinar. “¿Qué puedo hacer que sea igual de satisfactorio que componer una canción, tocar un instrumento e ir a un concierto?”, se preguntó.

La experiencia laboral la adquirió en diversos restaurantes de San Diego, San Francisco y Los Ángeles. Tras siete años de ir de cocina en cocina, se enroló en el Pacific Institute of Culinary Arts, en Vancouver, para finalmente regresar a México y abrir su primer restaurante, La Leche, inicialmente en Monterrey y luego en Puerto Vallarta. En este espacio reina un estilo refinado, enfocado a la estética, en el que desarrolla su lado perfeccionista.

Como la música, la cocina tiene un momento de creación, ejecución y disfrute. Para el chef Cadena, el show en vivo consiste en abrir el restaurante y sacar el servicio. Desde La Leche, y ahora en Hueso, se ha enfocado en servir cenas porque le gusta gozar la vida del restaurante, es decir, recibir el producto y hacer la preparación con calma. “Hay que disfrutar el trabajo. Servir comidas podría ser mejor negocio, pero mejor experiencia de vida, no lo sé”.

Alfonso trata de ser el mejor cocinero que puede llegar a ser. A fin de cuentas, lo que le interesa es tener un espacio donde el comensal tenga experiencias, no ser el mejor chef de México; no cree en el éxito individual, solo en el colectivo. Es por eso que en Hueso, por medio de una sola mesa, busca generar el sentimiento de compartir: cuestión esencial en la cocina.

La propuesta de Hueso no la considera ni de autor ni mexicana; más bien es una fusión de sus vivencias con sus sabores y aromas favoritos. No sigue ningún tipo de cocina ni de receta, la única regla es trabajar con ingredientes mexicanos y técnicas francesas. Cocina por el placer de cocinar y confía en el sabor que realiza. Prueba de ello es la fórmula básica de los platos fuertes: proteína (vasta y con grasa), verduras y purés. De ahí que lo define como “su lado visceral e impulsivo”.

Al principio lo que le importaba era ser cocinero. Después, se dio cuenta de que también era restaurantero, y al final descubrió que ya era empresario. Eso sí, lo único que no se permite es salir de su cocina. “Cuando cocino me siento libre, y eso nadie me lo puede arrebatar. Muestro mi orgullo por ser mexicano, del norte, y ahora por ser parte de Guadalajara. Trato de cooperar con el destino para perdurar y así trascender”, concluye al revelar que está más conectado con sus primeras filosofías. Siente que volvió al origen.

Luego de dejar el restaurante Astrid & Gastón, una de las cocinas más importantes del mundo culinario, y proveniente de la más grande aventura de su vida, el proyecto Chef Nómada, el chef peruano Diego Muñoz, llegó a la Ciudad de México, directamente a Studio Millesime, en el hotel St. Regis, en donde cocinó todo el sabor de Perú materializándolo en un extraordinario menú. Fotos: Estudio Millesime by American Express.

Tuvimos oportunidad de platicar con el reconocido chef y esto fue lo que nos contó.

La cocina peruana está viviendo un clímax a nivel mundial.

 

¿Cómo lo viviste desde adentro y desde tu punto de vista, de qué manera aportaste con trabajo a este reconocimiento culinario de Perú?

“Creo que este gran boom de la gastronomía peruana se debe principalmente a Gastón Acurio, que fue el que hizo a los peruanos mirar hacia dentro de nuestro país y crear un orgullo nacional por la gastronomía. Transformó nuestra cultura, pues hace 25 años no había buenos restaurantes en Lima.

Nadie iba a comer a mi país, preferían un francés o un italiano. Pero luego de que el peruano se volvió orgulloso de su cultura, las personas comenzaron a buscar nuestra cocina, y así cada connacional se convirtió en un embajador de nuestro país.

Por eso trato de contribuir, en representar a mi país, en reafirmar su cultura gastronómica y llevarla a diferentes lugares y compartirla”.

 

 

¿Qué repercusión consideras que tiene México en el ámbito gastronómico mundial?

“Para mí la gastronomía mexicana siempre ha sido una inspiración. Tuve la suerte de conocer a un cocinero mexicano en 2002, que invité a ser parte de mi equipo y mi segundo de cocina en Astrid & Gastón, cuando regresé al Perú en 2012.

