Nació en Sonora, pero eligió ser de Baja California. La chef Sheyla Alvarado, quien dirige Lunario en el Valle de Guadalupe, decidió vivir y estudiar en este estado la carrera de gastronomía, y aunque se fue unos años fuera del país a formarse en restaurantes reconocidos, el llamado de esa tierra sudcaliforniana la hizo regresar. Probablemente, en esa época Sheyla no se imaginaba que el amor por este territorio le valdría una Estrella Verde Michelin, una insignia que reconoce a establecimientos con prácticas sustentables dignas de aplaudirse. Esta es su historia. Fotos: Cortesía
¿Cómo comenzó todo para la chef Sheyla Alvarado?
El olor de la carne asada, del pescado zarandeado y de la parrilla corre por la memoria de la chef Sheyla Alvarado. En Sonora, los niños crecen alrededor de ese momento familiar, donde las mamás cocinan. Pero no fue hasta la preparatoria que a esta chef con Estrella Verde Michelín le nacieron las ganas de dedicarse a la cocina. “Una de las materias técnicas que tuve fue Turismo, así que me tocó hacer una pasantía en un hotel donde trabajé en la cocina”, nos cuenta en entrevista. Ahí fue cuando se dio cuenta que le gustaba cocinar y que se le facilitaba.
“Hasta ese momento yo quería estudiar psicología porque quería hacer felices a las personas, pero me di cuenta que, a través de la comida, también puedes hacerlas felices”, nos comparte la chef Sheyla Alvarado.
Baja California: un descubrimiento afortunado
Tomada la decisión de estudiar gastronomía, Sheyla Alvarado se mudó a Ensenada, Baja California, para estudiar la licenciatura. “Considero que esta ciudad es un gran lugar para ello por su mar, por su agricultura y por su vino. Era natural aprender mucho”. Y no solo eso. Esta chef con Estrella Verde Michelin acepta que en esa época se encariñó mucho con este territorio tan rico y generoso, “…por su medio ambiente, por la gente que trabaja en el campo y con la proveeduría del ingrediente”, confiesa.
Terminando la carrera, la chef Sheyla Alvarado regresó a Sonora por ocho meses, pero el llamado del terruño sudcaliforniano fue irresistible. Regresó a Ensenada y comenzó a trabajar en diferentes restaurantes, hasta que conoció a la familia Pérez Castro, quienes la invitaron a trabajar en el restaurante Tras Lomita, un comedor campestre en el interior del viñedo La Lomita.
En ese tiempo recibió mucho apoyo para hacer prácticas en reconocidos restaurantes en el mundo. Estuvo en Cosme, en Nueva York, en Sud 777, en Ciudad de México, y en Mirazur, en Francia, en los que sus principales enseñanzas fueron sobre el trabajo en equipo y que cuidar al personal del restaurante es sumamente importante. “Y también aprendí a muchísimo a valorar de dónde vengo. La pasé increíble y aprendí mucho, pero entendí que de donde proviene uno es increíble y que no hay nada que andar deseando de afuera”.
El nacimiento de Lunario
Después de cuatro años de atender a grupos grandes en TrasLomita, la chef Sheyla Alvarado empezó a sentir curiosidad por cocinar platos más elaborados. “Yo también ya me sentía lista. En ese momento, el Valle de Guadalupe tenía un crecimiento muy grande y ya existían muchos asadores campestres; sentí que el destino merecía mucho más”, recuerda. De ese modo, platicando con los dueños, decidieron abrir Lunario. Construyeron el edificio y comenzaron a servir un menú degustación. “Desde antes, la columna vertebral de nuestra cocina siempre había sido el ingrediente de la finca, pero en Lunario, lo llevamos a otro nivel”.
El menú degustación de Lunario cambia cada mes, con sus versiones vegetariana y vegana. Lo diseña con base en un listado de lo que tienen en el huerto. “También trabajamos con métodos de conservación para que, por ejemplo, si la temporada de tomates dura tres meses, nos alcance para seis”, cuenta. Asimismo, utilizan la miel y el aceite de oliva que producen; de la granja tienen leche para hacer mantequilla y queso, y crecen a los borregos y a las cabras para que sea la proteína roja. “Siempre debe de haber un vegetal, una masa, algo del mar y ahí vamos acomodando los ingredientes”.
Los vinos también se acoplan al menú y todos son de los viñedos donde se encuentra Lunario, ya que cuentan con muchísimas etiquetas. “Estar cambiando el menú al mes cuando apenas estás terminando el otro, si exige mucha atención y creatividad, pero es un reto que nos gusta», relata la chef Sheyla Alvarado.
“Estamos en una zona sumamente rica en muchos aspectos, por lo que no debería ser necesario traer cosas de lejos para poder crear una propuesta. Eso nos da una buena oportunidad para que la gente que viene a comer viva una experiencia 100% de la zona”, dice la chef Sheyla Alvarado. “Es bonito que también se pueda apoyar a la comunidad y a que el producto se quede aquí; que estos productores no tengan que estar exportando para poder ganar bien. Esa es la responsabilidad que tenemos como profesionales de la zona, que el producto se quede aquí, pagarlo bien y apoyar a la gente que tanta ganas le echa”, continúa.
Amor por la sustentabilidad y la Estrella Verde Michelin
Además de ganar el Sustainable Restaurant Award como parte de Latin America’s 50 Best Restaurants 2024, Lunario también recibió este mismo año una Estrella Verde Michelin, algo que fue muy emocionante y sorprendente. “Ha sido un camino que hemos recorrido durante 10 años, tratando de mejorarlo porque la sustentabilidad de eso se trata, de cada día ser mejor. Fue un apapacho para toda la gente que forma parte de esa cadena de proveeduría, y para todo el equipo de trabajo”, relata la chef Sheyla Alvarado.
La chef Sheyla Alvarado nos platicó acerca de sus prácticas sustentables. “Con respecto al ingrediente, es importante la trazabilidad. En un 80% son propios, un 7% de la localidad, 5% de México y siempre hay un porcentaje de importación”. La segunda es el aprovechamiento de la mayor parte del producto, reduciendo el residuo orgánico. Cuando lo hay, tienen un programa de manejo de composta para reintegrarlo al suelo del huerto o del viñedo.
También cuentan con un programa de reciclaje con una empresa externa y otro de manejo de grasas y aguas; cuentan con un biodigestor que les ayuda a separarlas y tienen un programa de manto acuífero que les ayuda a limpiar las aguas para luego reincorporarlas al riego de los olivos o de los árboles frutales. En términos de sostenibilidad, apoyan a la comunidad manteniendo una estrecha relación con los productores del Valle de Guadalupe, como los que crían patos o codorniz, otro tipo de lácteos o de vegetales.
Por último, la chef Sheyla Alvarado aceptó que ser sostenible en un lugar como el Valle de Guadalupe se da de manera muy natural, pero que en ese camino hay oportunidad de tener aún mejores prácticas. “Siempre puedes apoyar a tu comunidad, siempre puedes separar la basura. Y también es muy importante tener el conocimiento de qué es la sustentabilidad, porque no te sirve de nada utilizar un jitomate ‘orgánico’ que traes de Italia”, concluye. ¡Conoce más de su restaurante con Estrella Verde Michelin y visítalo pronto! restaurantelunario.com
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