Cuando estuve en el Bulli, conocí a muchos cocineros mexicanos, y la primera vez que vine a México, en el 2011, mi interés por la gastronomía mexicana ya era inmenso.

Llegar aquí era como un sueño, para mí fue como cuando llegas a un lugar que añoras tanto; todas tus terminaciones nerviosas, toda tu sensibilidad está alerta, y además sobrepase tus expectativas en todo sentido, es increíble, porque no paras de estar emocionado y eso me pasó con México”.

 

¿Cuál fue el proceso de inspiración para crear el menú que preparaste para los integrantes de Studio Millesime?

“Este menú tiene un poquito de tradición de mi línea de cocinero. Yo creo que los cocineros que hacemos este tipo de cocina emocional queremos transportar a la gente a viajar con nosotros aunque sea unas horas, a través de la comida.

Pensé en un menú que uniera a la región de Lima, con el último platillo que hice en Astrid & Gastón, que es el  Jurel Hiramasa escabechado. También preparé un cordero que está inspirado en las montañas de Perú. Y como postre un helado de lúcuma, que es una fruta peruana que crece en el desierto, justamente en esta época del año ”.

 

 

¿Qué es lo que deseas transmitir al público mexicano con cada uno de tus platillos?

“Compartir mi cultura». Lo que trato de hacer en cada viaje, en cada presentación en un escenario o en una cena muy chiquita o muy grande, es representar mi cultura, no representarme a mí como cocinero, sino dar a conocer que soy un embajador de los sabores de mi país.

Eso es lo que quiero transmitir, que los peruanos y los mexicanos somos muy unidos, tenemos tantas cosas en común, pero somos tan distintos a la vez».

 

¿Qué retos tiene el ser ahora un Chef Nómada? ¿Y cuáles son los objetivos de este proyecto?

«Al viajar reflexionas lo que has hecho, cambias tu escenario y tu rutina de una manera muy drástica y eso fue lo que hice, comenzamos a buscar lugares donde cocinar en el mundo.

Planeamos un calendario mundial de viajes durante todo el año pasado y funcionó de maravilla. Pero ahora este 2017, ya no puedo tenerlo como mi trabajo principal, porque no es justo para mi familia.

Estoy armando proyectos chiquitos en diferentes lugares: tengo un par de proyectos en Lima, un proyecto en Miami que ya va a cumplir un año, uno en Lisboa que está por nacer, ojalá uno en Copenhague, en Cuzco estoy viendo hacer algo también. No sé lo que haré luego, pero por ahora mi trabajo es estar aquí».

 

 

¿Qué te ha dejado a nivel profesional y personal este cambio y esta toma de decisión que implica tanta valentía?

“A nivel profesional me ha dejado un poco perdido, porque es salí del nido y me vi solo. Pero ahora disfruto el no tener una rutina fija como antes, porque antes pensaba todo el tiempo en el restaurante, desde que me despertaba hasta el momento en que me dormía, todo giraba en torno al restaurante.

Ahora todo cambió, hay un gran hueco ahí de programación, de pensamientos que me han hecho falta, que los extraño muchísimo, pero ahora miro adelante y disfruto de más tiempo con mi familia, con los chicos, viajando, entregándome totalmente a los viajes y conociendo gente, conversando, probando, cocinando.

La cocina es un mundo intenso, increíble, donde aprendes muchísimo de cada cultura”.

 

¿Qué es lo que has disfrutado más de este proyecto y qué ha sido lo más complicado?

“Lo que más he disfrutado es el éxito de cada mini proyecto que se va concretando, y lo más difícil ha sido cambiar de cocina en poco tiempo, así como de equipo, de cliente, de producto, de todo en diferentes países.

Es muy demandante, tienes que pensar muchísimo, ya no tienes a tu equipo completo con quien cocinar sino que tienes que ir formando equipos en cada destino; pero lo gratificante es que ha funcionado.

Hemos compartido la cultura gastronómica de Perú por muchísimos lugares y eso ha sido muy lindo”.

 

 

 ¿Cómo se sintió tu salida de Astrid & Gastón?

«Regresé al Perú por el proyecto de Astrid & Gastón, cambié mi vida totalmente, de la manera más increíble y un día me vi con la sorpresa de que ya no estaría en el restaurante.

Durante siete meses reflexioné mi salida del restaurante, pero no hubo tiempo de comunicación, por lo que un mes antes le anuncié a Gastón Acurio que pensaba retirarme. En ese momento no sabía qué hacer pues nadie sabía que me iba, y aún no tenía un nuevo trabajo».

 

¿Cómo fue la transición de dejar Astrid y Gastón?

“Tuve la suerte de que Gastón y Astrid me entregaran su restaurante para que lo dirigiera, para mi fue una muestra de generosidad increíble y de gran responsabilidad.

Liderar esa institución y aportar algo nuevo a la gastronomía peruana fue un momento increíble en mi carrera. Ese fue uno de los proyectos más importantes de mi vida. Ahora solo cargo con mi maleta y mi caja de cuchillos, y eso ha sido un gran cambio. Extraño tener la sensación de hogar en un restaurante.

Viajar me encanta, lo disfruto muchísimo, soy un viajero muy fácil. Me puedes poner en la situación más humilde a la situación más compleja y la disfruto de la misma manera”.

 

 

 

¿De qué manera repercutió en la escena gastronómica tu salida de Astrid & Gastón?

“Fue una noticia potente porque había estado cuatro años ahí y había tenido muy buenos resultados, pero no era mi restaurante.

Gastón regresó a dirigir su restaurante junto con Astrid y las cosas cambiaron. No sé, me pareció que habría mucha discontinuidad por el cambio de estilo, porque cada uno tiene su forma de hacer las cosas. Creo que hay que cambiar y estamos hechos para eso”.

 

 

Menú por Diego Muñoz

  • Ceviche de pepino dulce, almejas, callo de hacha y algas. Maridaje con R de Ruinart.
  • Huevo de oro, pollo, coliflor y hongos.
  • Camote, col roja y piñones. Maridaje Guitán Godello Sobres Lías.
  • Jurel Hiramasa escabechado.
  • Cordero, oca y salvia (tubérculo andino). Maridaje Concierto.
  • Helado de Lúcuma (fruto andino) con pistacho y chocolate. Maridaje Creyente mezcal.

La siguiente experiencia gastronómica en Studio Millesime estará acompañada del chef ruso Vladimir Mukhin del restaurante White Rabbit. 

Guy Santoro y sus secretos de cocina

 

El reconocido chef Guy Santoro comparte algunos de sus más preciados secretos al cocinar y nos cuenta de dónde emerge su inspiración cuando está tras los fogones.

Uno de los recuerdos más inolvidables de la infancia de Guy Santoro es el costillar de cordero con champiñones que su mamá y maestra de cocina hizo alguna vez. Ella fue quien lo inició en los fogones; él, a la edad de 10 años, ya tenía la encomienda de preparar la comida para su familia.

 

Inicio en los fogones

A los 17 años, el deseo por estudiar hotelería se vio interrumpido por sugerencia de su profesor, quien vio en él habilidad para las matemáticas, y le exhortó a estudiar electrónica. Pero a Santoro poco le duro el gusto, su pasión por la gastronomía fue más fuerte y al poco tiempo retomó su vocación.

Desde entonces, cada día reafirma su gran amor por la cocina. Así, Guy Santoro, de origen francés, se dedicó a recorrer diferentes cocinas de la región de Burdeos, entre las que destacan La Reserve de Pessac, lugar condecorado con dos estrellas Michelin (la presea máxima que galardona a lo mejor de la gastronomía mundial). Su camino lo llevó a Lyon y a París.

 

Chef ejecutivo

Luego, en Cannes, se estableció por más de 10 años hasta que un día cruzó el Atlántico y llegó a la Ciudad de México para posicionarse como chef ejecutivo del Hotel Presidente Intercontinental, durante 10 años, dirigiendo uno de los restaurantes más emblemáticos de la cocina francesa en México: Au Pied de Cochon.

También estuvo al frente del Hotel St. Regis como chef ejecutivo, donde su principal reto fue elevar aún más el nivel del exclusivo restaurante Diana.

El talento, la destreza y la pasión del chef Santoro sin duda realzan la experiencia gastronómica de sus comensales. El extenso recorrido que ha tenido por diferentes cocinas le dio la oportunidad de compartir, aprender y cocinar junto a distinguidas figuras, como el chef Francis García, quien fuera su mentor, y el legendario chef Alain Ducasse, con el que compartió lo mejor de estar en la cocina.

 

Meats Au Charcutier

Santoro también es propietario de su fábrica de embutidos Meats Au Charcutier y de la fábrica de pan Rustic Bread Bakery. Además, por si fuera poco, es presidente del Club Vatel en México, asociación formada por los mejores representantes de la cocina francesa en el país, quienes se encargan de difundir el gusto por el buen comer.

Una de las tareas más importantes de Guy es su familia. Con ellos comparte el placer de la vida y disfruta, por ejemplo, de hacer galletas con sus hijas o de recorrer la ciudad en bicicleta.

Otro gran placer lo encuentra en un buen vino tinto, ya sea francés o chileno y, cuando tiene la fortuna de cocinar en casa, nada mejor que abrir el refrigerador y divertirse con lo que tiene a la mano, creando nuevos platillos. Éste es su estilo, y así disfruta con la gente que más ama en la vida.

Santoro es un amante de los placeres del paladar, apasionado de las delicatessen de la vida: un ardiente enamorado de la cocina que en este mes nos deleita con una cena para dos.

Actualmente es el chef Guy Santoro corporativo de Grupo Brisas y del restaurante Almara, en la Ciudad de México.

No solo diseñó el menú de los Food and Travel Reader Awards 2016; también logró que sus invitados se transportaran a diferentes latitudes. El chef Eduardo Palazuelos cocina para ofrecer travesías por medio del paladar. Texto y Producción: Elsa Navarrete / Fotos: Charly Ramos / Maridaje: Miguel Ángel Cooley.

Tras 22 años de trabajar en el negocio familiar de banquetería, Eduardo Palazuelos ha abierto dos restaurantes, Mar del Zur y Zibu; ha logrado realizar un evento hasta para 3,500 personas y se ha vuelto un promotor de la historia de su lugar de origen, Acapulco.

Eduardo tuvo el privilegio de nacer en una cuna gastronómica. Su mamá, Susana Palazuelos, se ha dedicado a la cocina y a salvaguardar recetarios como tesoros. De ahí nació su interés por el oficio, y basta escuchar al chef para corroborarlo: “Cuando estaba en el bambineto y lloraba, no era por hambre u otra cosa; era porque mi mamá estaba picando cebolla”.

El hecho de comer pescado del día, almejas y mariscos frescos le marcó la vida. Creció con estos sabores, con el recuerdo de los pescadores llevándole producto a su mamá hasta la puerta de su casa y con el clima privilegiado de Acapulco; a su vez, esto marcó su estilo de cocina. Pero no solo eso: también incluye con determinación los productos como el mango, el tamarindo y el coco, que llegaron a través de la Nao de China.

¿Cómo llegó Eduardo Palazuelos a Tailandia?

Fascinado por la historia y los países asiáticos, viajó por el mundo hasta llegar a Tailandia y vivir allí por algún tiempo; después de estudiar hotelería en Suiza, trabajar en una casa de banquetes en París y estudiar una maestría en Administración Hotelera en la Universidad Cornell, en Nueva York. Después de empaparse de la cultura tailandesa, se planteó fusionarla con la cocina mexicana y crear el concepto mextai, que reina en ambos restaurantes. “La cocina es una expresión de los sentidos. A través de los platillos, es importante transmitir sentimientos, influencias y lo que te inspira”, comenta el chef Palazuelos,  quien busca que sus comensales, a través del paladar, se lleven un poco de sus vivencias durante estos viajes.

En su cocina no puede faltar el té limón, los chiles y los productos del mar; en materia de técnicas, utiliza tanto las antiguas (a las brasas) como las de vanguardia (alto vacío y nitrógeno líquido). Aunque lo más importante para él es trabajar con tres principios: usar ingredientes de alta calidad, realzar el sabor del producto principal y realizar una presentación creativa.

Se descubrió a sí mismo en sus viajes, que le abrieron los ojos a otros modos de trabajo, técnicas y sabores. Por eso, en Mar del Zur cocina para ofrecer una travesía culinaria, y en Zibu busca posicionar a Acapulco —donde fue presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, Canirac— como un lugar con historia. Su estilo lo resume así: todo lo que puede ofrecer un chef que ama la aventura.

Eduardo Palazuelos y los banquetes

Otra de sus pasiones, y el negocio principal, son los eventos. En Banquetes Susana Palazuelos, su mamá aporta la experiencia mientras él proporciona la dosis justa de dinamismo. “Cuando hacemos un evento, nos dedicamos a exceder las expectativas de los clientes por medio de nuestros servicios; no solo con la comida, sino también con la ambientación”, añade Eduardo al revelar que esta rama de su profesión le apasiona porque aprecia inmediatamente los resultados, a diferencia de un restaurante.

Con este ímpetu y con ganas de lograr un evento único, participó en los recientes Food and Travel Reader Awards 2016 con un menú hecho a la medida. “Tras leer las revistas, busqué reflejar su esencia: el arte de viajar desde un enfoque culinario internacional”, afirma.

Por esto, sirvió platillos de diferentes latitudes: la sopa de coco tierno de Tailandia, el chile relleno de ceviche de Perú, la tártara de atún y trucha salmonada con un toque oriental, y el short rib con inspiración más mexicana, así como el chile ancho relleno de mousse de guayaba. Sin duda, la mezcla exacta de sabores hace que sus menús sean únicos y, por lo tanto, su propuesta ecléctica, muy aplaudida.

Introducirse en diferentes tradiciones culinarias para aprender y divertirse es una de las máximas de este chef español que ha conquistado nuestro país con su restaurante J by José Andrés, dice Erick García. 

Su estatura física es un reflejo de la altura de sus miras. Y su amplia sonrisa habla de la generosidad de su espíritu y su mente. El chef de origen español José Andrés es reconocido en Estados Unidos —su centro de operaciones actual— como un innovador y humanista.

José Andrés

Cuando se sienta a platicar en la terraza de su restaurante J by José Andrés, en hotel W Mexico City, los hexágonos de hilado plástico del techo parecen surgir de su coronilla como ideas en ciernes o frases de clara espontaneidad.

Como si estuviera dando su curso de física culinaria en la Universidad de Harvard —sin Ferran Adrià—, este chef dueño de ThinkFoodGroup reconoce que podría encontrarse en una situación de “energía de punto cero” (término de la física cuántica que utilizó en su clase), un estado de infinitas posibilidades; como cuando “abres la mente al meterte en otras cocinas que no son la tuya; eso te hace mejor cocinero, sin lugar a dudas”.

 

Jose Andres

 

Destino intuido

Todavía me estoy preguntando si no me equivoqué de profesión [risas]. En el pueblo y en cada barrio, empiezas a desarrollar un cariño por los aromas que salen de la cocina de tu hogar, de la memoria de tu infancia. Cuando creces, si realmente te engancha la cocina y decides ser cocinero, llevas contigo ese bagaje cultural; por lo tanto, empiezas hasta cierto punto con ventaja. Uno acaba siendo cocinero sin darse cuenta.

 

El poder de la comida

La gastronomía es un elemento de identidad nacional, sobre todo la que conlleva acciones sociales. Considero que mi profesión es la más maravillosa del planeta, porque puedes hablar de cualquier tema a través de la gastronomía: historia, política, física, ciencia en general, temas sociales candentes, medio ambiente… Mi profesión puede dar de comer a muchos, y la gastronomía puede ser la solución a bastantes problemas sociales.

 

F&T by Carla Danieli Photographer (3 of 4)

 

Compromiso con causa

Cuando era pequeño leí La perla, de John Steinbeck, y me marcó, pues por primera vez tuve conciencia de una desigualdad real. Posteriormente, en África vi el hambre. Pero en un país como Estados Unidos, me chocó aún más. Allí, desde muy joven ingresé en organizaciones que luchaban contra el hambre en Washington. Entonces empecé a aprender, porque para ayudar debemos aprender.

 

Las fronteras

El límite humano no es algo que demarques tú, sino la circunstancia. Mientras tengas ganas de despertar, ganas de aportar algo nuevo, contribuir, aprender, reaprender, el límite nunca estará presente. Creo que ahora estoy en el punto cero; de estos 30 años que llevo en la profesión, estoy tomando fuerza una vez más. Considero que lo mejor está por llegar, ya te diré dentro de 30 años si me he equivocado o no.

 

J by Jose Andres by Carla Danieli (13 of 48)